Buscar este blog

domingo, 20 de febrero de 2011

ME GUSTA MI PEQUEÑA IGLESIA PROTESTANTE

Me gusta ir a mi pequeña iglesia protestante y disfrutar del culto, de sus himnos, de su música, de su lectura de la biblia, de su sermón basado en textos tan antiguos. Me gusta ese espacio sagrado, de sentido solemne, de apertura al espíritu; de comunidad eterna entre personas que ven la vida como de paso a otras eternidades o infinitudes.

Me gusta cuando se leen historias de Abraham o de José, o de Daniel; o de cuando el mundo se creó y como trasfondo ese caos y esa oscuridad tan temible. Me gusta oír a los profetas con su alambicado lenguaje y sus prédicas tan graves y sus amenazas que salen de la boca como dardos mortales.

Me gusta oír las historias sobre Jesús de Galilea y sus apóstoles caminando por aquellos parajes del Israel colonizado por los romanos. Me gustan esas palabras tan directas e indirectas y a veces confusas, pero siempre hay predicadores o pastores que saben descifrar el misterio con soltura y luego todo acaba en una gran lección moral o de salvación confirmada por el perdón.

Me gusta disfrutar de ese oasis espiritual en un mundo tan inmerso en las preocupaciones mundanas que se suceden unas tras otras y luego los cotilleos políticos y las adhesiones partidistas y las conversaciones en clave pedestre y terrestre y aburrimiento asegurado.

En mi pequeña iglesia protestante recordamos los misterios, la gran salvación de la cruz; la vida eterna, la comunidad de los elegidos; los textos antiguos de nuestros patriarcas y profetas. Hay un espacio sagrado, apartado, donde se puede oír la voz de D-ós y todos somos hermanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario