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viernes, 30 de julio de 2010

LLEGADA A ISRAEL

Después de un largo viaje de avión: Asturias-Madrid, Madrid-Bruselas y Bruselas-Tel Aviv, por fin hemos llegado a Israel.

El Aeropuerto Ben Gurión es la primera impresión que tengo y decir que hace 5 años que lo hicieron nuevo o lo reconstruyeron y es de arquitectura supermoderna con espacios amplísimos y al mismo tiempo acogedor.

Son las 2:15 de la mañana y estamos en el hotel Dan Panorama no muy lejos de la ciudad antigua de Yaffo. Yaffo y Tel Aviv forman una misma zona urbana, pero Yaffo es algo más destartalado. Yaffo fue una ciudad árabe en su época y aun creo que sigue teniendo cierto porcentaje de población árabe, pero eso no lo veo desde el 15 piso de este hotel.

Ahora me asomo y qué veo a las 2:30 la mañana desde este 15 piso?..... (un momento)

Una avenida costera, una avenida con edificios altos que va en dirección centro de ciudad. Coches, taxis, etc.. Temperatura 27 grados.

Shalom

Vital/Nesalem

TEL AVIV, REHOVOT, ASHDOD, JERUSALEM

Tel Aviv. Salimos del hotel, nos recoge Emmanuel el chofer y guía del grupo y, después nos dirigimos al museo de la Diáspora situado en la Universidad de Tel Aviv. Emmanuel nos repite un par de veces que Israel no tiene nada de materias primas, nada de recursos naturales como tienen otros países, pero que tienen y cuidan la materia gris de su juventud porque eso es el futuro de su país. Nos habla de la dura selección que se hace en Israel para entrar en la universidad estatal, y, quien no entra en ella tiene que ir a las universidades privadas que salen mucho más caras. Parece bastante diferente a España donde todo el mundo entra en la universidad sin mayores problemas, pero que a la larga va rebajando los niveles de exigencia, o, por lo menos se intentará para no “defraudar” a nadie. La extensión de la universidad es considerable. Podemos ver las diferentes facultades y el campus ajardinado. No hace mucho calor, pero el poco calor que hace es húmedo.

Entramos al museo de la Diáspora donde hay una placa que dice: Esta es la historia de un pueblo que habiendo sido dispersado por todo el mundo, sin embargo permanece siendo una sola familia. Una nación que una y otra vez parecía condenada a la destrucción y, sin embargo, se tornó a levantar de sus ruinas. Vamos así repasando la historia del pueblo judío a través del mundo en forma de fotos, maquetas y de sinagogas que adoptan y asimilan los estilos arquitectónicos de los diversos países donde han servido de centro de culto y vida social. Vemos escenas de las principales fiestas judías: la Pascua, Purim, Hanukka, bodas, circuncisiones, bar mitzvahs, etc. Tel Aviv como ciudad produce una impresión de actividad, de trabajo, de negocios. No es una ciudad que a simple vista resalte por ser vistosa o elegante; hay rascacielos que muestran el puje económico que representa, hay tiendas de todo tipo, hay amplias avenidas y calles normales sin mayor estética que ciertas construcciones utilitarias y funcionales que han servido y sirven para construir una nación de emergencia. Destaca un tipo de bloque de viviendas que luego se repiten en Rehovot y otros sitios, supongo. Son las viviendas que recibían a miles de inmigrantes de muchos países y muchos llegaban sin nada y listos para comenzar una nueva vida en el Israel soñado con ayuda del Estado que subvencionaba todas sus necesidades hasta que lograban reiniciar sus vidas.

Después de esta visita fuimos a ver el Instituto de Ciencias Weizman. Allí está el mausoleo donde está enterrado este hombre de ciencia que también fue presidente de la nación en los años después de la independencia hasta el 1952, estando de primer ministro a David Ben Gurión. Toda una institución dedicada a la investigación en todo campo de la ciencia y tecnologías de vanguardia con profesores que viven allí mismo en buenas casas ajardinadas y con comedores buenos y baratos para que el tiempo esté plenamente dedicado a lo esencial. De nuevo Emmanuel, el chofer y guía nos repitió la misma frase: No tenemos nada, pero si materia gris….etc.. Esto mismo lo repitió en Ashdod que fue otra de nuestras visitas durante el día.

Estoamos en Jerusalén y hemos paseado por las cercanías del hotel en una zona que nos sorprende por la educada forma de conducir, las tiendas yuppies, la gente respetuosa, etc. Nos ha sorprendido mucho la entrada a Jerusalén. Es una ciudad que promete y mañana hablaré de ello. Hay mucho más que contar pero Ana me dice que el partido de España-China ¿ ¿Era China contra el país que juega España? Va a empezar y lo ponen en pantalla gigante en el lobby del Dan Panorama.

Hay mucho que escribir, mucho…
Vital / Nesalem

MAR MUERTO


Hemos flotado en el Mar Negro. Me he embadurnado de barro y lodo porque según Emmanuel, viene muy bien para molestias musculares o problemas de piel como la psoriasis. No padezco soriasis pero es un placer embadurnarse con barro dentro del Mítico Mar Negro cuta salinidad y contenido en minerales te permite flotar sin nadar. Doy fe de que es así, pero hay un problemilla: cuando tratas de ponerte de pies no puedes y el agua te torna a posición supina como cuando pretendes hundir un globo en el agua y el globo te opone una fuerza sorprendente. Como no puedes nadar de modo convencional te ves en situación extraña: tienes que relajarte y seguir echado flotando.

La playa es particular y pertenece al kibutz En Gedi. Desde la playa y mirando a los montes del desierto de Judea, no muy lejos, están las cuevas de Qumram donde aparecieron los manuscritos del Mar Muerto. Más tarde pudimos verlas algo más cerca. Allí un grupo de los llamados esenios se retiraron a una vida comunitaria para practicar la Torá de una manera más pura, alejados de la influencia del Templo en Jerusalén. Hay veces en que uno puede acercarse a los lugares físicos donde tuvieron lugar acontecimientos históricos que se pierden en la lejanía de los siglos y que ya forman parte del territorio de la imaginación personal, de los rincones míticos en nuestra alma, a donde llegamos siguiendo los caminos de la nostalgia creativa, de los misterios que nos hacen revivir la historia como arquetipo universal. Qumram y los esenios forman parte de ese imaginario producto de lecturas, de un interés particular por una época en que se gesta el mesianismo, las esperanzas apocalípticas entre las cuales también se gesta el cristianismo. Los esenios forman en Qumram una extraña comunidad que anhela recuperar el auténtico significado de Israel como pueblo elegido de Dios, separándose de un Templo ya contaminado por un sacerdocio corrupto y vendido al invasor romano. Es destino de los esenios de Qumram es la separación, el exclusivismo, la lucha contra el mal el cual conciben como próximo a su fin cuando el príncipe Justo venza a al príncipe de la mentira en un combate cósmico y por eso ellos han de vivir la ley en su máxima pureza. Ellos son el Nuevo Israel.

Y allí estaban, a la vista, con el Mar Muerto como trasfondo, las cuevas donde un pastor árabe encontró los famosos rollos que mañana veremos en Jerusalén en el museo de los manuscritos del Mar Muerto. Real, pero extraño ¿Cómo forzar la imaginación hacia aquella época cuando nos suena el móvil en un instante, cuando nuestras tarjetas de crédito nos permiten in a Jerusalén y dormir en buenos hoteles, pasear por elegantes paseos llenos de judíos americanos y otros peregrinos de la posmodernidad con el portátil bajo el brazo y capaces de ver el mundo a través del Google Earth?

