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lunes, 5 de enero de 2015

EL PERGAMINO QUE POSEÍA LA ESTRUCTURA DEL UNIVERSO

El sacerdote Fotokarpio poseía las claves matemáticas del universo; el plano de toda la estructura universal encodificada en complicadísimas fórmulas matemáticas. Los grandes sabios sacerdotes y filósofos del país de Undratatón habían conseguido, después de siglos de paciencia y elaboradas abstracciones; llegar al territorio común del conocimiento sin fisura alguna, sin arruga alguna, sin oscuridad o sombra;
eliminados así mismo todos los impertinentes nudos de las contradicciones; y entonces ahí estaba, en una urna de cristal, el pergamino que contenía todo el código del universo, con sus secretos ya desvelados; su eternidad atrapada en la quietud de una transparencia absoluta. Tal perfección significaba así mismo el poder absoluto sobre la realidad del cosmos, por eso el problema que surgía era el cómo y el momento de poder usar tal conocimiento sagrado o si nunca jamás de los jamases tal conocimiento debiera de ser usado alguna vez.
Otro sacerdote, el honorable Gormandises, se le ocurrió decir que jamás había posibilidad de que los grandes sabios y sacerdotes filósofos del país  habrían podido llegar a esa perfección de abstracción imperturbable, siendo ellos humanos y en alguna medida propensos también a alguna leve o levísima afectación de carácter, prejuicio vanidoso, o desequilibrio egoísta que haya marcado un desvío muy mínimamente interesado. De ser así, decía el orondo Gormandises, entonces lo que tenemos en la cripta tendría que ser siempre ya una aproximación a la perfección y en qué grado sería imposible de saberlo. Con lo cual Gormandises, aguó la fiesta del gran sacerdote Fotokarpio.
Es más, decía Gormadrises con toda ingenuidad de glotón empedernido, Quién podía usar ese conocimiento si no sólo los seres humanos no contaminados por ningún prejuicio, poseedores de un equilibrio mental perfecto, de un sentido de justicia jamás cuestionado; de una salud no castigada por enfermedad alguna que haya podido crear interferencias de ánimo capaces de contaminar el conocimiento perfecto. Gente que puedan demostrar no estar movidos por ningún interés personal, por ninguna ambición, por ningún sentido de amor a su patria o lealtad a algún dios; menos por alguna infatuación con alguna mujer o hombre; sensibilidades estéticas que puedan imponer afectos o emociones. Aghh! Imposible de encontrar tal persona en el reino ni en territorio alguno. Sólo algún dios puro podría entender y descodificar el conocimiento perfecto.
¿De qué nos serviría, de todas maneras tal conocimiento perfectamente absoluto, si no podemos usarlo a nuestra sabia y docta y equilibrada y justa conveniencia oh Gran Sacerdote? ¿Usted me entiende verdad? Alguien ha de abrir la urna en algún
momento y utilizar los códigos en beneficio de algo; y, nadie mejor que nosotros podríamos utilizar tal conocimiento con tanto sentido de la justicia y el equilibrio. Nos habríamos de adelantar al ambicioso emperador Klomástines quien quizá sepa ya de la urna acristalada; nos habríamos de adelantar a nuestros enemigos declarados, los Gromatok, quienes podrían apoderarse de la urna y de los códigos para su exclusivo uso. En definitiva, mis queridos cofrades, de nada nos sirve un conocimiento perfecto, si no podemos ni estar seguros de que así lo sea y si llegamos a utilizarlo nunca será tal conocimiento ya perfecto, sino a conveniencia de otra cosa. Asumamos que ese pergamino ya es en sí una infinita aproximación a cualquier absoluta perfección y así podemos hacer uso de él sin ningún rencor y a favor de nuestros santos y sagrados intereses.

Todos quedaron en silencio. Nadie supo que decir. Gormadrises aprovechó el silencio y la indecisión para meter la mano en la bandeja de los pasteles de Salmetakos y se lo llevó a su impenitente bocaza.

13 comentarios:

