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viernes, 17 de mayo de 2019

Y TÚ QUÉ PIENSAS

MUNRO: Fuimos a la entrada de la cueva, pero nos quedamos a la misma. Teníamos miedo. La oscuridad y los ruidos que oíamos en el interior nos asustaban. Los alrededores de la cueva eran agrestes y el bosque de robles comenzaba a hacerse más espeso. Cerca había una cabaña y a la puerta de la cabaña había una vieja que tocaba una flauta.

CLEPA: Vale. Hay una cueva. Tengo miedo a las cuevas, pero en caso de tormenta o nieve espesa la cueva puede ser un refugio. Un buen refugio si puedes hacer fuego. Pero una cueva en pleno atardecer cerca de un bosque ofreciéndote oscuridad y ruidos raros, te mete miedo. Oscuridad. Incógnita. Algo desconocido. Necesitamos luz para ver en la oscuridad. No tropezar. No caer. Quién sabe hasta donde puede llegar una cueva. Te puedes perder. Pero podríamos descubrir algún mundo subterráneo. O viajar al centro de la tierra como Julio Verne. O conocer a algún brujo misterioso. O a algún loco. O empezar a ver visiones o crear fantasías. ¿Habrá mundos ocultos que se llega a través de cuevas como esa? ¿Qué mundos podrían ser? Quizás cuando te metes en una de esas cuevas comienzas a despertar a un mundo de sueños o entrar en otra dimensión nunca jamás descubierta y de repente todo cambia. Nunca sabes lo que te puede deparar una cueva. Y además cerca de un bosque de robles. Que comienza a ser espeso. Hum.

MARLO: Hablas de un bosque. Los niños solíamos ir a jugar al bosque. Lo pasábamos muy bien. Nos imaginábamos todo un mundo nuevo. Había aventuras. Malos y buenos. Brujas y hechiceros. Guerreros invencibles y reyes malvados. Pero llegado el atardecer el bosque se convertía en oscuridad. Y era un bosque muy grande. Así que había dos bosques: el de día que estaba a nuestro alcance y hasta ciertos límites, y el de la noche que evitábamos a toda costa y que además nos estaba prohibido entrar. Nuestros padres nos lo prohibían. Una vez se perdió una chica del grupo en la profundidad del bosque por ser más atrevida que los demás y cuando la encontraron después de dos días se había vuelto loca. Loca para siempre. Nunca recuperó. Además había muchas historias sobre ese bosque que nos ponía los pelos de punta. Otras eran hermosas historia. Todo dependía de quién contaba las historias.

GRENFILDA: No hablemos ya de esa vieja que toca la flauta a la puerta de la cabaña. Además cerca de una cueva y ya en medio de un bosque que comienza a ser espeso. Por favor. Esa vieja sabe cómo entrar en los mundos de ultratumba y despertar almas ciegas y confusas con esa flauta del demonio.

BURMEL: O todo lo contrario. Podría ser un hada bonachona oculta con ese sayón y ese rostro que luego al acercarte se va trasformando en una cara sonriente y hermosa. Y la música de la flauta te va llevando a unas verdes montañas y unas aldeas pobladas de gente inocente, gente buena que te ofrece todo lo que tiene....

(Sigue en comentarios)

29 comentarios:

  1. TODO SE COMPLICA

    MUNRO: Entramos en la cueva y ayudados de linternas caminamos unos cuantos metros. Quizás unos cien metros que no se nos hicieron largos. Curioso. El miedo inicial desapareció y se transformó en valentía, en decisión, en aventura. Salimos a una especie de pradera verde. No había señal de camino alguno. Todo había cambiado. Ahora no había bosque. Nos quedamos indecisos. ¿Qué hacer? ¿Por dónde ir? ¿Qué hacíamos allí?

    CLEPA: Más que una cueva eso parecía un túnel. Una cueva suele presentar obstáculos, tropiezos, estrecheces, bifurcaciones, estalagmitas, estalactitas. Eso entonces parecía un túnel o un pasadizo hecho por alguien. Quizás para huir o acortar camino o a lo mejor fue el principio de una mina fallida, o de un ferrocarril nunca continuado o quizás continuaría por otros sitios. Pero también podría ser un pasadizo secreto que casi seguro marca una ruta hacia algún sitio importante, alguna fuente, alguna mina, algún pueblo o ciudad. Algún templo, algún país escondido... tendríais que seguir buscando en los límites de la pradera y encontrar algún sendero.

    MARLO: Es raro que no hubiéseis encontrado ningún animal. Alguna alimaña tuvo que haber hecho de la cueva su guarida. O quizás murciélagos o vampiros. A veces las cuevas acumulan gases que hacen alucinar y esa pradera no es más que una alucinación. En realidad seguís en la cueva alucinando. Yo me fijaría en los detalles. Cuando uno no está seguro de dónde está hay que prestar atención a los detalles. Mirad bien esa pradera. Observad la hierba. Tocarla. Id a los límites y mirad qué tipo de arbusto o matojo hace de límite. Quizás no sea una pradera real. Solo un sueño o una alucinación. Y entonces despertáis y casi seguro que seguís en la cueva.

    GRENFILDA: Aplicad la razón. Si todos habéis atravesado la cueva como un túnel o pasadizo y todos habéis llegado a una pradera y todos seguís siendo los mismos; entonces esa es la realidad real y no hay más que especular. Ahora os toca atravesar esa pradera por el medio y casi seguro que al otro lado hay un camino que os llevará a un pueblo de gente ruda y laboriosa. Preguntadles dónde estáis y punto. La vida no es tan complicada.