Pero antes habíamos estado en Masada y Masada requiere otra crónica aparte. La montaña de unos seiscientos metros bajo el nivel del Mar Muerto, o sea 200 sobre el mar. Estamos en el desierto de Judea. Subida en teleférico. Calor. Desde arriba se ve toda la planicie al lado del Mar Muerto. Se ven también los campamentos romanos que a base de testarudez y demostración de fuerza y paciencia lograron romper las murallas de la fortificación herodiana en aquel momento en manos de los rebeldes zelotas liderados por Jonathan. Cuando llegaron a entrar novecientos zelotas y sus familias se habían suicidado de manera colectiva.

En Israel nadie te asedia pidiendo por las calles, se conduce de manera decente y normal, nadie te regatea por los precios porque hay precios como en cualquier país civilizado. Es un país con buena actitud hacia el turista, y buenas infraestructuras. Pero de eso habrá más.

Vital/ Nesalem

JERUSALÉN


En Rehovot mirábamos el puerto desde la colina de Jonás. Parece ser que la ballena de Jonás lo arrojó al mar en la costa de Azoto que era como se llamaba en aquellos años esta ciudad. Ahora Jonás goza de una estatua que conmemora tal acontecimiento y la estatua es una ballena o algo así. Desde esa colina se puede ver el puerto, el más importante de Israel después de el de Haifa. Es a este puerto precisamente a donde llevaron el barco de los “pacifistas” la marina israelí. Pero desde la colina se puede ver todo un gran complejo de industria petroquímica y otras industrias. La ciudad quedaba a nuestra izquierda con sus edificios grises o blanquecinos y los bloques de barriadas hechos con la urgencia que requería una inmigración masiva. Israel ha venido experimentando muchas de estas “aliyahs” o inmigraciones a la tierra de Eretz Israel.

Con la vista de la ciudad a nuestra izquierda Emmanuel, nuestro guía, nos señaló los edificios dónde habían caído dos cohetes Katiuska lanzados por Hamás desde Gaza hacía unos tres años. Hubo muertos y heridos. También nos habló de lo que supone vivir siendo objetivo de Hamás por un lado y de Hezbolá por el otro. Si los cohetes de Hamás tienen un radio de 40 km, los misiles de Hezbolá lo tienen de 300. Es vivir en la constante inseguridad. Para neutralizar tales ataques Israel ha desarrollado un sistema de misiles que detectan el momento de salida de dichos misiles y los destruyen antes de que causen destrozos. Antes de venir a Israel pensábamos que veríamos al ejército patrullando por muchos sitios, quizás haciendo controles en las carreteras o en las calles; pero la verdad es que hasta el momento la vida israelí parece transcurrir con absoluta normalidad.

Es el tercer día en Jerusalén, pero hoy hemos empezado a visitar la ciudad per se. Hoy hemos subido al Monte Scopus donde está situado el cementerio británico de los muertos en la primera guerra mundial y en los años de mandato palestino. Más allá está la Universidad Hebrea y luego pudimos bajar hacia el Monte de los Olivos donde se puede ver la Jerusalén antigua amurallada con murallas turcas del siglo XVI y no las de la época de Jesús las cuales fueron arrasadas por los romanos en el año 70, aunque luego hubo más murallas con los bizantinos, con los árabes, con los cruzados, con los turcos, etc., de tal manera que la actual antigua Jerusalén está edificada unos bastantes metros sobre la antigua Jerusalén judía y es más una ciudad reconstruida por el imperio turco que entre otras cosas edificó las murallas actuales obra de Solimán el Magnífico. Y el monte de los olivos efectivamente responde al nombre y es un monte más pronunciado de lo que yo pensaba. La elevación de Jerusalén es de unos 800 metros que no es broma y las colinas o montes de Judea donde está situada no son precisamente cerros, sino zonas de cierta pendiente que forman valles un tanto cerrados hoy día ya urbanizados y al Monte de los Olivos no subía Jesucristo dando un paseo, sino que requería ciertas ganas de caminar, más en plan de excursión, que de pasear porque sí. Efectivamente hay olivos y algunos ya son milenarios.

MÁS JERUSALÉN


No hace ni una hora que hemos vuelto de visitar la Iglesia de San Juan Bautista donde la tradición dice que nació Juan el Bautista. Esta iglesia está situada en En Kerem, pueblo situado a 4 km de Jerusalén en un valle algo profundo poblado de árboles. Este pueblo había sido árabe antes de la Guerra de Independencia y desde él, según Emmanuel, hacían hostigamientos a la población judía de Jerusalén. Ahora está habitado por israelíes y se ve cierto ambiente de relax, de buenos restaurantes, de naturaleza privilegiada. Hasta ahora hemos conocido una Jerusalén ordenada, limpia, con un tráfico y vías de comunicación bastante organizadas. Se conduce como en cualquier ciudad europea o quizás mejor. No se oyen los pitidos típicos de las ciudades marroquíes, o esa sensación de agresividad que indica mala educación o falta de respeto en muchas ciudades españolas o italianas. Se observa bastante civismo. Por otra parte nadie te acosa por las calles o los semáforos tratando de venderte todo, las cosas tienen su precio y se compran a ese precio. En esto como en otras cosas hay cierto aire europeo o americano. Se construye siguiendo unas directrices que requieren un porcentaje de piedra y otro de otros materiales. Es una ciudad de color blanco amarillento o crema que no presenta esa discordancia o desorden urbanístico que se puede palpar en tantas ciudades. Según Emmanuel, vivir en ciertas zonas de Jerusalén resulta caro, bastante caro en algunos casos, y la demanda de apartamentos por parte de muchos americanos o europeos ricos mantiene los precios en los seis dígitos. Personalmente es una ciudad que me ha cautivado, tiene todo lo que la modernidad puede ofrecer y se puede también descender en el tiempo a la Jerusalén histórica y con algo de imaginación Jerusalén se convierte en la Jerusalén mítica de tantos anhelos y esperanzas para tanta gente. Jerusalén es también la ciudad de los contrastes religiosos, culturales, étnicos e históricos.

Antes de visitar En Kerem habíamos estado en el Monte Herzl. Allí está el cementerio militar judío con miles de tumbas y luego podemos visitar las tumbas de Isaac Rabin, asesinado por un fanático judío. Es una tuba sencilla donde yace también su mujer Lea. Luego siguiendo el mismo sendero rodeado de árboles y jardines donde hay gente sentada en el césped disfrutando de la sombra, se puede ver la tumba de Levi Eshkol, primer ministro de Israel cuando la guerra de los seis días.; la mujer de hierro: Golda Meier y otros. Luego, en el centro de una gran explanada que ocupa la cumbre del monte, yacen los restos de Theodore Herzl, fundador del sionismo en el siglo XIX; cuando la idea del retorno judío a Israel parecía una quimera rayana en la locura. Herzl fue un teórico más de la cuestión nacional en este caso aplicada al pueblo judío que por sus peculiaridades resultaba un proyecto político muy complicado, casi imposible. Hace calor y tenemos la suerte de ser el único grupo de visita. Como es el Shabat nada está abierto, hay menos tráfico de lo normal. Los ascensores de nuestro hotel está en sus mínimos, o sea, funciona uno de los tres que hay disponibles. Por las calles se ven cientos y cientos de judíos ortodoxos y ultraortodoxos con sus gorros redondos de piel, sus mantos blancos con las filacterias. Otros visten trajes negros con sombreros, muchos llevan la barba larga y las tonalidades raciales son muy variadas: hay judíos rubios de ojos azules, los hay pelirrojos, otros muchos son morenos tipo mediterráneo; pero otros muchos son ya muy morenos con caras alargadas o redondas y, también se ven bastantes judíos negros quizás de origen etiope, pero también negros que podrían ser nigerianos u otra nacionalidad.