  1. Sus amigos están allí charlando. Mira por la ventana y el barrio parece cobrar vida. Hace sol y el día promete ser claro. De cielo azul. Romancho dice que le gusta su trabajo de repartidor de pan porque está siempre en movimiento y a él le gusta estar siempre en movimiento. Odia los tiempos vacíos. Se ríe y mira a los discos LP con cierto desinterés. Nolpeco está sentado en una butaca ojeando una revista. "Si vamos al Jardín hoy de tarde no creáis que vais a ligar un rosco. Están las chavalas cada vez más reacias a acercarse a gente como nosotros. Somos muy feos y con poca pasta. Ninguno tenemos ni tan siquiera una cirila para darles una vuelta y llevarlas a casa." Lamar se levanta del sofá con un vaso de vino peleón en la mano. Va hacia el tocadiscos y mira el disco que ya está puesto sobre el plato. Parece gustarle y pone la aguja sobre el disco a 33 revoluciones por minuto. Lo que suena es una relajante melodía de Frank Sinatra. No está mal para el momento de indecisión del grupo. No saben qué quieren hacer hoy por la tarde. Dentro de poco saldrán a dar un paseo por el barrio, tomarán un vino o un vermut con un pincho y luego a esperar la hora de comer cada uno en su casa. En el intermedio habrá conversación con la familia, se verá algo insustancial por la tele o se ojeará el periódico. El ambiente de casa estará cargado de olor a cocina, a la comida en cocción o fritura. Quizás la madre tendrá la radio puesta con música popular o algún programa de mediodía. Los domingos están moldeados con su propia rutina y, llegada la tarde ya sentimos el declinar del día para prepararnos cuesta abajo hacia la nueva semana que ya comienza con el hastío de la noche dominguera y acaba con el crudo madrugón de lunes. Es todo muy profano y muy rutinario en la vida de un barrio de obreros de una ciudad industrial.

    Alguna vez puede ocurrir algo excepcional. Puede que descubra a una chavala diferente. Una de estas chavalas que te mira con más interés que las demás, que da señales de ver algo en ti que no ven otras o no son capaces de ver o sólo miran de ti aquello que más superficial o quizás más profundo pero sin despertar vibración o afecto alguno más allá de la amistad o de la simpatía. Si una chavala te consigue hacer vibrar por dentro con su mirada y gestos y su forma de mover el cuerpo de gesticularlo, de mover las manos; esa pronunciación de palabras; esa leve complicidad con algo común. Luego es el despertar de un deseo profundo de fundirse con ella, de fundirse quizás con todo lo que rodea esos momentos y entonces el mundo se hace mágico por ciertos instantes. Lo rutinario y prosaico pasa a ser mágico.

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  2. Real, tierno y fuertemente evocador de tiempos y ambientes muy entrañables que
    nunca volverán.
    Cuando uno es joven, la vida te presenta unas amarguras de cierto tipo, con alguna que otra leve compensación. Cuando uno es viejo, te presenta amarguras de otro cierto tipo, con alguna leve y ocasional compensación. A saber cuáles son peor.

    Pedrosa Latas

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  3. Tiene que quedar todo alejado y en medio un espacio que no deja pasar los ruidos. Y se ve todo moverse, circular, concanetar, estirarse, encogerse, chocar, nacer, morir, componerse, recomponerse. Pero todo lejos, alejado. En nuestro territorio es el silencio y el camino es totalmente desconocido.

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  4. Cuando veo los escenarios me entra una sensación de rabia, pues veo la perversión de la misma existencia. Nacemos como niños inocentes que luego nos van envenenando para un supuesto crecimiento y madurez. Es horroroso cómo se crece y cómo se madura. Reniego de mi madurez y crecimiento.

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  5. Aquel hombre trabajaba con meticulosidad sus moldes de goma y les metía tiras y las pegaba con gusto y luego metía el molde en la prensa de vapor y era feliz haciendo aquello. Su vida quizás fuera aquello. Molde y persona se acoplaban y eran completos.
    Pero ese mismo hombre se transformaba en bestia cuando algo trastocaba aquella simbiosis. Entonces le daban ataques de ira, podía tirar un molde pequeño y romper la cabeza de alguien. Se ponía tenso y la mirada era la de un animal listo para el ataque. No soportaba a nadie, ni nada que trastocara su mundo, su simbiosis; su orden. Y si pasaba el gato del taller todos podíamos oír el pegote de goma que saltaba por el suelo o que alguna vez daba al animal de lleno y el grito era horroroso.

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  6. Te hablaban de la salvación en Cristo, pero luego había un terrible camino de santidad y perfección que desmontaba toda la salvación y la volvía a hacer añicos a base de tentaciones y miserias de la vida. La salvación perdía todo sentido. Tan solo hay una salvación: la salvación radical del que muere en la cruz y abandona el mundo para siempre.

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  7. He ahí entonces la resurrección. Darse cuenta de lo absoluto que es el acto de salvación.

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  8. Aquel cura era un hijo de puta. Su Cristo era una tortura. Su Cristo le hacía ser cada día más hijo puta y perverso. Nos zurraba con aquella vara de avellano sin compasión alguna para memorizar a su maldito Cristo de catecismo. Qué infiernos internos sufría aquella alimaña humana que sus desahogos tenían que ser torturas para las mentes adolescentes. Definitivamente aquel cura era un hijo de puta.