    BURMEL: Hay algo extraño en todo esto. Todo ello está basado en un relato de Munro. Pero ese relato es tan solo un relato que se puede cambiar, y, en lugar de haber una cueva o la entrada a una cueva, podría haber un dibujo de la entrada a una cueva que algún pintor o aficionado hubiese hecho. O podía ser la cueva del tren de la bruja y todos lo pasaríamos bien dando vueltas y recibiendo escobazos y viendo calaveras y fantasmas. Los relatos se pueden cambiar. Podemos hacer de la realidad lo que queramos, ¿no? ¿Por qué forzarse a seguir el relato de una forma teniendo la posibilidad de cambiarlo a otras formas? ¿Cuál?

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  2. LA TORMENTA

    MUNRO: La gente que me sigue es leal, es noble. Es algo extraordinario tener amigos de verdad. Amigos que no te van a abandonar nunca. Que te quieren y aprecian y están dispuestos a seguirte porque confían en tí. Mirla es una mujer encantadora. Una mujer de una integridad a prueba de bomba. Pancho es un hombre trabajador, de convicciones profundas; con una marcada inteligencia natural que le hace ser curioso y receptivo con todo lo que le rodea. Mirkah, mujer silenciosa, algo reservada, pero con un corazón generoso y comprensivo. Podría seguir con los demás. Ahora vamos a cruzar el prado, la pradera y seguro que encontraremos un sendero y luego un pueblo y en ese pueblo habrá gente que nos obligará con su actitud hacia nosotros a tomar una decisión. Hay algo extraño. Hemos ganado mucha confianza en nosotros desde que hemos salido de la ciudad. Nos sentimos muy unidos. Fuertes. Hemos recobrado el sentido de nuestra vida. Lo hemos compartido. No hay nadie que nos divida o destruya. No hay mejor valor que esta amistad y sentido de comunidad.
    Ahora cruzamos la pradera. Las nubes se acumulan en el cielo. Deamsiadas nubes y demasiado deprisa. Viento. Viento fuerte. Se acerca una tormenta. Lluvia. Ráfagas de lluvia. Y todos en medio de una pradera que ahora nos parece inmensa. Nos cogemos de las manos. No soltéis. No os soltéis. No desmayéis. El agua nos empapa. Son sábanas de agua. De dónde puede salir tanta agua. Truenos. Relámpagos y truenos. El aire nos empuja. Nos arrastra. No puede ser. Apenas vemos. El viento nos arrastra. Nos soltamos. Nos arrastra a cada uno en una dirección diferente. Truenos. Relámpagos. Viento. Ríos de agua que nos arrastran. Quedo solo. Solo. No controlo mis movimientos y grito. Grito. Quiero gritar con fuerza. Es injusto esto que está ocurriendo. Siempre hay una injusticia o una ruptura, o una desgracia o una crisis inexplicable que nos devuelve al absurdo de una soledad incomprendida. Parece que las cosas calman. Se calma la situación, pero no veo a nadie. Ya no hay nadie de la comitiva. He vuelto a quedar solo. Quizás hubiese sido mejor nunca haber salido de la ciudad. Quedar allí en lo de siempre, en la rutina de siempre. Estoy fuera de la pradera. Mojado. Con frío. Siento frío. Angustia. No sé dónde habrá acabado mi mochila. Tengo que evitar entrar en pánico. Tranquilizarme. ¿Hay alguién ahí arriba? ¿Hay alguién que pueda escuchar los gritos de auxilio y angustia?

    CLEPA: Todo eso es muy inesperado amigo Munro. Es demasiado trágico. No puede ser que estando con tan buenos amigos, tan buena gente, tan buena comunidad y con tantas ganas de vivir y explorar, os haya ocurrido eso. Pero esas rupturas pueden ocurrir en esta vida. De hecho ocurren con más frecuencia de lo que creemos. La pradera es ese espacio amable, de expansión amable, de hierba verde refrescante que te invita a correr, a unirte con buena gente y formar una comunidad de personas libres. Luego vienen los proyectos, el trabajo en conjunto, la exploración de otros paisajes, poner a prueba otros valores nuevos. Pero algo, alguien, una conjunción de cosas inesperadas, se conjuran para destruir, romper, desunir, aislar, arrasar. La tormenta que no te imaginabas. Esa llamada de una fuerza natural ciega, agua, viento, relámpagos, rayos....

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  3. (viene de arriba)

    MARLO: Esa comunidad o comitiva que describes es envidiable. La amistad hoy día la vivimos más alrededor de una marca de coche o televisor o partido político, que actúan como símbolos unificadores en el universo de las imágenes. Universo de las imágenes. Luego están las ganas de correr por esa pradera en libertad como los animales. ¿Existe aún esa posibilidad de amistad al modo clásico? Yo creo que no. Hemos deconstruido todo y esa amistad al modo clásico sería una amistad marica, o un apego lésbico o un sexo sublimado o indiferente por agotamiento. Todo menos nobleza o honestidad. Oiga, tales palabras hoy día suenan a impostura pura y dura o a ingenuidad infantilona. El cinismo y la simulación lo corroe todo. Joder, mejor me callo. Me entran serios impulsos de teorizar. La estética de la pradera sería una estética ecologista. No podía ser de otra manera. Esa tormenta lo descuartiza todo. Lo tritura a placer. No existe más posibilidad de vida que llegar a ser un puto huérfano muriéndote de frío en tu soledad. Seguro que más tarde encontrarás a un ideólogo o a un burócrata socialdemócrata ofreciéndote ayuda social y estatal. No sé si decirte que te quedes ahí y te busques la vida tirándote al monte, pero ya no hay monte.