Anteriormente habíamos comido en el barrio cristiano ya en la ciudad vieja de Jerusalén dentro de las murallas de Solimán. Comimos un pollo metido en pan pita con especias y tomate en un pequeño negocio de un armenio que solo servía dos cosas y varios tipos de refresco. Pero para llegar a comer a este sitio antes habíamos recorrido las llamadas estaciones de Jesucristo que son 14 según los católicos, ortodoxos y coptos. Al final de trayecto uno acaba en la Iglesia del Santo Sepulcro que, de acuerdo a las descripciones y cálculos bíblicos e históricos está construida sobre lo que era el Gólgota, lugar de crucifixión de ladrones y bandidos y donde fue también ajusticiado Jesús. No era este un monte tan alto y tan sobresaliente según representaciones cristianas, sino un pequeño relieve en las afueras comido y absorbido por las diferentes reconstrucciones de la ciudad y hoy día totalmente cubierto por las piedras de esta iglesia que cuidan y protegen de forma competitiva y agresiva franciscanos católicos, popes ortodoxos, coptos y armenios. Todos tienen su parcela y sus iglesias son bastante celosos de ella. Recordemos que el año pasado salía en la televisión española la pelea en que se engarzaron por Navidad curas y popes barbudos a patadas y puñetazos hasta que intervino la policía israelí.

Pero seguiremos hablando mañana. Muro de Lamentaciones. Paseo nocturno por barrios con toda seguridad y tranquilidad. Total ausencia de soldados o policía visible. Cosa que nos sorprendió. Sino fuera por las noticias tan distorsionadas que llegan a España, se podría decir que en Israel se vive una vida tranquila y seguira. No así en la parte palestina donde también estuvimos cruzando la Gran Muralla. Algo impresionante. Otro mundo.

Vita // Nesalem

VALLE DEL JORDÁN Y ALTOS DEL GOLÁN



Escribo desde el Kibbutz Lavi en Galilea. Este kibbutz ofrece instalaciones turísticas de primera calidad. Nos han alojado en habitaciones de cuatro estrellas y seguidamente hemos ido a cenar al comedor colectivo lleno de kibbutzin y gente con vestimenta conservadora de levita, bucles y sombrero. Según bajamos del microbús un guardia ya de cierta edad de corta estatura y con unas barbas de rabino nos recibe con el fusil cetme colgando del hombro. No solo lleva el fusil con el cañón para abajo, sino que el cinturón está lleno de cartucheras. Ahora mismo está por aquí por el lobby mientras escribo en la zona Wi-fi y un montón de gente mira el partido de España-Holanda en la pantalla gigante. A veces gritan pero yo sigo escribiendo. Hay un grupo de chavales de edad de instituto hablando inglés americano; supongo que lo son, pero muchos judíos en israel hablan inglés y con el inglés me muevo como en casa.

Llegamos a este kibbutz, que está en el programa, después de haber estado en Safed, la ciudad del misticismo judío y la Kabbalah. Sabed está situada en la alta Galilea y la alta Galilea es un paisaje de montañas y valles poblados de árboles y valles fértiles con todo tipo de fruta y verduras y cincuentamil cosas más. La comida del kibbutz era excelente, en general en los hoteles se come de buffet y el buffet está lleno de vegetales de todo tipo, de pescados ricosy otras delicias cuyo nombre tendré que aprender. Ana está encantada con la comida y yo más. Safed es un pueblo de 40,000 habitantes situado en la ladera de una colina que mira a un amplio valle y este pueblo es emblemático porque en el siglo XVI varias familias sefardíes vinieron a vivir a este pueblo, entre ellos José Caro e Isaac Luria. Estos dos sabios judíos fundaron sinagogas al estilo sefardí, o sea, lugares de reunión donde la gente se sienta mirándose unos a otros y de manera más informal que sentados en fila mirando al frente hacia los rollos. Hemos visitado las dos sinagogas y hemos paseado por el antiguo barrio judío. Safed en esa época era un pueblo con población musulmana, cristiana y judía. Pero Safed también es conocida por los combates del Irgún y Hagana (dos grupos armados israelíes) contra los destacamentos árabes que tenían el control del pueblo. La población judía del 48 estaba constituida por unas decenas de familias sin posibilidad de defenderse. Los combatientes israelíes lograron contrarrestar su inferioridad numérica con un enorme mortero de fabricación familiar que a base de un ruido tremendo nocturno daban la impresión de ser un ejército mucho más poderoso. La población árabe comenzó a huir y los combates finales lograron inclinar la balanza a favor de los israelíes.


No es el momento de hablar de Kabbala, aunque el clima de Safed inspira misticismo judío. Hay muchas salas de arte con temas inspirados en esta escuela de sabiduría esotérica que comenzó en Toledo, Barcelona, Gerona y luego; tras la expulsión continuó en Safed. Las calles del pueblo son laberínticas y retorcidas con algunas plazas donde se `puede ver gente tomándose un refresco. Una mayoría de la población es ortodoxa y visten al uso. Hasta se ven niños con el sombrero y la levita y el sombrero y resulta simpático. El nivel de vida se ve alto y también se puede comprobar que se está convirtiendo en un lugar de veraneo de muchas familias israelíes. Antes de llegar a Safed habíamos visitado los altos de Golán. Hemos subido al Monte Avital (1,600 m) y desde allí pudimos ver territorio sirio. Efectivamente la frontera siria estaba a unos cuatro kilómetros. En realidad estábamos en una de las zonas más conflictivas del mundo, pero nada hace pensar que sea así, salvo el monte de en frente: el Monte Emel con toda una cumbre militarizada y con los mejores aparatos de detección de movimientos en toda la frontera entre Siria e Israel. Recordemos que los altos de Golán servían, antes de la guerra de los seis días, de balcón sirio desde el cual cañoneaban y disparaban a capricho los kibbutzs de la zona del Mar de Galilea y las ciudades cercanas. Una vez conquistadas estas colinas y montañas el peligro desapareció por el momento. Hemos visitado uno de los búnkeres israelíes que dominan todo el gran valle de la zona siria, se podían ver pueblos lejanos con sus minaretes y alguna reserva de agua. Al otro lado de Monte Avital se ve toda la alta Galilea a vista de águila. A la vuelta y ya en dirección Safed pudimos ver las dependencias del alto mando sirio cuando la frontera tocaba el mar de Galilea y sobretodo los campos minados con letreros de peligro en las faldas de las colinas en terreno rocoso. Estas minas antitanques y personales habían sido sembradas por los sirios en la guerra de Yon Kippur en el año 1973 cuando los sirios intentaron recuperarlas y fracasaron. Cuando los tanque israelíes se acercaban sobre Damasco, los sirios pidieron rápidamente el alto el fuego. También era posible ver tanques sirios destruidos en algún campo cercano y más allá fue posible ver unos pocos tanques haciendo maniobras no muy lejos de la carretera.

Anteriormente veníamos del Valle del Jordán cruzando Cisjordania. Toda esta zona está llena de kibbutzs que trabajan las fértiles tierras del Jordán. En teoría esta zona es zona palestina, pero por razones administrativas complejas que no entiendo es zona segura para viajar. Las carreteras son buenas y cuando se para en algún pueblo de la ribera del jordán cerca ya del Mar de Galilea parecen pueblos con alto nivel de vida, una alta producción agrícola. Me recuerda la urbanización de los pueblos americanos con la excepción del tipo de casa. Son poblaciones que dan impresión de modernidad, de actividad, de organización, de saber hacer las cosas. Invitaría a muchos españoles que no dejan de detestar Israel visitarlo y verlo y palparlo. La impresión que reciben a través de nuestra prensa es nefasta y obedece a criterios de ideología pro-árabe descarados.

Este viaje comenzó en Jerusalén, para después bajar a la actual ciudad árabe de Jericó y luego seguir el Valle del Jordán hasta los altos del Golán.

Queda por escribir la experiencia de pasar la Gran Muralla y la descripción e impresión del Muro de las lamentaciones y tantas otras cosas que con tiempo se escribirán.

Vital/ Nesalem desde el Kibbutz Lavi.

