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domingo, 28 de noviembre de 2010

EL CIRCO DE TORREBRUNO

El circo era malo. Era un circo malo porque quien lo dirigía estaba enfermo y moriría al poco tiempo de aquellas últimas funciones.

Llevé a la chiquilla a ver el circo de Torrebruno que se había instalado al final de la Avenida Carlos Marx. Era una tarde de otoño, creo. Un otoño nostálgico, de esos que te retrotrae a una infancia perdida y que quisieras de alguna manera recuperarla. Roxana era una niña inocente que disfrutaba saliendo con su papi y su papi la llevó al circo.

Había muchos niños con alegría e inocencia. Muchos padres jóvenes. Palomitas de maíz y refrescos. La sesión comenzó cuando ya empezaba a ser de noche.

Torrebruno era muy pequeño de estatura y además estaba muy gordo incluso para hacer de presentador y animador. Tendría no más de sesenta años, pero parecía que a veces se ahogaba al hablar por el micrófono. Torrebruno. Aquel nombre lo asociaba a épocas pasadas de juventud y diversión de una época ya remota. Sí, remota. Y ahora cuando escribo, lo recuerdo todavía de una época más remota aun. Torrebruno cantaba, salía en la tele y cosas de esas. Era un showman, un hombre del espectáculo. Y eso era lo que recordaba de él.

Pero ahora era mayor y su circo lo hacía mal. Los platillos que habían de rodar a la vez por impulso manual en diferentes ejes de una plataforma, no llegaban a rodar a la vez y se caían. Los niños descubrían que algo no iba bien, pero se reían igual y lo pasaban bomba. Roxana lo pasaba bomba y yo estaba contento con ella. Luego eran los bolos que el equilibrista no sabía cogerlos a tiempo y también se caían. Y el payaso apenas tenía gracia. Pero aun así había algo mágico en el circo de Torrebruno. Seguía siendo un circo y los niños lo pasaban bien.

Cuando salimos era de noche y Roxana me decía: “Qué malo era papá. ¿A qué eran malos?” “Sí, eran malos, pero nos reímos un poco y lo pasamos bien de todas maneras, ¿no?

“Sí, papá”.

Cuando la niña cenó y se fue a la cama con su madre yo fui a dar una vuelta por el Muro. Solía dar vueltas en solitario. La soledad en busca de rincones ocultos y mágicos por la ciudad. Siempre nostalgias e infancias irrecuperables. Imaginación. Desde la escalera 5, contemplaba las luces de neón del Parque del Piles. Allí había cantado Torrebruno en años mejores. Recordaba los carteles con la foto de un Torrebruno mucho más joven que el que había visto hoy. Me dio tristeza. Un poco de tristeza. La vida triste. La alegría inocente de los niños que no se pueden imaginar lo triste y perversa que puede ser la vida.

Torrebruno moría al poco tiempo de un infarto. Era, fue; y, dejó de ser, con un circo improvisado, un tanto escacharrado. Adiós a Torrebruno.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

BOERS

La dureza del terreno hizo que los bueyes tuvieran que parar de empujar la caravana. Quedaba todavía mucho paisaje árido y hostil. Habría que hacer el fuego y colocar los carros en círculo. Pasar la noche, cenar y descansar. Dos niños de los den Bergh ardían con fiebre debido a la malaria.
Pero al día siguiente había que seguir y seguir y seguir, con hambre, agotados, malhumorados; atacados a veces por los zulús, picados por los mosquitos infernales. Después de miles de kilómetros divisaron el valle de Transvaal.
Habían muerto muchos por el camino.
Pero los patriarcas de los Le Roux, Vorster, Coetzee, Smuts, Schoeman, Fourie, Visser, Van den Bergh, Van der Merwe, Barnard, Van Rensburg, De Villiers, Groenewald, Pretorius, van der Westhuizen, van Wyk, van Zyl, Marais, Swanepoel, Dreyer, Meyer, Botha, Malan, Nel, Oosthuizen, Venter, Vermaak .
Blignaut, de Klerk (Le Clercq), de Villiers, du Plessis, Du Preez (Des Pres), du Toit, Franck, Fouche, Fourie (Fourier), Giliomee (Guilliaume), Hugo, Jordaan (Jurdan), Joubert, Labuschagne (la Buscagne), le Roux, Lombard, Malan, Malherbe, Marais, Nel (Nell), Pienaar, Rossouw (Rousseau), Taljard (Taillard), TerBlanche, Theron, Viljoen (Villon) and Visagie (Visage)....

