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martes, 20 de febrero de 2018

LA VIDA POR LA VIDA

Cansado. Fatiga. Agotamiento. Debilitamiento. El cuerpo se consume. Apatía. Inapetencia. Impotencia. Desfallecimiento. La tierra se abre e invita al cuerpo al descanso eterno. El cuerpo se arrastra poco a poco. Aún se agarra a la vida, a las hierbas, a los matojos, a las raíces; a las piedras. Parece un final lógico. El final que aguarda a todo el mundo. La muerte inexorable. ¿Puede haber un
milagro? Todo es posible con la escritura. Todo es posible en cualquier narrativa. Podemos salvarle la vida o podemos eliminarlo. Podemos ir levantándolo poco a poco.
Recuperar su cuerpo lentamente. Sentarlo encima una roca plana y hacerle mirar hacia las montañas. Hemos de darle una razón para que quiera seguir existiendo. ¿Una nueva fe? ¿Un nuevo amor? ¿Vivir por amor a la vida en sí y sin otra expectativa más que vivir? La vida en sí. Abrazarse a la vida en sí y respirar a fondo. Lo único existente, palpable. La sangre comienza a circular. El placer de vivir por vivir. La vida por la vida. Nunca había pensado en tal idea. Una idea más. Una idea que pasa a ser carne y hueso. Tierra fresca. Océano. Turbulencias. Cada instante de vida es un instante de eternidad.
Hemos podido resucitarle. 
Es un cuerpo que vuelve a caminar
Que vuelve a cobrar energía
Recuperar fuerzas
Empatía, simpatía, apetencia, potencia
El cuerpo sigue erguido y mira hacia el frente.
La vida por la vida.