CAFERNAÚN, NAZARETH: JESÚS Y ALÁ


Me metí en el Mar de Galilea descalzo y con los vaqueros remangados. Quise caminar sobre las aguas como lo había hecho Jesús, pero fracasé en el intento y me mojé. Las leyes naturales desafían con absoluta arrogancia y seguridad el anhelo de la fe. El agua estaba caliente al principio. Demasiado caliente. Luego a medida que fui entrando, fue enfriando hasta llegar a ser agradable. La temperatura del momento era 40 grados a la sombra y la evaporación del Mar de Tiberíades formaba una frágil neblina. Al fondo estaban las montañas del Golán. ¿Qué sucedió en estos escenarios? ¿Qué sucedió REALMENTE en estos escenarios en vida de Jesús? Porque Jesús tuvo que haber sido un personaje conocido en la zona como lo hubiera sido cualquier personaje peculiar en un puerto de mar como Luanco o Candás, por poner un ejemplo. Si Jesús era de la aldea de Nazaret, cuando bajaba a Cafernaún que era donde se movía, era como si Pachu Fernández, el chaval ese tan listo y tan religiosos de Sariego bajare a la Pola. Es decir, todo el mundo lo debía de conocer, conocerían a su padre, a su madre, sus circunstancias personales como se suele hacer en los sitios pequeños; y Cafernaún no dejaba de ser un sitio pequeño en aquella época. Jesús se encontraría con la gente de su edad: con Pedro, con Jacobo, con Felipe, etc. Iría a la plaza del pueblo a pasear y a charlar y gastar bromas o sufrir las bromas de algunos, porque Jesús debía de ser algo peculiar. Jesús posiblemente se preocupaba de las cosas religiosas con más seriedad que los demás chavales de su edad, y, eso; aunque los rabinos o maestros de la sinagoga lo considerasen bueno, no dejaba de mosquear a los chavalotes y las chavalas que seguro que alguna andaba detrás de él. Y no solo a los chavales, sino a los mayores también. Ya sabemos cómo es la suspicacia de los pueblos o lugares pequeños.

Todo esto me lo podía imaginar después de haber visitado Nazareth y los pueblos o aldeas de la alta Galilea y más viendo las ruinas de Cafernaún. No tiene nada que ver la Galilea actual con la de entonces, pero uno puede imaginarse lo que pudo suceder en aquellos lugares tan nuevos pero familiares al mismo tiempo. El mito se encarna en el paisaje. La realidad vuela por algún sitio. Cuando piso las ruinas de Cafarnaún y veo el lugar donde estuvo situada la sinagoga y los cimientos de las casas de piedra y el Mar de Galilea allí mismo y el quiosco que vende Coca-Cola y camisetas y gorras de Israel y Tierra Santa o suvenires de todo tipo; pienso que la realidad está a la altura de la mano. Jesús curó a la suegra de Pedro aquí mismo, en alguna de esas casas, y la señora tenía una fiebre alta. Jesús era una persona con cierto carisma de profeta o hombre santo. Me imagino cuando sale de la casa, las calles bulliciosas de gente que lo saluda: “Ahí está Jesús el hijo de José y María otra vez. ¡He Jesús! ¿Cómo está tu padre? Dile a tu hermana Mariam que Elisabeth la de Jonathan Ben-Eliu quiere darle el vestido que le prometió. Dales saludos a Yohakim de mi parte cuando vuelvas al pueblo, etc… ¡Jesús, ¿Te tomas un trago de buen vino antes de partir?, etc.

Hay un lugar cercano a Cafernaún que la tradición dice que fue el monte del famoso sermón. Lo he visto y contemplado y es posible que allí sucediera algo. Me imagino a Jesús con unas ideas muy claras sobre lo que ha de ser el judaísmo correcto, el judaísmo de los profetas, de los hombres como Juan el Bautista. Es un Jesús ya maduro, con sus treinta años encima, y con ganas de predicar aquello que sus intensas experiencias con el Bautista o con algún maestro esenio le impulsan a pregonar. Hay que imaginarse las corrientes contraculturales y críticas del momento que tenían como blanco la corrupción del Templo de Jerusalén, las connivencia del establishment saduceo con los romanos, la cultura gentil griega de ciudades como Escitópolis y otras con influencia y población griega. Jesús es un hombre contestatario que cree que la religión debe de ser más seria e ir al corazón de la gente en lugar de las apariencias y el formalismo o como pretexto para vivir bien y lavar la conciencia de los hipócritas.

Podría seguir imaginándome cosas y más cosas porque cuando miro el paisaje galileo, las montañas cercanas o lejanas, los caminos, la población actual, el cielo; las nubes y el Lago de Genesaret, creo que veo la realidad: estoy viendo lo que Jesús pudo ver cuando miro a las montañas lejanas: eso es algo que puedo compartir con él, cuando miro al Mar de Galilea, me lo puedo imaginando mirando también a este lago tan familiar y prosaico hasta cierto punto: lugar de pescadores amigos, de gente conocida, de meditaciones calladas. Luego la sinagoga y la lectura de los rollos y la seriedad de Yavé o Yah o lo impronunciable.

Nazareth hoy día es una ciudad de 40 mil habitantes que junto a otros pueblos de los alrededores forma una zona urbana algo densa y con tráfico intenso. En Nazareth saqué dinero de un cajero y bebimos agua mineral Nestle. Nazarteh es una ciudad que vive del turismo, que tiene una población árabe importante y que al lado mismo de la iglesia de la Anunciación hay un anuncio bastante grande y visible en inglés que dice: “No hay más camino que Alá y todos aquellos que buscan otra cosa que no esté escrita en el Corán están perdidos.” Un mensaje de verdadera tolerancia islámica precisamente en el pueblo donde mejor podrían demostrar su “tolerancia”. Pero no es así y la gente del buen rollito progre española o de otros sitios deberían de tomar nota: Esta gente no miente, dicen lo que realmente siente y sin miedo o inhibición alguna, aunque sea en el mismo Israel tan “represivo” y tan “fascista”, según ellos; aunque sea en Nazarteh. Pónganse señores a escribir algo parecido en un anuncio publicitario y en clave cristiana en Medina, La Meca, Fez, Teherán. Estamos muy ciegos.

Vital /Nesalén
Tel Aviv

EL MURO DE LAS LAMENTACIONES


La gente salía caminando para atrás y yo también salí mirando para atrás viendo los cientos de fieles orando frente al muro ( el kotel) con sus kippas o sombreros negros llamados o sus mantones de rezos y las filacterias o tefellín colocados en brazos o la cabeza. Allí encima de las mesas de oración estaban los rollos de la Torá y un lector leyendo en voz alta rodeado de fieles, otros cantaban o hacían alguna exhortación. Las mesas acogían a diferentes grupos de diferentes partes del mundo venidos a recordar el otrora templo de Jerusalén donde se celebraban los sacrificios de expiación y donde residía el alma de Israel con el sancta sanctorum (kodesh ha-kodashim) en el centro. Los bloques del actual muro pertenecen a diferentes eras, pero los primeros bloques que constituyen la base pertenecen a la época de Herodes el Grande y, por lo tanto, al casi exacto lugar donde estuvieron los cimientos del primer templo y del segundo cuya reconstrucción comenzó Esdras. Cientos de judíos tocan el muro o colocan papeles con deseos u oraciones entre las oquedades de las grandes piedras talladas. Otros permanecían en silencio o rezaban meciendo el cuerpo de atrás a adelante o viceversa. Todo ello formaba un campo de fuertes vibraciones espirituales que resonaban en el alma de todos los presentes. Los pequeños grupos alrededor de las mesas con sus fieles de largas barbas susurraban sus plegarias en hebreo y el tiempo entonces disolvía el presente en un calidoscopio de escenarios donde pasado, presente y futuro aparecían y desaparecían en una misma dimensión de infinitud. La vida cotidiana del Israel davídico o las diferentes diásporas en barrios y guetos de los diferentes imperios o naciones-estado. La sangre vertida en las rebeliones contra el imperio romano, los miles de crucificados o vendidos como esclavos; las expulsiones, las humillaciones o el horror de la Shoah. Los futuros que ya están cumplidos en la eterna mirada del En Sof (Aquel que Es sin ningún límite), todo presente en el eterno presente que solo la imaginación puede percibir en un acto de arrebato místico y entonces Dios es sin necesidad de explicación alguna porque es de un modo absoluto.