    GRENFILDA: Os estáis dejando llevar por el pesimismo. Un poco de sentido común y razón acaba con esta historia. Un grupo así, una comitiva de ese estilo puede existir sin problemas hoy día. ¿Por qué no? Podría ser expresión de pos-pos-pos-verdad que ya agotadas todas las deconstrucciones posibles o saturada de simulaciones e imágenes, pues este grupo de gente se hacen amigos sin más. Unidos por valores de nobleza y honestidad. Vuelta a lo clásico. Claro que sería lo clásico siendo conscientes de adoptarlo como clásico. ¡Leches! No podemos llegar a ningún sentimiento natural o espontáneo. Todo podría estar sometido a ese poder de simulación como si fuésemos ya imágenes incorporadas a un universo de imágenes. ¡Aggghh! Qué venga la tormenta y nos descomponga, nos rompa, nos fagocite...

    BURMEL: Bueno. Voy a recomponer esto. Grupo de amigos. Porque sí. Pradera verde porque sí. Potencial disfrute de pradera verde extensa, porque sí. Tormenta porque sí. Destrucción de grupo o comitiva porque sí. Soledad y frío porque sí. Y a continuación a seguir viviendo porque sí. Creo que nos hemos olvidado de la vieja que tocaba la flauta a la puerta de su cabaña....

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  4. JUEGOS DE RELATOS

    MUNRO: Cuando algo parece acabar otra cosa comienza a renacer. Una vez que cesó la tormenta intenté buscar refugio en alguna cabaña o casa. Sentía frío y angustia. Cuando estás solo y desorientado porque no conoces ni el territorio en el que estás, sacas fuerzas de lo más profundo de tu alma. Pero no es nada fácil. Surgen dudas desesperadas sobre todo. Muchas cosas en las que habías puesto confianza o esperanza de repente no sirven para nada, se diluyen con la desesperación sin oponer ninguna resistencia. No servían para nada y sin embargo llenaban mucha parte de tu mente. Ideas de todo tipo: políticas, especulaciones filosóficas, cosas banales del día a día, reflejos de personas que desaparecen sin dejar rastro alguno. Te ves solo ante un mundo que resulta frío, hostil, intratable. Desarraigado. Importa poco si lloras o gritas. Nadie ni nada parece escucharte. Si te mueres ahí mismo de terror nada iría en tu auxilio. Pero una imagen cobró fuerza y vida ante mí: la vieja que tocaba la flauta a la entrada de la cabaña. Esa imagen se fue haciendo real y palpable, pues su mano me ayudó a levantarme del barro y sentarme en una piedra cercana. Me cubrió con el manto que llevaba y me fue secando con un paño. Todo en silencio. Luego me ayudó a caminar un trecho largo. En silencio. Y al final me dejó entrar en su cabaña. Ya era de noche. El reflejo del fuego dejaba ver cuadros extraños cargados de simbolismo. Me entregó una de las mochilas que ella había recogido y me cambié de ropa. Siempre en silencio, pero con una mirada de intensa comprensión hacia mí, me dio a probar una sopa caliente con trozos de pescado. Luego sentí sueño. Me fui sumiendo en un dulce letargo y no desperté hasta la mañana siguiente.

    BURMEL: La vieja te ayuda a renacer. Es quien te ayuda a salir del trance, de la tragedia, para empezar algo nuevo. Las cosas suceden porque sí. Según vienen.

    MARLO: La vieja pudo haber vivido en Nueva York o en California por muchos años. Quizás haya trabajado de investigadora en algún laboratorio importante y más tarde es muy posible que se haya entregado a estudiar ocultismo y misticismo y cosas de esas. Suele ocurrir con algún que otro científico. Se cansan del mundo racional y se disparan hacia el mundo de lo irracional. Esa nueva experiencia la habría llevado a reconsiderar su vida de forma radical y entonces descubrió ese rincón cerca de ese bosque y ahí se puso a descubrir la naturaleza bajo otra mirada. Quizás la mirada de los detalles infinitos. La disciplina de los detalles infinitos.

    CLEPA: O porqué no una madre de familia cansada de su vida burguesa en una ciudad provinciana; una de esas mujeres inteligentes y llenas de pasión por la vida, pero que de alguna manera se ven absorbidas por un espejismo de hombre que luego resulta ser un tarugo insensible, y toda su vida de mujer se ve estrangulada en una vida hogareña llena de aburrimiento y frustración, salvo por las lecturas de libros raros que logran abrir su mente a mundos de imaginación infinita y así hasta que un día le dice bye, bye, al tarugo y se escapa con una mochila y unos pocos ahorros y se mete en una organización de brujas en una ciudad lejana de un país extranjero hasta que consigue encontrar su camino y así llega hasta esa cabaña y con esa flauta y esos cuadros y esa idea de que alguien o algo llegará para ayudarle...y....

