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martes, 18 de agosto de 2015

EN TERRITORIOS DE REALIDADES ESPECTRALES

Toques de piano. Tema Dr. Zivago. Iglesia Metodista Unida de Pasadena, Texas. El viento es templado. Tirando a fresco. Ella lleva un vestido azul. Él, un traje azul oscuro. Siguen toques de piano. Hay familia. Luego comida en un restaurante local. Nada particular. El tiempo circula. Poco tiempo después San Antonio.
Toques de piano después de largos ensayos. Richie se había encargado de tocar para la boda de su amiga de High School. Estuvieron en su casa un par de veces para observar el ensayo y de paso hacer un juicio. Richie parecía un buen muchacho. También pasaron por el despacho del pastor metodista. Hombre serio y corpulento. De pocas palabras. Llovía aquella tarde en Pasadena y hacía algo de frío. Diciembre. Finales de Diciembre. Las luces del centro de Houston resplandecían mirando hacia el oeste. Los grandes rascacielos de Houston. El poder de una ciudad. La gran extensión de una ciudad poderosa. Casas unifamiliares tipo chalet, pero sin vallados que oculten el césped o la visibilidad plena de la casa. Una gran ciudad de chalets unifamiliares: una gran extensión de ciudad. Un orden diferente. No sólo urbano. Espacio y tiempo ordenados de forma eficiente y racional. Entre lo público y lo privado, lo privado goza de privilegio.
Ella piensa en un futuro de oportunidades. Él piensa en el país que dejó y la gente que quedó allí. Futuro y pasado. Pero él empieza a ver un futuro abierto. El futuro de su país era cerrado. Aun no ha salido de Pasadena, pero lo que está viendo es un nivel de vida alto. Prosperidad. Él comienza a sentir esa expansión. Se siente una persona extraña, pero al mismo tiempo nuevo. Otra persona está renaciendo. Se refleja de un modo diferente. Se refleja en otra gente, en otro idioma, en otros contornos. Ella, Ella era la clave de todo. Resonancia. Fuerte resonancia entre los dos. Quiere explicar lo que está pasando. Es algo abrumador. Una fuerza creativa y afectiva rebosante. Alegría. Incertidumbre de futuro. Ha de matricularse en un college. Ha de buscar un trabajo part-time. Han de ir a vivir a Austin.
San Antonio. Pasan una semana en San Antonio. Hotel Menger. Histórico hotel. El Río, los presidios/misiones franciscanas españolas. La presencia fantasmagórica de una España decadente. De un México ya fracasado desde su misma independencia. Lo anglo se superpone sin problemas a la cultura hispana. ¿Quién quiere volver a ser México? España está muy lejos. Ya nadie se acuerda. Y sin embargo el español se habla de forma extendida entre la población hispana.  

3 comentarios:

  1. Coche por la autopista. Paisaje en movimiento. Lugar provisional. He ahí un rancho. Hay un rancho con muchas cabezas de ganado. A lo lejos se ve una casa. Quizás la casa de una familia de granjeros. Nadie te ha invitado a ir a visitar a la familia de los granjeros. Puede ser una familia joven o pueden ser unos ancianos retirados con sus peones contratados. Quién sabe. O la casa puede estar ya vacía y abandonada y tan sólo cumple la función de estar ahí una vez que el banco ha comprado el rancho y lo ha comprometido con una empresa agribusiness.
    Una vez llovía. Llovía. La humedad olía. Olía a humedad. Y entré en la casa. Mahony me dejó entrar. Y desde las ventanas observaba la lluvia. Mahony entró con el café. La música sonaba en otro salón. Los dos reposamos en la cama por un tiempo mientras la música era cada vez más perceptible. Música. Envueltos en la música y la música en el placer y la ternura y la ternura se disolvió en textura de piel, de piel, de suave piel y suaves labios. Había entrado en la casa. Una casa de campo. Una casería. Alguien me había invitado a entrar. Mahony. Mahony. La locura y la desconfianza se refugiaban en Mahony. Las mayores fantasías se refugiaban en Mahony. Las mayores frustraciones acontecían en Mahony. Me gustaba viajar a través de la locura de Mahony, pero las amarguras se perdían en los bosques. Los gritos en los bosques. La búsqueda por los bosques cercanos a la casa.
    Mahony vivía con sus abuelos. Sus abuelos tenían una historia que contar. Y la hija, la madre de Mahony era una historia triste. Yo todavía era joven y me crucé un día con Mohony. Cuando conoces a una persona por primera vez tienes la sensación de que ya sabes hasta dónde ha de llegar la confianza y la amistad. El secreto está en la mirada. Los ojos miran a las profundidades del alma. Y el alma se abre o se cierra o medio se abre o medio se cierra o simplemente todo resulta superficial y ocasional sin jamás llegar al fondo. Hay fondos complicados. Turbulentos. Fríos. Vacíos. Muy vacíos. Otros son demasiado calientes. Almas calientes sin medida. Otros ocultan. Se ocultan y esperan para sacar su pedazo de miserable ventaja. Son las almas más vacías de todas. Pretenden. Aparentan. Sombras siniestras.
    Mahony era mi alma gemela. El cruce de miradas fue suficiente para empezar a complicarnos la vida de un modo supranatural. Resonancia. Invencible resonancia. Potente resonancia. Los paseos eran interminables. El mundo nos estorbaba. Y por fin me invitó a entrar en su casa. Mahony. Todo era grande. Sus abuelos estaban en la iglesia. Todo era grande. Las escaleras. Las ventanas. Y alrededor el bosque, los bosques.
    Coche por la autopista. He ahí un rancho que desconoces. Pasa de largo pero no olvides a Mahony que vivía en una casa tan grande como la que ahora contemplas. Pasa de largo y piérdete por las autopistas. Mahony es ahora tan sólo un recuerdo en tu soledad de almas con autopistas y almas de ciudad.

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  2. LOS MATEMAS DE LAS MATEMÁTICAS

    Sigfro de Milaponte me contaba esto cuando volvimos a tomar café al Café de Germatoma. Yo le escuchaba muy absorto. Me resultaba un relato sacado de cualquier rincón oscura de alguna mente olvidada. Decía:

    "Me levanté de un sueño profundo y entro a trabajar. Los dueños del taller se me quedan mirando. es evidente que todavía tengo sueño. Me voy deslizando hacia los bancos de trabajo. Hay que trabajar. Pero son dos horas de llegar tarde. Dos horas es mucho tiempo. Los dueños no dicen nada y me dejan ponerme en el banco a hacer las cosas rutinarias. Mi banco es un hermoso banco de madera. Un honrado banco de madera. Pero lo ocupa un inseguro operario. Un obrero sin ideas. Torpe. Capaz de hundir un negocio o una industria con mi torpeza. Me han de echar. Seguro que me echan. Se me acerca uno de los jefes y observo que no me toma en serio. Hay como una malévola sonrisa en él. Se aleja un poco y me mira en perspectiva. Qué perspectiva será esa. ¡oh, my God! Y yo dándole a mi herramienta. La herramienta de la eficacia en manos de un torpe. O la torpeza de la eficacia o la eficacia de la torpeza. Viene el otro jefe y me dice: "Bueno, no pasa nada...". ¡Ah! De repente me doy cuenta que yo estoy en este taller entre paréntesis. Vamos a ver. Yo estaba en este taller como visitante que hace una visita a unos antiguos jefes de un antiguo taller donde hace ya mucho tiempo que no trabajo. Muchos años que no trabajo. Y resulta que ahora he vuelto de algún sitio lejano y les he pedido un trabajo como observador de su industria, de su taller. Veamos: algo así como un turista que tiene amistad con unos señores que tienen una industria pequeña, pero que esos señores son muy conocidos y algo benevolentes conmigo por haber trabajado con ellos hace ya muchísimo tiempo y ahora me dicen: "sí, puedes venir a trabajar como a ti te convenga, puedes seguir tu propio ritmo. A nosotros nos encanta que estés aquí. Pero date cuenta que ha pasado muchísimo tiempo y a nosotros también nos resultas una curiosidad." Me siguen observando y se ríen de mi evidente y manifiesta torpeza. Cruda torpeza. Han pasado los años y mi torpeza sigue siendo monumental, pero ahora no parece tener importancia. Algo fallaba en modo de percibirme entonces...y algo falla en mi forma de percibirme ahora. Inseguridad. Verme devaluado ante los demás. ¿Algo especial? Special for you, Mister. Es tarde para mostrar interés por ese trabajo. Si no dominas las matemáticas jamás dominarás ese trabajo o muchos de ellos. Las matemáticas habían demostrado hasta qué punto mi nivel de pensamiento era deficiente, devaluado, impotente... la impotencia de la mente. Oh! poder de la abstracción / unos sí y otros no. Las matemáticas te habían declarado inútil parcial, o casi total. Oh, mate, mate, casi me matas Oh! matemas de las matemáticas, pudisteis haberos revelado como poderosos arquetipos de la realidad mental.
    Mire por la ventana del taller y vi los grandes rascacielos que poblaban una ciudad que jamás había visto. Era hora de abandonar aquel banco. Escapar sigilosamente por donde nadie me pudiera ver. Pero en realidad el taller estaba medio vacío y los dos jefes no parecían prestar atención alguna a nada. "

    Luego sacó la cartera y pagó los cafés con plena exactitud. Sigfro de Milaponte era ahora uno de los mejores matemáticos del mundo.