Seguí unos metros caminando para atrás y luego al dar la vuelta me tropecé con la barriga de un ortodoxo gordo que llevaba un gorro de piel redondo y el pelo en forma de bucles. Al rebotar contra mi codo contra su barriga me eructó un sonoro shalom (שלום) y nos separamos mirándonos el uno al otro como si nos conociéramos de algo o quizás como si en algún sitio de la historia hubiéramos cenado juntos o tomado un vaso de vino en alguna taberna de Roma o una jarra de cerveza en Vilna. Luego me junté con el grupo y nos encaminamos al barrio árabe de Jerusalén. Encima del muro se alza la cúpula de la Roca o mezquita de Omar y la entrada está sometida a restricciones por diversas razones de tipo religioso y de seguridad. El barrio árabe comienza nada más salir por el arco de Wilson y allá fuimos caminando la comitiva turística por las callejuelas estrechas llenas de tiendas de artesanía, de cachivaches turísticos, de cantinas donde se compran refrescos o se come un bocadillo shawarma que es pollo embutido en pan pita. Los comercios turísticos árabes venden de todo ya sean motivos judíos o musulmanes: se puede comparar una gorra del ejército de Israel o una menorah, como también un imán con la inscripción sagrada del Islam (“Alá es Grande”), o el gorro típico de los musulmanes que llevan desde Marruecos a Indonesia. Fue allí donde de repente nos vimos todos atrapados en una marabunta humana que confluía desde cuatro callejuelas a una pequeña rotonda que nos forzaba a estrujarnos todos contra todos en una angustiosa lucha por continuar nuestro camino y entonces las tetas de la mujer árabe me masajeaban la espalda y las ásperas barbas del viejo judío hasidim me rozaban la cara al mismo tiempo que los culos y los pechos ejercían presiones cristianas, musulmanes, judías y ateas en un ejercicio de forzada indecencia comunitaria y comunal hasta que logramos salir de allí extenuados y dando gracias a Dios/Alá/Jehová por habernos sacado de allí. Me acordaba en aquel momento que los sicarios celotes del siglo I apuñalaban a sus víctimas en situaciones parecidas y nadie sabía quién había sido.

LA GRAN MURALLA DE BELÉN



Ese día fuimos a Belén. Arre borriquito vamos a Belén que mañana es tarde y pasado también, decía la canción popular. Emmanuel nos metió en el microbús con aire acondicionado y allá nos dirigimos siguiendo la Hebron Street en dirección sur: es decir hacia territorio palestino controlado por la Autoridad Palestina. Tenemos cierto interés por conocer cómo es este territorio ocupado. Hay un interés morboso por conocer la Gran Muralla o sea, la valla que separa parte de los territorios ocupados de Israel. Antes de llegar a la calle Hebrón hemos topado con un mitin callejero a favor de la liberación del soldado Gilad Shalit en poder de Hamás. Este soldado podría ser canjeado por mil presos palestinos, pero liberar a mil militantes violentos palestinos no es plato de gusto para el gobierno israelí ni para ningún gobierno. Pero ya antes habíamos dejado a la familia Goldsberg, brasileños de origen judío que formaban parte de nuestro grupo, en un centro comercial cerca de la puerta de Jaffa. Para un judío visitar la zona palestina bajo en una ciudad como Belén con varios concejales de Hamás puede ser un riesgo. El gobierno municipal de Belén es algo curioso. Por ley el alcalde tiene que ser cristiano y si es católico entonces el primer teniente ha de ser ortodoxo. Luego hay un número de concejales por votación libre y en Belén estos concejales son mayoritariamente de Hamás.

Emmanuel nos va explicando lo que ha de suceder cuando nos deje en la entrada de la Gran Muralla. Él, evidentemente, no puede entrar, entonces llamará al conductor del microbús palestino que nos espera en el otro lado. El conductor palestino es un árabe cristiano que forma parte de esta minoría dividida entre católicos, ortodoxos, coptos, armenios, maronitas, etc. Este conductor se llama Rashid y él nos llevará a Belén después de pasar por su negocio familiar para que veamos su artesanía y de paso hagamos alguna compra. Luego nos llevará a la iglesia de la Natividad y allí una guía también palestina cristiana nos llevará a la iglesia y nos explicará todo lo relacionado sobre ella. Poco a poco nos fuimos acercando al muro y era un muro muy alto, con 8 o 10 metros de altura que reducía el horizonte de visión a una superficie plana de hormigón con torretas de vigilantes invisibles. La calle Hebrón acababa así de repente en un escueto parking al lado del muro y de repente nos dimos cuenta que estábamos en una divisoria entre dos pueblos irreconciliables. Un muro construido para evitar la entrada de terroristas cargados de explosivos que se vuelan dentro de los autobuses israelíes o en las cafeterías llenas de gente. Un muro que impide la libre circulación de la población palestina al territorio israelí y entonces se forman filas de horas de espera para pasar los controles. Tampoco los ciudadanos israelíes pasan a territorio palestino por la cuenta que les trae. Un muro que nos deja perplejos, como si de repente los flujos de naturales vida de un territorio quedaran cortados como cuando se corta la respiración y hay un momento inesperado de asfixia, de silencio mortal. ¿Qué habrá al otro lado? ¿Qué nos espera en un presente Belén donde el borriquito ha de pasar diferentes tornos y salas de control con cámaras de vídeo y voz en off que indica lo que hay que hacer? A la entrada del vestíbulo hay un soldado armado hasta los dientes. Como hace casi cuarenta grados de temperatura se ve que está cociendo y la cara colorada y sudorosa es de evidente mala leche, dispuesto a disparar al mínimo movimiento sospechoso. En el vestíbulo estaba el tal Rashid, un hombre de unos sesenta años de piel tostada y fuertes facciones que se movía con nerviosismo y cierta prisa. Los dos conductores se intercambian unas palabras en hebreo y pronto Rashid se dirige a nosotros en inglés. Algunos entendíamos inglés y traducíamos a los demás lo que nos iba diciendo el árabe. Primero teníamos que entrar por la sala de control donde no se nos pedía documentación alguna. Pasamos algunas salas y pronto salimos ala zona intermedia de sesenta metros poblada de hierba. La cruzamos y luego seguimos un camino estrecho entre dos muros de la misma altura y composición. Estamos despistados y seguimos a Rashid en silencio sin atrevernos a decir nada. Rashid hace gestos de desesperación y nos dice: “Look. look! This is the road to Bethlehem”. Después de pasar el pasillo estrecho nos espera otra entrada a otra sala y luego tras pasar otro torno de varios radios en varias alturas, llegamos a la zona palestina. El cambio es algo dramático: hay una fila de taxis árabes con matrícula “P” blanca y otros con la matrícula amarilla oscura de Israel. Todos nos invitan a llevarnos y me da cierta pena porque veo que intentan ganar lo mínimo y como sea para mantener esos coches algo destartalados. La zona está algo cochambrosa y las casas son las típicas casas que se pueden ver en cualquier zona pobre de Marruecos o Egipto. Pero esa zona no es exactamente la entrada a Belén. Recuerdo como en un flash que todavía había que seguir una carretera muy estrecha bordeando el muro y ese muro parecía estar ahora en todos los sitios y rincones como si se replegara en diferentes pliegues y repliegues. Al cabo de un par de minutos ya vimos la entrada al pueblo de Belén con 40,000 habitantes en su mayoría musulmanes. Rashid nos presenta dos opciones: podemos primero visitar la iglesia de la Natividad en el centro de Belén, y luego parar en la tienda de su familia; o, viceversa. Optamos por ir la Iglesia de la Natividad primero y allá fuimos en su microbús sin aire acondicionado y siguiendo los comentarios en inglés apretados unos contra otros con un calor del demonio.