    (continúa abajo)

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  5. (viene de arriba)

    GRENFILDA: Ay, Ay, hay cómo está la imaginación. Suelta. Muy suelta. Yo en cambio pienso que quizás haya sido la amante de un obispo católico de cierto prestigio. Los dos habrían llevado una vida muy pasional e intensa, tanto en el amor como en las ideas místico-religiosas; pero habría llegado un momento en que la relación no podía seguir por ser ya muy manifiesta y porque además ella se entera que el obispo, su obispo, mantenía una vida sexual intensa fuera de la relación y en forma de orgías secretas en lugares muy seguros. Al final todo se sabe y así habría roto con esa relación clerical, para luego llevar una vida de estudio autodidacta sobre las teologías más raras y atrevidas y súmamente heréticas a través de la Historia y así se llegó a convencer que la mejor vida que podía llevar era la del retiro en una cabaña, tocando una flauta y repasando los mandalas que habría ido adquiriendo en sus viajes para descubrir el camino secreto hacia cualquier misterio....

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  6. PARTIR DE CERO

    MUNRO: La mañana. Salí fuera de la cabaña. El sol brillaba en el cielo ahora despejado. Caminé unos pasos. Rezumaba humedad de la hierba. Me agaché a contemplar la hierba. Estaba asustado. Perturbado. Anhelaba reencontrarme con mis amigos. Presté atención a los sonidos. Pájaros. Trinos de pájaros. Graznidos de cuervos. El aire que mueve los árboles y las plantas. Esa es la realidad material. La realidad de los sentidos. El pensamiento, las emociones, son invisibles. Incorpóreas. Fantasmas. Pero me acucian. Me desequilibran. Me embotan los sentidos. Reclaman mi cuerpo y alma. Si al menos pudiera neutralizarlas. ¿Desde dónde? No hay punto fijo desde dónde actuar con dominio. Todo fluye. Parece un tópico, pero todo fluye. No hay dónde agarrarse. Pero el tiempo pasa y uno, curioso: uno, sigue fluyendo y las emociones varían en intensidad. La atención se va fijando en cosas que van apareciendo. Pero torna la inseguridad, el miedo. Desesperación. Vuelvo a la cabaña y allí está la señora.
    Ya no me gusta llamarla vieja o vieja bruja. Eso fue hace tiempo...cuando empezamos a ver la cueva y la señora estaba allí tocando una flauta. Pero han pasado cosas inexplicables. No puedo dar razón de ellas. Quizás me haya vuelto loco y todo lo sucedido no ha ocurrido más que en mi mente. Ahora mismo no sé dar cuenta de mi mismo, del tiempo, del lugar. Solo está esta señora que podría explicarmelo. He de intentarlo.
    --Buenos días. Gracias por haberme ayudado. Estoy muy agradecido que haya podido ayudarme de esta manera. ¿Me puede explicar qué fue lo que me pasó?
    --Sí, claro. Vi cómo os metíais en la cueva. Luego surgió la tormenta. Hay algo en la cueva que podría estar conectado con la tormenta. Ha ocurrido varias veces durante el tiempo que llevo aquí. Cada vez ha sido diferente. Quizás tampoco encontremos la cueva. Tus amigos puede que sigan en el tiempo anterior echándote en falta. Quizás te crean muerto. Es posible que seas tú el desaparecido y no ellos que siguen en su tiempo. Lo mejor que puedes hacer ahora es comer algo. Te he preparado un te y un bizcocho. Si quieres puedo freirte un huevo. Tengo pan. Yo hago mi pan. Luego tendremos que buscar el pueblo. Siempre habrá algún pueblo cerca donde se pueda comprar algo o trabajar en algo o vivir de algo-- Y calló. La señora guardó silencio.
    Increible. Desolador. ¿Partir de cero?, pensé yo.

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  7. (Continuación)

    GRENFILDA: Sus amigos siguen en su tiempo. Empiezo a ver un nuevo personaje. Hay un personaje que se está apoderando de tí. Y él y la vieja bruja están en otro tiempo. ¿Cuántas veces intentamos cambiar el tiempo sin conseguirlo? Cambiar el tiempo o cambiar la percepción del tiempo y el sentido común. Y las formas de pensar y percibir en general. Te comprendo. Mejor dicho, comprendo al personaje que has comenzado a descubrir. Lo seguiré con atención. Me pongo de lado y eres libre de explorar y aventurarte.

    CLEPA: Yo una vez me arriesgué a esas cosas, pero me perdí. Sé por dónde va todo esto, pero me da cierto miedo. A veces piensas que es broma, que es literatura, fantasía, cosa de radicalismos estéticos o juegos con relatos. Pero esto es como el espiritismo: te ríes de ello, pero lo respetas y te distancias. Yo me distancio. Buena suerte.

    BURMEL: Me perece que estáis empezando a ser unos gilipollas. Os estáis poniendo interesantes. Yo siempre digo que las supersticiones nunca acaban. Se van unas pero vienen otras. La ficción nunca puede superar a la ciencia y al conocimiento racional. La ficción juega, nos entretiene, nos creamos nuestros munditos de fantasía, pero luego siempre viene la realidad con su fuerza inexorable de sentido común y objetividad. Yo seguiré observando esta narrativa. Me pondré a un lado a ver cómo la resuelve. Como un mecanismo al que vas siguiendo a través de sus piezas y conjunto. Un mecanismo. Todo acaba siendo un mecanismo.

    MARLO: Hay mecanismos con alma o sin alma. Cuando llevas la razón a cualquier parte comenzamos a ver mecanismos y piezas del mecanismo y desaparece el alma del mecanismo. Como aquellos profesores de literatura que te hacían descomponer un poema en sílabas, en ritmo, en estructura gramatical o estructura poética para poder examinarte objetivamente, pero el poema dejaba de ser un poema con alma y vibración y sentimiento para convertirse en eso: en mécanismo controlable. La señora dice que sigue el mundo material de los sentidos y el cuerpo, pero quizás bajo otra óptica. Dejemos que siga. Si es que hay que seguir.