... seguían leyendo sus viejas biblias y orando al D—s vengativo y colérico, pero compasivo y misericordioso en sublimes momentos de cordura.

sábado, 20 de noviembre de 2010

TRAIN TO LLWERTASDT

Once upon a time, when I was living in Mnsbgtarup
Near the Mnbxcsdtr railroad
I took a train to Llwertasdt.
It was the only train passing by after a thousand years
And I knew I couldn’t miss it
Once inside I sat in silence
Looking through the window into the cold tundra
The next station was a thousand miles from here
And that was a long, long time to go
But I didn’t mind
I didn’t care
I had all the time of my life to arrive in Llwertasdt

After a while I got up to check how many people were there
A man was praying aloud to his unholy god
A woman was embracing a half naked dwarf
A child was hollering at a demented priest
And the priest was cursing a mad dog.

But suddenly the child pointed at me
And everybody saw who I was
And they all gasped out of fear and terror
Because they knew I was lost.

It was my trip to Llwertasdt
My everlasting trip to the land of the beyond.

Nesalem

martes, 16 de noviembre de 2010

AQUEL EXTRAÑO VIAJE POR AMÉRICA (II)

Makltoter.- Y así empezó vuestra segunda etapa.
Mineklarop.- Bueno, una vez en Washington pudimos visitar el barrio donde habíamos vivido Rebeca y yo, y, donde había nacido Susana. Era en Alexandria, Virginia, y la calle recuerdo que se llamaba Auburn Street. Era un barrio integrado de blancos y negros, que también contaba con pequeña población latina. La calle Auburn la formaba una hilera de casas de apartamentos adosados por un lado; y, por el otro eran pequeños chalés ocupados por gente más bien mayor con sus jardines abiertos y castaños rojizos. Fueron los dos años que enseñé en Saint Mary’s Catholic School y en T.C.Williams Hig School. Habíamos llegado a Washington aquel mes de septiembre de 1986 como pudimos haber llegado a San Francisco. Había sido un viaje al azar con salida desde Houston, Texas, en un Toyota Corolla recién salido de la fábrica con un par de maletas y luego fueron las carreteras secundarias por diferentes estados, parando en pueblecitos de nombres acabados en –ville, cruzando ríos y montañas. Cuando llegamos a Washington decidimos visitar a Joel y Lin-Tao y al final nos decidimos quedar allí. Como ya casi empezaba el curso decidimos ir a una agencia privada de contratación para que nos colocara en alguna escuela e instituto. Y, efectivamente, nos contrataron en los sitios ya mencionados, pero durante tres meses tuvimos que entregar el sueldo de uno a aquella agencia. Fue el precio a pagar por establecernos de forma tan improvisada. Pero mejor seguir, ya podré extenderme más sobre el Washington que yo conocí en otro momento.
Makltoter.- Sí, sería buena idea y ya volveremos en algún momento a ello, pero sigue con tu segunda etapa.
Mineklarop.- Bueno, una vez vuelto a visitar Washington con sus museos, barrios y rincones; entonces salimos en dirección sur. Tomamos la autopista 81 y creo que paramos algo en Potomac Mills que es un gran centro comercial; luego pasamos la zona de Quantico o base más importante de los marines USA, para dirigirnos a la ciudad colonial de Williamsburg. Esta ciudad colonial es como un parque temático que imita en todo lo posible lo que había sido esta población a lo largo del siglo y XVII. Una vez hecha la visita nos fuimos en dirección Tennessee donde hicimos noche en un motel de un pueblo solitario que hablaba un dialecto local bastante pronunciado. Todo parecía ir rápido, pero en estos viajes así largos hay otro viaje de la conciencia que se va fijando en los paisajes, que se va recreando en los recuerdos o va reviviendo infancias paralelas que pudieron haber sucedido en esos pueblos o granjas que uno va viendo. El paisaje de Virginia es verde y está poblado de multitud de granjas. Cruzamos el estado entre los montes Apalaches y las montañas de Shenandoah, al llegar al estado de Tennessee las granjas se van distanciando y los bosques se hacen más espesos. Se ven colinas en la lejanía y mientras uno va tragando millas y millas. Comimos en un restaurante local donde la pedir “coffee” nos respondían con “¿keffa?”, o, en lugar de “water (warar)”, “werda”.
Makltoter.- Interesante. ¿Qué hicisteis al día siguiente?