Por fin llegamos a Belén y que está situado en la falda de una colina y desde la carretera se pueden ver los barrios nuevos de Jerusalén tan controvertidos y cuestionados por los palestinos quienes acusan a Israel de construir en su territorio. Belén en realidad debería ser una zona urbana del Gran Jerusalén, pero el muro ya impide que eso sea así. Seguimos viendo que hay pueblos cercanos o barrios y la zona parece densamente poblada. Hay cierto descuido en las casas y construcciones que parecen no estar completamente acabadas por falta de presupuesto y entonces se construye hasta donde sea posible para salvar la situación. El tráfico es más agresivo y la carretera tiene algún bache pronunciado. Me recuerda algo el paso de la frontera USA-México. Es ese contraste de país rico y zona pobre tercermundista. Una vez en el pueblo o mejor llamarlo ciudad no resulta desagradable y tampoco se llega a ver pobreza ostentosa o miseria. Belén respira cierto nivel de vida quizás gracias al turismo. Hay mucha juventud por las calles que parecen estar ociosos. Hay cafés con aire pueblerino o provinciano. El microbús para en la plaza central con la iglesia de la Natividad dominando el contorno. A otro lado de esta plaza cuadrada está el Centro de la Paz o algo así que Arafat inauguró en Belén en su primera visita autorizada a territorios palestinos. Hay niños jugando y gente mayor sentada en los bancos. Pasa un coche con gente en su interior que ondea la bandera española debido a la victoria de España sobre Alemania. De repente paramos al lado de un café y Rashid llama a alguien que resultó ser una señora de unos 50 años con un acento español sudamericano. La señora, llamada Miriam, sería nuestra guía en el pueblo y la iglesia.

Dejo los detalles de la vista a la iglesia para otro momento. Al salir de la iglesia paseamos por la plaza del pueblo y otras calles y nos resulta agradable. Unos niños quieren que les saquemos una foto y yo les digo que se junten y les saco la foto. Todos están locos de contentos y yo les doy 20 shekles para repartir. Darles aquel dinero fue como darles una sorpresa de susto. “20 shekles!!!!” gritaron dos de ellos y salieron corriendo como si hubiesen encontrado un tesoro inesperado. Yo empecé a creer que había metido la pata dándoles shekles, pero sabía que el shekel era también la moneda oficial en los territorios palestinos, como también lo era la matrícula de Israel junto con la propia. Dije para mí: Ahora alguien de Hamás me va cortar los cojones o el pescuezo. Habrá que alcanzar el microbús cuanto antes. No pasó nada y nada tenía que pasar. Cuando llegó la hora volvimos al microbús pasando antes por la tienda de Rashid. En la tienda se vendía todo tipo de recuerdo de Palestina o de Israel. El comercio si se le deja no conoce fronteras o prejuicios. El liberalismo comercial puede que sea la principal premisa para la tolerancia entre los pueblos y siento contradecir a mis amigos progres que piensan lo contrario. Los comerciantes son siempre pragmáticos y pasan mucho de rollos ideológicos que no hacen más que estorbar el libre comercio.

Cuando volvemos a cruzar el muro la carretera se vuelve a estrechar llena de baches y Rashid torna a decir gesticulando: This is the road to Jerusalem, my friends!” Vuelta otra vez al aparcamiento y ahora nos bajamos creyendo que la vuelta sería más fácil. No fue así: la vuelta implica la entrada de palestinos a territorio israelí y eso requiere más control y más riesgo. Fuimos caminando por otro camino estrecho entre los muros o el mismo muro replegado y tengo todavía la duda de qué recorrido sigue este muro serpentino. El camino nos dejó a la entrada de una sala donde en apariencia no había nadie. Parecía que habíamos quedado solos los ocho del grupo pues Rashid había regresado a Belén. Sin saber qué hacer y como patos mareados de repente una voz de altavoz en off nos ordena colocar nuestros pasaportes de uno en uno sobre el cristal de una extraña cabina. Hay alguien dentro de la cabina que no sabemos distinguir. Parece estar todo bien y pasamos un torno de entrada a un pasillo largo bajo la estructura de un bunker de hormigón armado. Seguimos el pasillo hasta llegar a otra sala. Oímos alguna instrucción en hebreo o inglés o árabe pues la verdad era imposible distinguir lo que se decía. No sabíamos qué hacer. Estábamos completamente desorientados. Había unas puertas grandes que decían EXIT, pero al intentar abrirlas nos dimos cuenta que estaban herméticamente cerradas. Había otras dos entradas laterales pero no sabíamos cuál era la entrada o cuál la salida. nada lo indicaba. La indecisión era mayúscula. Nos dio entonces por entrar por la que más nos pareció ser la entrada y parece ser que acertamos. Aquello era una ratonera deliberada y la razón era siempre la posible entrada de alguien con un cinturón de explosivos o armas. Las salas estarían llenas de detectores y el despiste o desorientación cumplían algún cometido mientras alguien nos vigilaba con cámaras. Por fin pasamos a otra sala vacía y seguimos y otro pasillo y por fin la salida donde ya Emmanuel nos esperaba. Tornamos al microbús con aire acondicionado y volvíamos a Jerusalén por calles civilizadas y seguras. Atrás quedaba el espectro del muro, de la Gran Muralla. Arre borriquito vamos a Belén que mañana es tarde y pasao también.

Vital de Andrés desde Jerusalén.

ROSH HANIKRA, ACRE, HAIFA Y TEL AVIV

Era el final del último día en Israel, aunque a nosotros nos quedaba un día más por razones de reserva de vuelo vía Bruselas en lugar de Madrid. Ese último día nuestros amigos Ariel y Rebeca, residentes en Tel Aviv, nos recogerían en el hotel y haríamos otro recorrido sustancioso con más sabor local israelí. Eran las 9:30 de la noche y m
Algunos del grupo turístico quedamos en tomar una cerveza en una de las zonas playeras de Tel Aviv. Muchos jóvenes llenaban los bares que daban al paseo de la playa del mismo modo que lo harían miles de jóvenes en España y otros sitios del mundo. La diferencia con España era que no se oía tumulto ni escandalosas conductas producto del alcohol y el botellón. Aquellos jóvenes parecían divertirse con cierta normalidad. Si algo ocurre en esos ambientes en Tel Aviv fuera de lo normal no pudimos detectarlo en un viaje turístico. Con las cervezas frescas fuimos comentando los avatares del viaje y las impresiones generales que nos había producido.

Habíamos salido por la mañana de Tiberias camino de Rosh Hanikra, a través de las colinas de Galilea viendo las zonas de cultivos, los kibbutzs a lo lejos, el Monte Carmelo también en la lejanía y a la izquierda, por algunos kilómetros la redondez del Monte Tabor. Paisaje bíblico visto a través de la ventanilla de un autobús turístico con aire acondicionado y un guía, Emmanuel, que nos iba explicando cosas. Cuando se lee un libro como la Biblia los paisajes descritos por aquellas mentes antiguas ya han quedado impresos en nuestra imaginación como un entramado mítico-religioso capaz de formar un arquetipo profundamente inconsciente. Esas son las raíces judeo-cristianas que compartimos mucha gente de mi edad en el mundo occidental. Y, esas son también las raíces mítico-religiosas, que están perdiendo los jóvenes actuales en nuestros países. Supongo que cada uno habrá de formarse su propio mito con el cual poder interpretar la vida. No conozco a nadie que sea capaz de vivir sin algún mito. En lo profundo de nuestra existencia ha de haber alguna explicación, por muy débil o tenue que sea, del por qué de lo que hacemos diariamente. Las últimas explicaciones recaen casi siempre en algún mito que aceptamos de forma inevitable.