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  8. EMPEZAMOS DEAMBULANDO

    MUNRO: Después de haber comido algo nos dirigimos por un sendero al camino más cercano. Y el camino se hizo carretera y la carretera autopista. A lo lejos se divisaban los rascacielos de una ciudad. Habría que seguir ahora carreteras o avenidas o calles secundarias para acercarse a la ciudad. Yo llevaba la mochila con ropa y comida suficiente para un par de días. Al llegar a una carretera con una clara identificación de dirección a la ciudad, la señora se paró y me dijo: "Sigue tú. Lo que ahora viene ya no son mis territorios, aunque hubo un tiempo en que lo fueron y casi agoto mi vida en ellos. Te corresponde a tí encontrar el sentido de todo esto. Quizás tu lo hagas mejor que yo. Ponte a prueba. Siempre encontrarás esas personas que de algún modo te están esperando. Dame un abrazo". Nos dimos un abrazo y yo seguí caminando en dirección a los rascacielos.
    Al principio no había ninguna acera y tenía que sortear los coches o camiones. Después de media hora vi un sendero hecho sobre la hierba. Más tarde ya pisaba la primera acera. También me acercaba a núcleos de casas que formaban urbanizaciones. Las urbanizaciones estaban cerradas con verjas de hierro altas. Imposible saltarlas para entrar. Lo cual indicaba la necesidad de entrar por una puerta o portón de control. Control. Los de afuera y los de dentro. Los ajenos y los nuestros. Los extraños sospechosos y los rostros familiares y seguros. Garantía de protección y seguridad. Un sitio donde estar seguro. Yo ahora era el extraño que inspiraba inseguridad. El merodeador de la propiedad. La incógnita. ¿Quién será? ¿Qué intenciones tendrá este individuo? Caminante con mochila. Nómada urbano, ¿de dónde procede usted? Faltaría más. No había pasado una hora y un coche patrulla de la policía de la ciudad frena colocándose a mi lado. "Sir, where are you going?", me pregunta un police officer por la ventanilla. Le respondo que estoy haciendo ejercicio y que a las 6 pm comienza mi turno en el Mc. Donald's friendo hamburguesas. "I'm just doing my daily exercise and then at 6 pm I have to start working my shift at McDonald's". Parece que esto convenció al officer, pues me respondió con un amable: "Ok.Take care".

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  9. EN ELLO ESTAMOS

    MUNRO: Sigo caminando. La calle se va ensanchando. A un lado y otro de la calle casas unifamiliares con su jardín. Muchas son elegantes casas de madera con muchos años. Me vienen reminiscencias. Vagas señales de haber ya pasado por aquí. Pero ahora la mente queda retenida por el rostro de la bruja, la señora tocando la flauta a la puerta de la cabaña. Cuando nos abrazamos. Era el abrazo... ¿Qué abrazo? Fusión de amor entre dos almas. Dos almas que a pesar de los dos cuerpos diferentes, de los tiempos quizás trastocados; de los recuerdos y experiencias de pasado que posiblemente se hayan tocado en algún punto, en algún punto de encuentro, en alguna mirada, en alguna conversación; en alguna pasión común. Era un abrazo de despedida, pero... ¿Y el futuro? Aquella señora de extraña vestimenta y sencillez me había contagiado una nostalgia profunda de muchas ternuras destruídas, pulverizadas. Ternuras trastocadas y transmutadas en amarguras de juegos nunca acabados, o a medio acabar; de juegos compartidos cuando la vida era más un juego en el que se apostaba a ganar algo. Nos juntábamos para jugar. Espacio y tiempo de juego antes de quedar apresados en la seriedad de nuestros mayores, de las instituciones que nos aguradaban para sustituir a otros que ya se habían consumido. De los trabajos a trompicones. De las contínuas inseguridades, proyectos, fracasos, algún inesperado triunfo. Bingo. Qué fuerza la de vivir a pesar de todo. Qué visiones o manantiales de esperanza a pesar de los malos reflejos en espejos inadecuados o retorcidos para verse distorsionado. Profundas nostalgias de inocencia y esperanza en un mundo que seguía evocando potencial de alegría, de amor, de ingenuidad. Caminos que se cerraban. Senderos que se abrían. Bosques espesos. Ciudades dinámicas de futuro, o ciudades decadentes y en la decadencia la música del cuerpo vencido, o el encuentro con el cuerpo resucitado bajo los ritmos de blues o del rock.
    Ahora he de seguir por esta avenida y poco a poco voy viendo pequeños centros comerciales. Me entra hambre. Hay un parque. Un banco. Abro la mochila. Bocadillo.

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  10. ESO: ¿QUIÉN ERES?