Mineklarop.- Al día siguiente nos encaminamos al estado de Alabama. Primero desayunamos uno de esos desayunos americanos cargados de calorías, con salchichas, huevos fritos, y mash potataoes; todo ello cargado de café con varios refillings (llenados). Luego nos dirigimos a Knoxville para coger la 59 sur pasando por Chattanooga y luego una desviación montañosa hasta Huntsville ya en Alabama. En Hunstville teníamos unos amigos de Texas: el matrimonio Alvin y Belissa, él ingeniero de la NASA y ella profesora de antropología cultural en la Universidad de Alabama. Así que llegamos por la tarde a su mansión rodeada de árboles y un jardín que era parte de las mismas estribaciones de los Apalaches. Este matrimonio ya llevaban algún tiempo en Huntsville, pero habían estado también en Lexington, Mississippi; y, anteriormente en El Paso, Texas, cuando aun era posible pasar sin problemas a Ciudad Juárez; y, anteriormente, en Houston, Texas. Todo ello después de haber acabado sus carreras en la Universidad de Texas en Austin que fue donde les habíamos conocido.  Curioso de este matrimonio es que eran declaradamente ateos, aun y a pesar, de haber nacido en el Bible Belt del sur donde ser ateo es exponerse a ser víctima de prejuicios o malas miradas. Ella en un pueblecito muy bautista llamado curiosamente Divine, y no muy lejos de San Antonio; y, él en Little Rock Arkansas. Aquí en Hunstville hicimos una parada de dos días.
Makltoter.- ¿Cómo es Huntsville, Alabama? ¿No fue en esa universidad donde una profesora pirada mató a no se cuantas personas?
Mineklarop.- Exactamente, pero no fue cuando estábamos allí; eso fue posterior. Hunstville es una ciudad de 160,000 habitantes con un precioso parque natural llamado Big Spring, y, que como el nombre indica se trata de corrientes subterráneas que emergen en la zona y, es allí, precisamente donde se fue formando la ciudad. Además de ser sede de una división de la universidad de Alabama, tiene también un centro importante de la NASA. Una ciudad americana como Huntsville es una ciudad tranquila, demasiado tranquila para el concepto español de ciudad. El centro de la ciudad posee el encanto de pueblo sureño mezclado con la modernidad y pujanza de una ciudad que trabaja e investiga. O sea, mirada a un pasado todavía cercano y los ojos puestos en la vanguardia del progreso y desarrollo económico. Pasear por el centro llega a resultar aburrido exceptuando el parque con su lago y senderos. Hay que tener en cuenta que el downtown de una ciudad americana era el centro comercial y de gobierno de la ciudad. La gente vive dispersa en zonas residenciales con sus casitas tipo chalet con jardines abiertos, garajes y árboles; profusión de árboles y naturaleza. Luego están los malls o centros comerciales y los centros industriales o de investigación. Este tipo de ciudad está pensada con mentalidad protestante de trabajo, de uso eficaz del tiempo, de espacios individuales para las familias o las personas, más que los hacinamientos colectivos de las ciudades europeas o de otras partes del mundo. Entonces pasear por una ciudad como Huntsville puede resultar aburrido o encantador si tu vida está encauzada en el trabajo y tu sueldo es bueno. Lo encantador de esta ciudad son también los pequeños restaurantes locales, los bares con atracciones country; la comodidad de la eficacia en la gestión de las cosas, la cortesía y amabilidad de sus gentes; la suavidad y la discreción con que suelen tratarse: nadie habla alto o a voces como en España.
Makltoter.- ¿Y la religión? ¿Es verdad que son tan religiosos?
Mineklarop.- Bueno, ya lo dije antes respecto a Alvin y Belissa. El sur por lo general es fuertemente protestante. Las iglesias más fuertes son las bautistas del sur, metodistas, iglesias de Cristo, y todo un sin fin de iglesias independientes de tipo fundamentalista principalmente. Este clima de militancia religiosa tiene cosas buenas y malas. Buenas, pues en que la gente es de una honestidad manifiesta a la hora de trabajar, tratar con ellos, etc. Te puedes fiar de la gente porque esa honestidad, laboriosidad, y respeto por la individualidad de cada uno es fuerte; pero luego está ese clima de ideas cerradas, antiintelectual y un tanto provinciano en sus prejuicios. Son gente muy conservadora en lo social y en la moral, que según quien lo mire puede ser bueno o malo. Yo creo que lo primero justifica lo segundo y es también de apreciar el enfoque pragmático con que encaran la vida.
Makltoter.- Podríamos hablar ahora de la tercera etapa de tu viaje.
Makltoter.- Ok.