Llegamos a las cuevas de Rosh Hanikra hacia las once de la mañana. Rosh Hanikra está en el límite costero con Líbano y eso se nota de algún modo: hay una fragata de la marina israelí patrullando constantemente y unas boyas de seguridad que demarcan el límite marítimo. También, mirando hacia el monte rocoso que tenemos al norte se puede ver en la cima todo un sistema de radares, sensores, detectores, o antenas de todo tipo. Al otro lado puede estar acechando la guerrilla shiita financiada por Irán, Hezbolá. A las grutas de Rosh Hanikra se baja por un teleférico y una vez allí se puede contemplar la labor de desgaste del mediterráneo sobre una costa de caliza que va cediendo en forma de cuevas interiores donde se bate el mar formando un curioso colorido. Es una costa que ha venido siendo utilizada como paso de ejércitos hacia Palestina: desde los griegos de Alejandro Magno hasta el Ejército Israelí moderno, pasando por los británicos en sus años de mandato en la zona. Fueron estos últimos quienes construyeron un ferrocarril volado posteriormente por el Palmach (unidades de élite judías) durante la guerra de independencia de Israel. Precisamente en uno de los tramos de los túneles habilitado como sala de cine pudimos ver una proyección sobre el lugar. Una vez visto la proyección entramos en las cuevas y disfrutamos de los recovecos de caliza como buenos turistas sin parar de sacar fotos. A la salida pudimos sacar una foto con dos soldados de patrulla de la zona deseándoles que todas las patrullas fueren como las del presente: tranquilas y en paz con los turistas. Al fondo se podía ver la bahía de Haifa y, a lo lejos mirando hacia el este, las colinas de Galilea.

Luego fue la visita a Acre, el Sanjuán de Acre de los cruzados; hoy día Akko. No es el momento de contar toda la historia de Acre que va desde el 2000 AC donde ya aparece en pergaminos egipcios de la XI dinastía, hasta el presente. Si es conocida a los europeos es por haber sido plaza fuerte de los cruzados y objetivo turco por muchas décadas. Hoy día se pueden contemplar esos restos en forma de murallas y el puerto. El centro histórico de Acre es una ciudad que conserva un sabor árabe con mezquitas que miran a iglesias de origen medieval y restos de edificios templarios. Nosotros comimos en un restaurante árabe que ocupaba una especie de callejón interior y desde allí veíamos a la gente transitar, en especial llamaba la atención la cantidad de niños árabes de colegios del país que visitaban la ciudad con sus profesoras vestidas al modo hiyab con el pañuelo. De Acre o Akko nos fuimos seguidamente a Haifa. La visita fue rápida: atravesamos la ciudad y subimos sin tregua ni parada alguna al monte Carmelo para ver la increíble vista de la ciudad desde los jardines de la sede Bahai. Para ello habíamos cruzado el campus del Centro de Investigación Tecnológica de Israel, llamado el Technión. Fundada por alemanes en su día hoy es una de las universidades más selectivas y exigentes del país. Haifa es una ciudad industrial bastante contaminada con un papel importante en la historia moderna israelí. Fue puerto de llegada de muchos inmigrantes y ciudad predominantemente árabe hasta 1948. Una vez visitado Haifa nos dirigimos a Cesarea, pero Cesarea require crónica aparte.

De Cesarea ya fuimos directamente a Tel Aviv. Paramos en Jaffo en la parte antigua que mira al mar y desde allí pudimos contemplar la bahía de Tel Aviv con su inmenso desarrollo urbano y comercial en forma de rascacielos y grandes hoteles. El crecimiento de Tel Aviv ha sido abrumador según cuentan los cronistas modernos. La expansión de la ciudad ha tragado muchas zonas y algún que otro edificio histórico. No es precisamente una ciudad bonita o señorial o con el estilo burgués de muchas ciudades europeas, pero su pujanza económica y alto nivel de vida es evidente.

DE BET SHE'ARIM A EIN HOD

(Dedicado en especial a Ariel, Rebecca y Bugsy)

Vimos el Valle de Meggido o Valle de Jezreel o Valle de Armagedón donde supuestamente se librará la batalla final entre las fuerzas del bien y del mal.

“Versículo:13: Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. 15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.” (Ap.16:13-16). 19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.” (Ap.19:19).


Esto lo veíamos desde el Monte Carmelo que es un monte que se alarga por unos doce kilómetros en paralelo a la costa partiendo desde la Haifa. Veíamos el valle desde los miradores que están cerca de un convento de los padres Carmelitas Descalzos.

Hacía calor y Bugsy, el perrito cocker, que venía con nosotros reclamaba su libertad de jugar y correr por el lugar. Bugsy no podía comprender la trascendencia del Valle de Armagedón porque un perrito como él vive la vida en clave de necesidades instantáneas y plena inmersión en un presente que puede ser feliz o desagradable dependiendo del momento. Por suerte para Bugsy sus dueños, Ariel y Rebecca, procuran que sea un perrito feliz y entonces corría y saltaba ajeno a ese valle que forma parte del irremediable y catastrófico mito del final de la humanidad.

Habíamos estado en un pueblo druso llamado Dalyyat el-Carmel fundado hace 400 años y allí comimos en un restaurante de un conocido de Ariel. Una hora antes habíamos estado en la tienda de un familiar del dueño del restaurante comprando algunos productos de producción artesanal, pero posiblemente en este pueblo de unos 20,000 habitantes, muchos son miembros de clanes emparentados ya que los drusos son un grupo religioso exclusivista y opuesto a todo tipo de conversión. El dueño de la tienda era un señor de nariz afilada y mirada directa que al mismo tiempo que nos enseñaba telas o artesanía nos repetía como si de una letanía se tratara: “Look, look; no Taiwán, no Honk Kong; my family, my family”. Algunos drusos llevan turbantes blancos y trajes oscuros. Observo que el pueblo tiene vocación comercial a juzgar por las innumerables tiendas en su calle principal. Estamos en lo alto de otra parte del Monte Carmelo. La comida ha sido copiosa y excelente: comimos carne de cordero y pollo precedido de unas tapas de diferentes ensaladas o aderezos, en especial el humus que es una crema de garbanzos. Los drusos son una religión sincretista que coge del Islam, del cristianismo y del gnosticismo. No tienen templos visibles, se dividen en dos clases de creyentes: unos son los sabios y otros los menos sabios. Hay algo de secretismo en todo ello y hablar de ellos y sus doctrinas es algo que llevaría mucha más extensión. Destaquemos que a pesar de ser un pueblo especial en Oriente Medio, en Israel sirven a las fuerzas armadas y declaran su lealtad al Estado como ciudadanos. No sin ciertas desavenencias como se puede comprobar a través de Internet.

Pero anteriormente a la visita del pueblo druso habíamos estado en un poblado árabe beduino con sus típicas tiendas y rediles de cabras y ovejas. Ariel conocía a esta gente y realizaban de vez en cuando alguna visita a esta extensa familia que poseían casa en un pueblo de Galilea, pero que pasaban largas temporadas en tiendas de campaña a unos 30 kilómetros al norte de Tel Aviv desviándose por una pequeña carretera. Anteriormente habíamos parado en la tienda de un pueblo cercano para comprar chucherías para los críos y lo que pudimos sentir en ese breve momento fue la normalidad israelí de un pueblo cualquiera en una tienda pequeña, al margen de los circuitos turísticos. Es cuando se entra en esta forma de vida local y provinciana cuando uno empieza a respirar la cultura de una nación e impregnarse de sus costumbres y sentimientos. No tuvimos tiempo a ello, pero sí fue posible percibir ese sentimiento de vida rutinaria, de gente que trabaja y tiene preocupaciones cotidianas; de religiosos judíos ortodoxos con su vestimenta tradicional pero en clave día a día con vecinos que no lo son. ¿Qué habría sido mi vida en un pueblo como aquel? ¿Cómo habría vivido la vida prosaica israelí? Ariel estaba en el coche esperando y Bugsy aprovechó para pedir agua y saciar la sed. Hacía calor. Bastante calor.