    Mientras comía miraba a mi alrededor. Casas unifamiliares con césped o un pequeño jardín a la entrada. Garaje a un lado o como anexo complementario a la casa. ¿Quién vivirá ahí o ahí? Más lejos un complejo de apartamentos también con sus jardines y piscina. Rodeado de una valla de madera con tablas separadas de color verde. Hace calor y hay gente chapuceando en la piscina. Los niños estarán todos en la escuela. Un jardinero negro está segando un trozo de césped a unos cien metros de donde estoy sentado. Los coches circulan lentos. La velocidad está restringida a 30 millas por hora. El cielo está completamente azul. Ahora mismo soy una incógnita. He de resolverme y dar lugar a algo que me haga conectar con esta realidad. Lo estoy haciendo ya. Me fijo en todos los detalles posibles. La misma hierba. Las plantas. Los árboles. Las hojas movidas por el aire. Me agarro a todo ello. El pensamiento impide confundirse con todo ello. Y es a lo que aspiro: confundirme con todo ello. Pero el pensamiento se interpone. Trata de buscar explicaciones. Razones. Ante todo razones. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás aquí? ¿Y ahora qué? ¿Qué vas a hacer? Las razones cuando no encuentran respuestas se vuelven locas. Enloquecen y dan lugar al desasosiego primero, luego al miedo o incluso al pánico.
    De repente un niño pequeño se acerca a mí y me pregunta: "¿Who are you?" ¿Quién eres? Efectivamente: ¿Quién soy? Who am I?
    Una señora que debe de ser su madre se acerca y trata de coger al niño. La señora se me queda mirando. No muestra desconfianza. Más bien siente curiosidad. "No me molesta para nada, es un niño muy educado." "It doesn't bother me at all. He's a well-mannered child."

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  11. CONSONANCIA EXPRÉS

    El niño espera mi respuesta. Yo le digo que vengo de un lugar muy lejano donde hay brujas y bosques muy profundos y oscuros. El niño me mira con los ojos muy abiertos. "¿Y por qué estás aquí? ¿Quién te ha hecho venir?" "How come you are here? Who told you to come here?" Yo le respondo que un hada buena me ha hecho venir para ser bueno y hacer las cosas bien esta vez.
    El niño se ríe. La madre ha estado escuchando y se ríe. Ella adivina que hay un trasfondo con dilemas de adulto sin resolver; algo de lo que todos podríamos hablar para largo y ella también, pero no es el momento ni son las circunstancias para pararse a entablar conversación con un extraño con acento extranjero. Así que con suavidad y sin dejar de sonreir coge al niño de la mano, se despiden con un bye, y siguen su camino.
    Vuelta a la soledad. Una vez acabado mi sandwich me levanto, coloco mi mochila y sigo el camino. Pienso que todo el futuro es mío, que es una magnífica oportunidad para empezar las cosas de nuevo y con otra mirada. Con otra mirada. ¿Qué mirada? ¿Acaso el mundo va a dejar de ser mundo porque yo adopte una nueva mirada? Y además ¿qué mirada? ¿Acaso las personas podemos borrar nuestro pasado y nuestras formas de juzgar las cosas, para devenir otra cosa? ¿No se reproducirán los mismos errores pero en diferentes contextos? ¿No sería mejor que la realidad cambiara, que toda la realidad cambiase incluidas mis más tempranas formas de plasmar experiencias y recuerdos, para dar lugar a otra realidad completamente nueva, sin más referentes que el valor de decir no cuando hay que decirlo y afirmar con amor y coraje aquello que se ama, que nos hace crecer? La vida como aventura arriesgada donde todo es posible. Pero, ¿de dónde van a salir las fuerzas? ¿Quién ha de proveer de un fuerte arquetipo anímico dominante que sitúe la vida en esa aventura? ¿La imaginación? ¿La razón? ¿Ambas? Pero esas mediaciones fallan. Surge el olvido, el cansancio, el miedo. Todo está bien cuando uno goza de buena salud, come bien, está agusto con las personas que le rodean, vive una vida afectiva plena; pero cuando estas cosas fallan sobrevienen los tropiezos, las inseguridades, la búsqueda de referentes en las nubes o espejismos mentales. Que se pueden diluir con facilidad ante cualquier embite. Los materialistas insisten mucho en que si no hay realidad objetiva palpable que sustenga una idea, la simple imagen mental sin apoyo material o relacional concreto se diluye en un puro psicologismo.
    Ya sé. Lo inmediato. Siempre lo inmediato. Efectivamente, la realidad puede ser infinita, inconmesurable. Apartemos los constreñimientos que nos inhiben antes de tiempo. Luego todo acturá en consonancia. En consonancia.