jueves, 11 de noviembre de 2010

AQUEL EXTRAÑO VIAJE POR AMÉRICA (I)

Makloter.- Una vez hiciste un viaje por los Estados Unidos de casi 6,ooo kilómetros, pero nunca hablaste de tal viaje. Solo comentaste el viaje en sí, pero nunca supimos cómo fueron los detalles de ese viaje. ¿Qué pasó?
Mineklarop.- Sí, fue un viaje largo y extraño. Un viaje que me hizo pensar en la insignificancia de las cosas y en la seguridad absoluta de que hay un algo más allá del tiempo y espacio que a veces percibimos. Cuando cruzábamos desiertos y parajes solitarios con aquel Chevrolet Camaro me sentí muy raro: era como un fantasma perdido.
Makloter.- ¿Cómo empezó?
Mineklarop.- Empezó en el aeropuerto Dulles de Washington. Allí alquilamos el coche y a la salida nos esperaba. Li-Tao; una amiga nuestra del pasado que ahora nos iba a conducir a su casa. Habríamos de seguirla. Así que la seguimos y yo me tuve que acostumbrar al coche con rapidez para poder seguirla por las autopistas. Rebeca y Susana iban sentadas detrás. Li-Tao era de Hong Kong pero ya llevaba mucho tiempo en los Estados Unidos. Se había casado con Joel, ahora un ingeniero físico de Nebraska, que trabajaba para el Gobierno, pero que nunca podía hablar sobre lo que hacía porque era información clasificada. Tenían dos hijas. Li-Tao era bibliotecaria del condado de Williams County.
Makloter.- Curioso, ¿de qué los conocías?
Mineklarop.- Los conocía de Austin, Texas, cuando Rebeca y yo estudiábamos en la Universidad de Texas y vivíamos en Coledridge, unos apartamentos para estudiantes casados. Un día caluroso de verano yo salí con una pelota de tennis a jugar al frontón aprovechando la pared lateral del bloque de apartamentos. Pensaba que la no haber nadie en el piso de arriba pues podría aporrear la pelota contra la pared sin problemas. Así que pum, pam, pum, por media hora o algo más. Luego me metí en casa y me tumbé en el sofá. Pero al cabo de un tiempo alguien llamó a la puerta. Pum, pum, y al abrir era Joel a quien no conocía de nada que me avisaba que él era el nuevo vecino y que aquellos golpes de pelota contra la pared les molestaba bastante. Yo, un tanto colorado, le pedí perdón y les di la bienvenida. Más tarde conocimos a Li-Tao. Eran una pareja curiosa. Él era hijo de granjeros de un rancho solitario de las llanuras de Nebraska y era alto y rubio de constitución fuerte y apetito voraz. Su familia era de origen escandinavo por parte de padre y madre. Ella era pequeña de estatura, regordeta y china. Repito, eran una pareja muy curiosa y chocante. Con el tiempo las dos parejas nos hicimos buenos amigos.
Makloter.- Y decías que ahora seguías a Li-Tao….
Mineklarop.- Sí, la seguimos por un tiempo por autopistas y avenidas y calles hasta llegar a un complejo de chales adosados tipo town houses muy cerca de un lago precioso. Nos instalamos en su casa y allí habríamos de estar un par de días o algo más, no recuerdo. Lo que si recuerdo era que aquella misma noche esperaban la visita de amigos y gente invitada y habrían de celebrar un pic-nic. Estupendo. Todos a comer en un pic-nic. Hacia las ocho de la tarde fueron llegando parejas chinas que hablaban chino entre ellas e inglés cuando decían algo general que nos incluyera a todos. Eran gente muy delicada y educada. Todos traían algún plato para contribuir al pic-nic y eran recetas de comida china. Al cabo de un tiempo llegó alguien especial que todos apreciaban. Era el padre Ambrose.
