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viernes, 30 de julio de 2010
JERUSALÉN
En Rehovot mirábamos el puerto desde la colina de Jonás. Parece ser que la ballena de Jonás lo arrojó al mar en la costa de Azoto que era como se llamaba en aquellos años esta ciudad. Ahora Jonás goza de una estatua que conmemora tal acontecimiento y la estatua es una ballena o algo así. Desde esa colina se puede ver el puerto, el más importante de Israel después de el de Haifa. Es a este puerto precisamente a donde llevaron el barco de los “pacifistas” la marina israelí. Pero desde la colina se puede ver todo un gran complejo de industria petroquímica y otras industrias. La ciudad quedaba a nuestra izquierda con sus edificios grises o blanquecinos y los bloques de barriadas hechos con la urgencia que requería una inmigración masiva. Israel ha venido experimentando muchas de estas “aliyahs” o inmigraciones a la tierra de Eretz Israel.
Con la vista de la ciudad a nuestra izquierda Emmanuel, nuestro guía, nos señaló los edificios dónde habían caído dos cohetes Katiuska lanzados por Hamás desde Gaza hacía unos tres años. Hubo muertos y heridos. También nos habló de lo que supone vivir siendo objetivo de Hamás por un lado y de Hezbolá por el otro. Si los cohetes de Hamás tienen un radio de 40 km, los misiles de Hezbolá lo tienen de 300. Es vivir en la constante inseguridad. Para neutralizar tales ataques Israel ha desarrollado un sistema de misiles que detectan el momento de salida de dichos misiles y los destruyen antes de que causen destrozos. Antes de venir a Israel pensábamos que veríamos al ejército patrullando por muchos sitios, quizás haciendo controles en las carreteras o en las calles; pero la verdad es que hasta el momento la vida israelí parece transcurrir con absoluta normalidad.
Es el tercer día en Jerusalén, pero hoy hemos empezado a visitar la ciudad per se. Hoy hemos subido al Monte Scopus donde está situado el cementerio británico de los muertos en la primera guerra mundial y en los años de mandato palestino. Más allá está la Universidad Hebrea y luego pudimos bajar hacia el Monte de los Olivos donde se puede ver la Jerusalén antigua amurallada con murallas turcas del siglo XVI y no las de la época de Jesús las cuales fueron arrasadas por los romanos en el año 70, aunque luego hubo más murallas con los bizantinos, con los árabes, con los cruzados, con los turcos, etc., de tal manera que la actual antigua Jerusalén está edificada unos bastantes metros sobre la antigua Jerusalén judía y es más una ciudad reconstruida por el imperio turco que entre otras cosas edificó las murallas actuales obra de Solimán el Magnífico. Y el monte de los olivos efectivamente responde al nombre y es un monte más pronunciado de lo que yo pensaba. La elevación de Jerusalén es de unos 800 metros que no es broma y las colinas o montes de Judea donde está situada no son precisamente cerros, sino zonas de cierta pendiente que forman valles un tanto cerrados hoy día ya urbanizados y al Monte de los Olivos no subía Jesucristo dando un paseo, sino que requería ciertas ganas de caminar, más en plan de excursión, que de pasear porque sí. Efectivamente hay olivos y algunos ya son milenarios.
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