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  12. WHITTY-NIGGER MUNRO

    Los rascacielos se siguen viendo al fondo. Al mirar en la mochila veo que hay un sobre con $300. Gracias, señora. Señora. Lo tenía pensado. Todo quedó atrás. ¿Qué frontera habré atravesado? Las fronteras no desaparecen. Surgen otras nuevas. La frontera de lo material y lo inmaterial. De lo real y lo virtual. Las fronteras entre tú y yo. Las fronteras entre barrios, entre realidades. Tiene que haber fronteras para traspasarlas y descubrir códigos nuevos, culturas nuevas, lenguas nuevas... Fronteras entre sensaciones y emociones. Fronteras entre el amor y el odio. Entre lo gravitacional y lo ingrávido. La ingravidez. Lo incorpóreo. La materia pesada. La pesadilla de Platón y del cristianismo. Podrá ser mi nueva pesadilla. La extensión de mi cuerpo. Los rascacielos que me llaman. El centro. ¿Qué centro?
    Entro en un barrio negro. Hay gente en los jardines. Algunos preparan una barbacoa. Hay niños que andan en bicicleta. El blanquito ha entrado en su barrio. Un blanquito ha entrado en el distrito. Me miran. Hay cánticos que salen de una iglesia. Me vienen recuerdos.
    Alguna vez he tenido que ser negro. Hay muchos recuerdos de haber sido negro, de haber vivido la vida negra. Sí, hola Grammy Horton. ¿Te acuerdas cuando aquel blanquito trabajaba contigo en la cocina del hospital mientras cantabas tus himnos de iglesia al tiempo que preparabas los huevos revueltos para los enfermos? El blanquito hablaba mal el inglés, pero cuando acabábamos de rellenar todas las bandejas , el mismo blanquito leía siempre un libro en inglés y a veces preguntaba por alguna palabra. Me acuerdo que te pregunté por la palabra "summon" y tú me hacías gestos y hacías lo posible por comunicarte conmigo. La mayoría de los que trabajábamos allí éramos negros. Yo era un negro más. De verdad que era un negro más. Me metía en vuestra música. Tomaba el café con vosotros. Podía imaginarme vivir en guetto. Un niño negro en un guetto. Oh! Brother! Why on earth do you want to become a nigger? A whitty-nigger. La frontera entre la blancura y la negritud.
    Me siento en un banco de madera cerca de la iglesia de donde salen los cánticos. ¿Por qué quiero siempre mezclarme con la gente diferente? Es como una voz que me llama desde profundidades lejanas donde en realidad sí pude haber sido negro o esquimo o indio o judío o árabe o uno más en cualquier tribu nómada. Las fronteras están ahí para mutarme. ¿Por qué tengo que hablar y leer en lenguas extranjeras? Si pudiera hablaría todas las lenguas del mundo.
    El predicador al verme me saluda. Le digo que estoy de paso, que voy al downtown, al centro, porque alguien quiere darme un trabajo. Pero el predicador es hombre de experiencia y conocedor de la naturaleza humana. Quiere saber más de mí. Otros negros me miran, me observan. Un niño se acerca a mí con su bicicleta. Entonces le digo al predicador que estoy confuso, perdido, que no sé de dónde vengo, que me he lanzado a la aventura de la calle y de la autopista. "Call me, Guss" y yo le digo que me llamo Munro. Munro. Sí, era Munro. "You're invited to our barbecue" Sí, estás invitado a la barbacoa de la iglesia. Qué alegría. Hay bastante gente de todas las edades y me siento agusto. Es ya media tarde. Una tarde agradable después del calor del día.

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  13. GO DOWN MOSES

    Comienzan a cantar. Un grupo de mujeres y hombres comienzan a cantar gospel.

    So the God said: go down, Moses
    Way down in Egypt land
    Tell all pharaoes to
    Let my people go!

    Hay música de piano y guitarra eléctrica con su acompañamiento y percusión. Unos niños tocan sus panderetas mientras varias personas van preparando las mesas y colocando pan de maíz, okra, frijoles, coleslaw, guacamole y fritos de diferentes clases. Dos mujeres de mediana edad comienzan a hacerme preguntas. Son amables y las acompañan dos muchachas muy oscuras. No sé qué decirles, pero he de identificarme con algo. Tengo que ser algo palpable, identificable. Les digo que vengo del Norte. Norte. ¿Qué norte? pienso yo. Que durante mi juventud viví en Austin y que allí estuve estudiando y trabajando. A working man of all trades. Se ríen. Mi acento les suena gracioso. La música me embriaga.

    So moses went to Egypt land
    Let my people go!
    He made all pharaoes understand
    Let my people go!
    Yes the lord said: go down, Moses
    Way down in Egypt land
    Tell all pharaoes to
    Let my people go!

    Me ofrecen un refresco. Dos niños se acercan. ¿Del Norte? Where from, man? Les digo que el Norte es muy extenso y con ciudades muy grandes. Ya lo sabemos, lo vemos en las pelis y en Internet. Boston? New York? Phil? Buffalo? He traspasado fronteras para extender mi cuerpo por multitud de geografías. Nómada. Todo se hace superficie. Infinita superficie. Las profundidades se van haciendo superficies. Los rostros de las mujeres que hablan conmigo, las muchachas, la gente en general que canta, que ya empieza a comer y están todos contentos. Las muchachas son muy oscuras. Hay belleza en la oscuridad. Mis recuerdos se acercan al guetto de Dallas cuando Tim y Eza lloraban su niño muerto. They cried for their dead child. Oh! Lord, why did you allow that to happen? Lloraban furiosos, bajo aquella noche de luna llena. Acompañé a Tim hasta el dolor más angustioso. Aquella llamada por teléfono al centro comercial donde trabajábamos y luego el viaje en coche al hospital y al día siguiente el dolor de los dos. Mi alma es una superficie que se pliega y se repliega. Perhaps my heart.

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  14. HORA DE DORMIR. TIME TO GO TO BED, BABY