El padre Ambrose era un sacerdote católico chino que había adoptado ese nombre de origen latino. Ambrose abrazó a todo el mundo repartiendo sonrisas y frases amables y bondadosas. Recordé entonces que Li-Tao era una china católica fuertemente militante de su iglesia y que un día años atrás cuando ambos matrimonios coincidimos en Washington ella nos dijo apuntando a un mapa de China que la ambición de la misión católica china era convertir a un porcentaje importante del país. Un grande porcentaje. De aquella Joel se declaraba agnóstico y recurría a la ciencia para desprestigiar la religión aunque su familia había sido luterana y él se había criado como tal, sin embargo él pasaba de toda religión y tomaba a su mujer un poco en broma, algo así como quien es condescendiente con las gracias de un niño sabelotodo. Joel y yo solíamos bajar al sótano de la casa habilitado como sala de estar con buenos baffles de música y allí escuchábamos blues bebiendo cerveza y hablando del mundo. Rebeca y Li-Tao se quedaban arriba hablando de sus cosas: trabajo, ropa, precio de las cosas, etc.
Todo eso había cambiado en unos años. Ya antes de la llegada de los chinos al pic-nic Joel nos había contado su conversión al catolicismo. Había ocurrido durante un viaje de vacaciones a Florida. Entonces por sugerencia de su mujer fueron a ver un rostro de la Virgen que se aparecía en la fachada acristalada del edificio de un banco. Joel pudo ver aquella imagen y sufrió una conversión instantánea, de esas que obligan a uno a ponerse de rodillas y pedir perdón infinito  por todas las miserias del mundo y las propias. Luego sacó unas fotos que probaban aquella visión y Rebeca y yo intentamos descifrar el rostro como de la Virgen que pudiera ser la Virgen, pero que también podría haber sido otra cosa, pero en ese momento concluimos al unísono que efectivamente era la Virgen María. Joel a partir de aquel momento se hizo un católico devoto. Algo tuvo que ver también su estado depresivo al perder el contrato de trabajo tan importante que había tenido con el Gobierno y que lo dejó por un tiempo literalmente en el paro y en una situación muy incierta ante su futuro. Gracias a la Virgen todo se solucionó de manera satisfactoria y ahora los dos tenían buenos trabajos y un par de niñas sanas y robustas.
Makloter.- Ese pic-nic de chinos católicos me intriga…
Mineklarop.- Eran católicos con fuerte inclinación misionera y muy dedicados a su iglesia. nada que ver con los católicos que uno ve en España. Antes de participar en el pic-nic el padre Ambrose se puso ropas de misa y allí celebramos todos el culto católico en el jardín trasero del chale. El sermón era parte en chino y parte en inglés y todo estaba enfocado en la sagrada misión de convertir a los chinos al catolicismo. Luego comimos las salchichas y las costillas regadas de buena cerveza. Era ya de noche.
Makltoter.- Y esta fue vuestra primera etapa de ese viaje.
Mineklarop.- Sí, nos quedaban miles de kilómetros en el horizonte. Habríamos de llegar a California y dar la vuelta. Yo estaba delirante de placer. De nuevo el nomadismo, de nuevo la carretera, los pueblos, los sitios extraños.
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sábado, 6 de noviembre de 2010

