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martes, 8 de febrero de 2011

OS HABLO DE MI BARRIO DE MONTEVIL

Nunca os hablé de mi barrio. Mi barrio se llama Montevil y está más bien en las afueras de Gijón. Vivo en la calle Azorín y desde mi ventana de la biblioteca veo un parque. Tenemos un parque a la vista con zona infantil. A mi me gusta esta vista y además el piso recibe mucha luz. Por detrás hay una zona verde con piscina incluida. Los veranos es una zona muy animada. A veces, sobre todo por la noche, voy a dar una vuelta por los alrededores. Paseo por los parques ya que hay otro con canchas de baloncesto y bolos más arriba. Mis paseos son también una meditación. A veces medito sobre una idea y me gusta darle vueltas, llevarla a los extremos, a los absolutos, a su fuerza o debilidad. Si la noche está estrellada disfruto mucho viendo las estrellas o la luna. Suelo pararme por un momento en un lugar desde donde la vista del espacio cobra más fuerza y misterio. No sé por qué, pero hay lugares especiales a los que coges cariño y vuelves a ellos para estar a gusto. Y los hay que resultan desagradables y los evitas. Hay una correspondencia entre el paisaje y el estado de ánimo que resulta curiosa. Hay zonas o pequeños territorios que te hacen evocar mundos de inocencias perdidas y resulta muy agradable contemplarlos y seguir su geografía, su topografía, o su vegetación. En estos paseos logro que la mente descanse y se desplace hacia lo efímero de este mundo al mismo tiempo que recompongo ni existencia en función de lo infinito. En definitiva, me lo paso bien con mis paseos por el barrio.

Hay una cafetería que es la más antigua de Montevil y allí solemos tomar una cerveza. Antes la llevaba la madre de quien la lleva ahora. Me acuerdo cuando la abrieron. Quien estaba tras el mostrador era una señora con carácter y con gracia de unos cincuenta años. Su marido era conductor de los Alsas y solía aparcar el autobús en frente de la cafetería. Era la ruta Villaviciosa-Gijón. Tenía la típica cara asturiana de aldea; es decir, cara “roxa” y regordeta, ojos azules, y cuerpo fortachón. Cuando llegamos Robbie, Roxana y yo a vivir al barrio ya empezamos a ir a esta cafetería. Ahora la lleva la hija y su marido.
A unos ciento cincuenta metros para arriba tenemos un grupo de viviendas sociales y entonces es fácil ver algún gitano por la zona. El cuartel de la Guardia Civil está bastante cerca. La zona del cuartel para allá es la antigua o primera barriada de Contrueces. Suelo a veces pasear por allí y es una zona que me recuerda mis primeros años en la ciudad de Gijón allá por los primeros 60. Eran tiempos bien distintos y con otra tonalidad que la que respiro ahora cuando pateo las calles. Antes la vida era más apara afuera, para la calle. Ahora es más para adentro, para la tele, el ordenador, los juegos electrónicos, los vídeos de películas. Bueno, los bares siguen llenos, pero no hay tantos como antes. Hay sidrerías con solera y mucho estrépito al hablar a voces, como es costumbre en Asturias. Contrueces y Montevil son barrios de clase obrera o pequeña clase media en algunas zonas.

Tenemos una iglesia mormona a cien metros, en frente de un supermercado Alimerka. Es un sitio con un pequeño jardín bien cuidado y media cancha de baloncesto. Me recuerda el centro mormón para estudiantes de la universidad de Texas; es casi la misma construcción y forma. La parroquia católica de Contrueces está a pocos metros de la iglesia mormona, y algo más allá hay una iglesia evangélica. Los testigos de Jehová tienen su salón del reino no muy lejos de la zona. O sea, está es una zona de variedad religiosa aunque no tanto cultural. No tenemos tantos inmigrantes viviendo por aquí como ocurre en otros sitios. Se puede ver una pareja mora ocasionalmente, alguna que otra pareja gitana-rumana y para de contar. Gijón no es una ciudad de promisión.

Bueno, pues esto es un poco de lo que es mi barrio.

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