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  3. LA CORRECCIÓN DE UN ERROR

    Josías Ataucolmar me contaba esta rara experiencia mientras la gente de nuestro grupo bebía cerveza en la taberna. Era su mejor amiga y siempre estaba dispuesta a escucharle. Así que mientras los demás bebían y hablaban a voces nosotros salimos y hablamos bajo la luz de una farola cercana. Y dijo:

    "Pues mira tú que me levanto de la cama y comienzo a pisar cristales. Me doy cuenta a tiempo de los cristales. No me corto. Pongo mis zapatillas y eludo los cristales. Son muchos cristales. Quién ha roto tantos cristales tan cerca de mí. Tan cerca de mi sueño. Recuerdo entonces que mientras dormía sentí como que alguien estaba cerca con una garrafa de cristal con agua. Era la figura de alguien conocido. Sí. Una figura femenina. También había alguien en la puerta. Un hombre. Algo mayor. No lo reconocía. Pero era un sueño. Y ahora he ahí esos cristales. Tantos cristales. Quizás la garrafa de cristal que habría caído pero sin yo oír nada. Qué raro. Sin haber oído algo tan estrepitoso. He aquí como los sueños seleccionan lo que quieren y nos dejan lo que les interesa que sepamos. ¿Quiénes? ¿A quiénes les interesa que sepamos? Los sueños quizás sean impersonales. Algo así como un juego de representaciones simbólicas que apuntan a algo. A algún significado totalmente profano. Quizás a alguna preocupación muy prosaica. Nada fantasmagórico nos puede llevar a ninguna realidad con sentido común. Lo fantasmagórico siempre se acaba desvaneciendo y la dura y pura y sólida realidad acaba apareciendo. Por suerte.
    Así que me puse a andar con las zapatillas eludiendo cristales y abrí la puerta de la habitación. ¡Hum! Vaya, hombre; quién habría quitado los bombines de las cerraduras de las puertas. ¡Tantas puertas con cerradura! Pero también los cajones y los armarios desarmados de bombines. Las cerraduras sin bombines brillaban con refulgencia haciéndome ver su ausencia. Todo me parecía mucho más grande y hasta lujoso. Los muebles eran caros. Las habitaciones espaciosas con un sabor minimalista. ¡Qué pasada de piso! Seguí caminando hasta el salón-cocina y hete aquí que veo una gran cristalera por donde entraba un derroche de luz de la mañana y que dejaba ver un extenso paisaje de valle y montañas. Una belleza de paisaje que se extendía hasta donde la vista le apetecía pararse. Y de repente veo que hay obreros trabajando. Obreros de mono que están reemplazando los bombines de las incontables cerraduras de la casa. Me veo invadido por lo imprevisto.
    Y he aquí que veo a una persona conocida dando órdenes a los obreros. Órdenes claras y precisas sobre cómo han de ser los bombines y cómo hay que colocarlos. Y cuando me acerco veo que es mi padre. Y es mi padre quien dirigiéndose a mí me lleva hasta la grande cristalera de la cocina y los dos vemos el sorprendente paisaje en toda su increíble extensión, altura y profundidad. En sus colores. En su belleza. En sus tonalidades y matices. En su profundidad. En su magia. En su cielo tan infinito. En las montañas tan lejanas y tan cercanas. Mi padre entonces con un tono de autoridad y seriedad me dice: "He de poner una rosa de direcciones aquí en frente para que cuando miremos el paisaje sepamos hacia dónde estamos mirando y qué estamos mirando." Su voz era firme y decidida. Yo diría que hasta autoritaria. Como si quisiera corregir un fallo ocurrido muchos años atrás. Demasiados años atrás. La corrección de algún error de percepción quizás. Algún error que nos había afectado a toda la familia y que él ahora ya sabía cual era y sin más demora corregía."

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