MI VIDA Y AVENTURAS CON LA AMERICAN ROACH

Dicen que las cucarachas americanas se están habituando al clima europeo cada vez más templado. Yo, humildemente; y, sabiendo que antes irán a la Wikipedia a buscar el epígrafe sobre tal insecto, les contaré mis aventuras con la American Cockroach o Roach.

Yo conocía las cucarachas españolas que eran grandes y de color negro. Además las cucarachas españolas eran más bien torpes en comparación con la nueva cucaracha que iba a conocer pronto en América. Fue en Austin, en los apartamentos para estudiantes casados de Colorado (Colorado Married Student Housing) que estaban situados a pocos metros de la orilla asilvestrada del Río Colorado (no el del Cañón). Al primer o segundo día de vivir allí, un día oigo: “Ahhggg! ¡¡Roaches!!”. Era Robbie que estaba en la cocina golpeando con un trapo las encimeras y al parecer el objetivo de la ira eran las cucarachas. Pero, mientras que en España, el grito hubiese sido más: Ahhg! ¡Una cucaracha¡”, en Texas era en plural, algo que me llamó la atención desde el primer momento. Fui a la cocina al instante y no pude ver nada. Las muy zorras habían escapado como por arte de magia. Más adelante tuve la ocasión de conocer más este insecto nocturno y me resultó desde el principio un animal que además de inteligente es el que mejor sabe torear a los humanos.

Una noche me levanté a beber algo y fui a la cocina. Cuando encendí la luz, vi a dos o tres “roaches” (corrupción del español cucaracha: ‘cocoroaches’, luego “cockroaches” por necesidad ortográfica inglesa), que estaban mordisqueando una miga de pan o tarta que había quedado en una encimera. No se escabulleron en el momento, sino que se quedaron mirando para mí moviendo las antenas con rapidez y, preguntándose quizás, quién era este tipo que todavía no había atacado. Yo también me quedé mirándolas y pude observar que eran unos bichos color marrón de tamaño bastante más pequeño que la cucaracha española y curiosamente menos repulsivos. Estos bichos marrones parecían más bien insectos semivoladores que en algún momento habían abandonado el campo y se habían pasado a la depredación de los humanos por considerarla más ventajosa y más divertida quizás. Después de un tiempo en que ya nos habíamos tanteado y cuando traté de arrimar el hocico para decirles “hola”, de repente, como si de rayos de luz se trataran, desaparecieron. Me llamó la atención aquella velocidad de dispersión pero tenía el presentimiento de que no se habían ido del todo y de que me estaban observando desde cualquier rendija para, una vez ido, volver a la faena del mordisqueo.

Al contrario de la cucaracha española que parece por lo general en casas viejas o deterioradas, con decrépitas instalaciones de tuberías o muchos resquicios; la roach americana invade con increíble eficacia cualquier tipo de casa o apartamento, sea nuevo a viejo. Es curiosa la habilidad que tiene para descubrir los pasadizos más secretos o los descuidos de abrir y cerrar puertas, que tiene este animal. Una vez infectada una vivienda, la guerra contra ellas se va a convertir en multitud de batallas que al final suelen ganar, o si no ganan; logran pactar una especie de tregua con los dueños. Algo así como: “Bueno, a cambio de no darles la lata mucho, si nos dejan comer algo por la noche y no nos persiguen, podremos limitarnos a salir solo en la cocina y en pequeños grupos alternativos. Cuando se encienda la luz desaparecemos y aquí no ha pasado nada. ¿OK?”  Y así uno aprende a vivir con las roaches sin obsesionarse demasiado y las desinfecciones de cualquier empresa dedicada a esto, disminuyen con el tiempo. Una desinfección profesional puede aliviar el problema por un par de semanas, pero nunca definitivamente. Lo definitivo implicaría instalaciones aislantes muy sofisticadas y no siempre es garantía de pureza.