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  9. Pero aquel cura para llegar a ser un perverso hijo de puta tuvo que ir acumulando mentiras sobre sí mismo y sobre los demás. Todo hijo de puta es un cobarde que miente, a menos que sea un psicópata o un cínico sin sentimiento y practique el arte de la simulación. Pero de no ser así es la acumulación de malas elecciones en la vida y basadas en la mentira y en ir cediendo a los poderes que van condicionando la vida en función de otros intereses y no los propios. Es pura cobardía y la cobardía va generando resentimiento y entonces uno se va haciendo un cabrón con el mundo y consigo mismo.

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  10. Cada uno es lo que es y me parece que hay poco que hacer al respecto. Ese cura era así porque no podía ser de otra manera y a cada uno le ha tocado vivir en una concatenación de factores imposibles de comprender salvo que hay ocurrido cualquier salvajada o hecho extraordinario que entonces nos condicione de forma abrumadora. Se podría decir que la gente no cambia en lo sustancial. Mala suerte.

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  11. Cuando estaba en la mili y en el primer mes de campamento me acuerdo de un recluta que se ponía tan nervioso cuando tenía que disfrutar de su permiso de fin de semana, que no se podía afeitar solo porque se cortaba y destrozaba la cara. Lo afeitaba un amigo del pueblo, en este caso un pueblo de León. Era un aparente pobre hombre que jamás había salido del pueblo y en el pueblo a saber a qué se dedicaba. Imagínense un pastor de ovejas que vive la mayor parte del tiempo en el monte y que de repente le llaman para hacer la mili. El mundo se le echaría encima y la nueva situación de cuartel sería abrumadora para este chaval. Cuando llegaba el momento de volver a su realidad, a su intimidad, a su vida concreta e imaginaria; este hombre perdía el control de la situación y se tornaba un manojo de nervios, de emoción, de posible terror a no poder recuperar su libertad y su pueblo y su familia aunque fuese por un par de días. Era triste ver aquello.
    Como también era triste ver un ataque epiléptico repentino que surgía de un muchacho que ocupaba la litera superior de enfrente de donde yo dormía. Aquel hombre se convulsionaba, se retorcía, se golpeaba, echaba espuma por la boca y todos intentando sujetarle hasta donde fuere posible. Sufrimiento. Nunca está ausente el sufrimiento. Estas cosas me ponían triste. Hacía tiempo que había descubierto esa tonalidad de tristeza en la vida, esa sensación de desconfianza que rezuman las personas; ese resentimiento que corroe a tanta gente; esa estupidez generalizada que trata de esconder la cabeza, cuando no aprovecharse de las circunstancias a costa de lo que sea. Pero uno esperaba de la vida más cosas agradables, gente buena y noble que conocer; poder mantenerse a flote sin corromperse uno moralmente... Uno mantenía el tipo a base de ilusiones que el tiempo se iba encargando de golpear de una forma u otra.

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  12. Una diferencia entre la cultura española y la anglosajona texana, por ejemplo, era que en la primera la gente solía siempre culpar a otros de sus miserias o problemas. Siempre había alguien que hacía daño y que amargaba la vida del susodicho o susodicha; o si no era el jefe era el sistema, o si no era el sistema era algún cabrón o cabrona que insidiosamente explotaba o impedía que su radiante y noble personalidad aflorara. La cultura texana se centraba más en la responsabilidad de cada uno en su bienestar o malestar en la vida. Tu vida era más consecuencia de tus propias elecciones que de los demás. No se veían bien las críticas y chismorreos hacia compañeros de trabajo o jefes. Se esperaba que si tenías algún problema sabrías enfrentarte a él directamente o con tu abogado.

    Ayer en un supermercado de la ciudad de Gijón, y mientras esperaba en caja haciendo cola, tenía que estar aguantando el interminable chismorreo y críticas mordaces que dos trabajadoras hacían en público sin la menor inhibición sobre el encargado, la compañera x o el compañero y, a quienes despedazaban sin rubor. Siempre me pareció cobarde y venenosamente resentida esta actitud que sin embargo era muy normal en todos los sitios donde hube de trabajar en España.

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  13. Pero la vida va fluyendo de esta manera y es todo como si uno estuviera embarcado en una gran aventura que no puede parar, ni bajarse del tiovivo y ha de seguir dando vueltas y vueltas, pero a veces uno se engancha a otro medio de transporte y se ve envuelto en otras circunstancias y situaciones y se le acaban las ganas de moralizar sobre la vida y la muerte y la cuestión es vivir y vivir y ahora ándale y vamos al downtown a tomar unas copas al Dolly Country Bar para luego enfilar ya mero hasta Mezquite y allí ir a dormir. ¡Qué de la chingada!
    Poca gente es feliz y si la gente no es feliz tiene que echar el veneno por alguna parte y poca gente quiere reconocer que hay veneno en sus vidas, pero que nomás ve la gran nobleza y potencial bondad de su alma, pero que otros destrozan o destruyen. ¡Ándele!

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