Los árabes nos recibieron en su tienda con afecto. El padre de familia, Mohamet, sacó una sandía que partió con destreza y rapidez. Luego circuló un te y refrescos. Ariel y él compartían conversación en hebreo. Rebecca y nosotros compartíamos algo de conversación en inglés. Una señora mayor que parecía la abuela sonreía. Bugsy, mientras, intentaba comunicarse con los perros mastines del poblado, pero algo debió de pasar entre ellos que todo acabó en ladridos y agresividad. Bugsy tuvo que entender que aquella relación habría de llevar su tiempo. Mientras, en la gran tienda de campaña, árabes, cristianos y judíos hablaban o intentaban hablar alrededor de los trozos de una sandía fresca. En ese momento un mercedes con alguien que portaba una ghutra (pañuelo árabe que cubre la cabeza y cae a los lados) blanca llegaba al poblado. Era el tío y jeque del clan que curiosamente acababa de llegar de Arabia Saudí, o, por lo menos eso comentaban. El tío entró a la tienda meneando las llaves del coche como si de un símbolo de poder se tratara. Se sentó en uno de los cojines y quedó en silencio observándonos a todos. Luego Mohamet nos invitó a ver sus animales. Eran curiosas unas cabras de largas orejas tipo Nubian . Los niños de la familia jugaban al fútbol y pronto dejaron de jugar para acercarse a nosotros. El padre les dijo que éramos de España y ellos se pusieron contentos pues España había ganado el mundial de fútbol y pronto empezaron a nombrar a Villa y a Puyol y Torres; así que yo les dije que yo había nacido en el mismo pueblo de Villa (Langreo) y sin más les prometí enviarles unas camisetas de la selección con el nombre puesto a la espalda. Los chiquillos se pusieron locos de contentos. Estuvimos unos tres cuartos de hora y enseguida nos dirigimos hacia un pueblo fundado por judíos rumanos hacia finales del siglo XIX. Era un pueblo agrícola bastante tranquilo, de casas grandes, pero sin nadie por la calle. Ariel y Rebecca nos llevaron a una tienda muy peculiar ya que parecía un museo de artilugios de diferentes épocas. Pronto la vista comenzó a recrearse con los múltiples detalles de los objetos, las ornamentaciones, los tejidos, los tapices; las radios, las planchas de carbón; las fotos de familia y de grupos que databan de muchas decenas de años atrás. Pedimos un vino israelí y pronto comenzó la cata de quesos locales. El señor que estaba en el mostrador sólo hablaba hebreo e inglés. En esta comunidad el rumano ya se había perdido a favor del idioma nacional: el hebreo. Ariel y su mujer, por ser inmigrantes más recientes, se comunicaban en rumano y conservaban su identidad cultural rumana, ya que ellos seguían en contacto con su país de origen. Muchos judíos rumanos se vieron obligados a emigrar a Israel como último refugio ante una historia de pogromos y persecuciones.

La persona del mostrador nos fue cortando trozos de quesos diferentes hechos en la localidad. Fuimos probando el queso de cabra, el de oveja y leche de vaca. Los quesos entraban muy bien con el vino fresco. Compramos un par de suculentos trozos de queso de oveja y cabra para llevar a casa. Pero la vista se iba perdiendo por los recovecos de la tienda, los pliegues y repliegues de geografía artesanal o superficies de tiempo materializado y por lo tanto la imaginación no descansaba creando situaciones de otra infancia paralela que pudo haber sido allí en aquel pueblo con otras familias y con otras tradiciones que recordar. Bugsy me hizo despertar del ensueño con su inocencia y mirada de niño travieso.

Visitamos las tumbas de Bet She’arim, en la baja galilea, que son los restos vivientes de la otrora ciudad del mismo nombre allá en los tiempos de Herodes el Grande. La ciudad fue destruida por el fuego en el siglo IV y es también conocida por que en ella vivió el Rabi Yehuda Hanassi allá por el siglo I de nuestra era. La sabiduría de Hanassi tenía mucho que ver con la interpretación de la ley y con su responsabilidad ante el sanedrín que gobernaba la zona. Lo que nosotros vimos fueron cuevas donde había nichos y cisternas que hacían de tumbas y las tumbas tienen que ver con la muerte y la muerte con el misterio y el misterio con nuestra ignorancia y nuestra ignorancia nunca se acaba de satisfacer por mucho que leamos pues cuanto más leamos más queremos saber aunque poco a poco algo de sabiduría e humildad se va adquiriendo. Bet She’arim nace y renace con los tiempos: bizantina en una época, árabe en otra, judía en el presente pero en forma de parque nacional al servicio de la globalización turística. Pude sentir al tocar las frías piedras de las tumbas una vibración de ultratumba, de un más allá gobernado por el rabino Hanassi que reclama las almas solitarias y perdidas de este mundo. Un reino de ultratumba bajo el sol brillante del Reino del Mesías pleno de bosques y praderas y manantiales y ríos y arroyos y el rabino Yehuda cantando los salmos escritos con letras de fuego mientras el pueblo de Israel desfila por el valle de Meggido hacia las colinas de Galilea observados por el mundo gentil que también espera su redención desde el Monte Carmelo. Cuando salgo de la cueva Bugsy me informa que es hora de volver al coche. Rebecca nos saca unos refrescos y Ariel se queda en silencio mirando las cuevas y la fachada de la antigua sinagoga.
Acabamos el día en un pueblo que anteriormente había sido árabe y que ahora estaba dedicado a la tribu de los artistas tras haber fracasado como moshav: Ein Hod. Paseamos en silencio mientras Ariel y yo pensábamos en cual ha de ser el futuro de esta tierra, de Israel. Ariel cree en el diálogo y la comprensión con los palestinos como premisa para una paz duradera en un estado federado árabe-judío. Sería una Israel basada en la cooperación y convivencia de ambos pueblos. Es, quizás, la idea de muchos humanistas de izquierdas. Ariel hace mucho hincapié en que la ciudadanía israelí no es equivalente a la identidad judía. Un árabe o cristiano nacido en Israel es también ciudadano israelí. No sé, es un tema pendiente. Hay muchos temas pendientes entre Ariel y yo que quedan por discutir. Ein Hod es un pueblo encantador que produce vibraciones utópicas: las esculturas y el arte en general puebla sus calles-jardín. La imaginación y el arte cubren lo que en otra ocasión fue un pueblo árabe-palestino. ¿Cómo abandonaron sus habitantes este sitio tan paradisíaco? Ana coge una granada del ramaje de un hermoso granado que cede su fruta al paseante tranquilo. Ariel quiere que coja otra. El granado no se opone, ni tampoco hay dueño que las reclame. Es regalo, puro regalo de Ein Hod a los visitantes de otras tierras. ¿Abandonaron los palestinos esta aldea o les hicieron abandonarla para nunca más poder volver? Ein Hod trata de vivir la utopía, la posibilidad del Reino del Mesías. Mientras Bugsy corre por las calles tan mágicas de aquella tarde en la Baja Galilea. Bugsy es la pura inocencia de la vida que desconoce los augurios, las esperanzas y temores de los humanos. Bugsy solo quiere jugar, jugar y correr. A veces se para y mira. No se qué es lo que mira y cómo Bugsy ve Ein Hod. El Ein Hod de Bugsy.

Volvimos a Tel Aviv por la autopista pasando por las afueras de Netania. Bugsy ha caído en sueño profundo y nosotros hemos de volver a España. A Ariel y Rebecca les deseamos lo mejor y les damos las gracias por ese día tan precioso que nos ofrecieron como regalo. Y a Bugsy, ese perrito negro de orejas caidas, le damos un fuerte abrazo por su entrañable como alegr