Cuando trabajaba en la cocina del Dobbie Mall, que era un comedor universitario en el campus de la Universidad de Texas; al final del día y después de limpiar todas las encimeras, mecheros de gas, los fregaderos, los hornos, etc., era cuando empezaban a salir las condenadas. Primero se las veía mover sus antenas detrás de algún parapeto o rendija: estaban al acecho allí esperando a nuestra ida o descuido. Y ya incluso estando presentes los pinches o ayudantes ultimando cualquier cosa, salían ellas como si fueran propietarias de aquel territorio por derecho. Siempre encontraban algo que mordisquear o lamer: grasa, partículas de cualquier cosa imposible de limpiar o erradicar. Al principio me llamaba la atención que el mismo personal de cocina ya ni les hacía caso, una vez acabado el trabajo. Más tarde trabajé también part-time en unos grandes almacenes en la plantilla de mantenimiento y limpieza y cuando no había nada que hacer entraba en el almacén a colocar cosas o a leer algo y allí estaban las condenadas mirándome y circulando con desafío por encima de frascos, latas y calderos. Una vez cogí un potente spray con agua y les declaré la guerra con rabia. Fue una guerra simpática: ellas reculaban cuando las chorreaba, se escondían pero al momento salían por otro sitio siempre moviendo sus antenas con gracia y yo vuelta a chorrearlas, pero ya todo como si fuera un juego divertido donde ellas se lo pasaban en grande. Imposible. Acabé pasando de ellas.

Pero no. No era fácil. Son bichos que necesitan al humano como espejo de su existencia. No pueden pasar sin exponerse al peligro de la furia o desesperación humanas viendo su batalla perdida contra ellas. También les gusta ver al humano rendido ante la evidencia de su derrota y posterior pacto de convivencia. La abuela puede estar leyendo su biblia en la cocina aceptando la dulce compañía de unos bichitos que la observan mientras comen o lamen los minúsculos restos de comida. Las hembras llevan su depósito de huevos como una prolongación de su abdomen y echan ootecas considerables. Yo creo que todo el mundo en Texas (no sé de otros sitios pues Texas por su clima es el sitio ideal para ellas), se ha acomodado de alguna manera con este bicho. Es ya parte del inconsciente colectivo del estado y, hasta me atrevería a decir, que mucha gente ya no podría pasar sin ellas.

Recuerdo el caso más extremo de tolerancia hacia estas roaches. Era una pareja amigos de la universidad que vivía cerca de nosotros, en los Gateway Apartments, en la West 5th. Pero eran una pareja con una conciencia ecologista de tipo místico-religioso que iba además acompañado de una escrupulosa dieta micro orgánica o rayos por el estilo y un feminismo de militancia radical, de tal manera que ella cuando dejaba ver sus pantorrillas al alzar el sari indio que normalmente usaba, dejaba ver unas peludas pantorrillas que nunca afeitaba por ser un acto de conformismo opresivo y machista. La primera vez que nos invitaron a su casa fue curioso ver miles y miles de roaches pululando por aquella cocina y mesa de comedor en plena libertad de circulación y sin tener conciencia de peligro alguno ante la presencia humana. Al mostrar nuestra sorpresa ante tal situación ellos nos respondieron que respetaban la libertad de las cucarachas como un derecho a la vida y que habían aprendido a vivir con ellas sin problema. Efectivamente, allí estaban contemplándonos con cierta sorpresa, como diciendo: “Y estos ¿quiénes son? ¿No nos los van a presentar?”

Podría hablar más de estos bichos, pero dicen que ahora con el cambio climático ya se están empezando a habituar a Europa, así que pronto tendremos que conocer nuevos inquilinos-inmigrantes americanos que nos van a enseñar a cómo llegar a un pacto de caballeros para la mutua convivencia de los humanos con los insectos.