    Los cánticos siguieron por unas dos horas más. Las conversaciones entre ellos los feligreses y vecinos siguieron por más tiempo. Hubo juegos diversos. Dos jóvenes anunciaron su próxima boda. Y yo fui entablando conversación con unos y con otros. El whitty se fue haciendo nigger y todos pasamos a ser humanos con nuestras historias a cuestas. Nuestras mentiras y verdades, nuestras grandezas y miserias, nuestros sueños y nuestras desesperaciones. Nuestros amores y nuestros odios. Y luego los intermedios, las gradaciones; los equilibrios o desequilibrios que todas nuestros gestos o palabras conllevaban. Al final la gente se fue retirando a sus casas. Los niños pequeños ya estaban agotados. Los ancianos buscaban el retiro en sus recuerdos. El predicador se acercó de nuevoa mí. Me preguntí si había disfrutado. Y luego me invitó a quedarme en su casa. Yo hice lo posible por evadir la invitación, pero el predicador ya había leído mi mente, ya sabía que había algo en mí que era necesario interpelar. Por curiosidad quizás, pero también por inquietud. Por descubrir más mundos escondidos en las almas de otros. Las geografías de la experiencia de los demás. Los mapas de los paisajes de vidas. Vidas. Vida. Cada cual ha creado su mundo. Ha hecho del mundo lo que ha podido para sobrevivir, para mantener los equilibrios; para compensar los sufrimientos o desbordarse con alegrias breves. Un predicador sensato e inteligente ha de saber de todo esto.
    Al momento me presentó su mujer. Una mulata hermosa con la que ya había conversado antes pero sin saber quién era. "Let me introduce you my wife, Mary Louise". Sonrisas. Amabilidad. Luego entramos en la casa adyacente a la iglesia y seguimos hablando. Un te. Un intento de conocer mis inquietudes religiosas. O mis principios. Los pastores son expertos en descubrir principios o valores fundamentales por los cuales se guía la gente, aunque no se lleguen a practicar o se fracase constantemente en su aplicación, no obstante están ahí como referentes; reglas de medir. Saber desde dónde se cae. O hacia dónde se sube. Si nos exigen demasiado o muy poco. Todo un arte eso de vivir. Un arte y un riesgo.
    Al final me llevó a la habitación de los visitantes y nos dimos los tres las buenas noches. Cierro la puerta. Quedo en solitario y miro por la ventana. Hay luna llena. Puedo ver los patios y jardines de las casas cercanas. Hermoso. Pero siento tristeza. Quizás melancolía. Hay melancolía. Hay algo que siempre se escapa. Que queda por decir. Que jamás somos capaces de expresar, de exponer, mostrar tal como es. Se nos escapa en el momento que creemos poseerlo. Si alguna vez hemos sabido delimitarlo. Lo dudo.

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  15. OH LORD, WHERE ARE YOU?

    Me siento en la cama. Me levanto y me siento. Doy pasos por la habitación. Me siento en una butaca. Hay una televisión. La enciendo y cambio de canal varias veces. Una película, las noticias, otra película, un resumen de partidos de fútbol americano. Vuelvo a sentarme en la cama. Me quito la ropa y quedo en calzoncillos y en camiseta. Echo una meada. Vuelvo a mirar por la ventana. Movimiento. Movimiento. Pero la inquietud no cesa. La inseguridad. La incertidumbre. Mañana hay que seguir. Enciendo la luz de la lamparilla y veo una biblia en la mesita. La ojeo. Leo un salmo. Pero mi concentración es débil. He de centrar la mente en algo. Me echo en la cama. Cierro los ojos y deseo que el mundo se diluya, se difumine; de haber un Dios tendría que responder. Dar paz. Decir: Estoy aquí.
    Pero no hay idea que pueda estar quieta, no hay pensamiento que quede fijo. Me dejo llevar por recuerdos. Otro predicador negro había trabajado conmigo hacía muchos años en Dallas. Y un domingo me había llevado a su iglesia. Fuímos mi amiga Debbie y yo, a ella le gustó mucho la invitación. Fuimos. Los únicos blancos en toda a quella congregación que no dejó de bailar y cantar durante casi dos horas. Música de guitarras eléctricas. Mucha percusión. Cuerpos en movimiento. Retorciéndose. Cayendo a veces al suelo y permaneciendo en la moqueta echados. La música entonces cesa y tan solo un ritmo de corta cadencia persiste en seguir dando forma al silencio y el pastor vestido con una túnica marrón oscuro ora con fuerza, pide a Dios que resucite del pecado a quienes yacen en el suelo, que los sane. Que les quite el tumor o les dé vista o les haga caminar sin dolor o que dejen de obsesionarse por la vida, por el trabajo, por el dinero, por su matrimonio o familia.
    Y entonces una ráfaga de percusión da la señal para que el pastor vaya cogiendo de la mano a la gente yaciente, uno a uno, y los levanta; y más ráfagas de percusión indican esa esperada resurrección a nueva vida. Se van levantando y bailan de alegría. Vuelve la música de las guitarras. Cuerpos que se vuelven constorsionar. Niños con panderetas. Éxtasis. La catarsis a tanto sufrimiento y desdicha. A tanta confusión, a tanta degradación en los guettos y tantas bandas de delincuencia y tanta gente joven en la cárcel. Y tanta granny haciéndose cargo de los niños y tantas relaciones rotas nada más empezar y todo se escapa a la comunidad que nunca acaba de formarse salvo los domingos en estas iglesias bautistas o pentecostales o de cualquier otra denominación. Comunidades durante unas horas. The Lord is here with me, the Lord is here to save me.
    Me voy quedando dormido sin darme cuenta. Me dejo ir y me pierdo entre la música y la percusión. Retuerzo el cuerpo hasta el éxtasis. Quizás Dios echa una mano después de todo.

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  16. DOWNTOWN A LA VISTA (NO HAY NADA COMO UN BUEN DESAYUNO CON CAFÉ)

    He dormido. Me levanto por la mañana con la sensación de que es tarde. De que debería de estar levantado hace ya una hora. Son las diez de la mañana. Me lavo. Echo una cagada y dejo la habitación nauseabunda. Un recuerdo de lo que somos. Suerte que hay un spray de ambientador para tales casos y difumino perfume en abundancia. Me visto y tímidamente salgo de la habitación. La mujer del predicador está en el salón cubierta con una bata hogareña color azul marino y me da los buenos días con una sonrisa. Me dice que su marido fue al supermercado cercano y que pronto llegará. Veo que en la mesa hay pan de maíz recien hecho, mazorcas de maíz con mantequilla, brownies y huevos fritos con bacon recién frito. El olor a fritos y pan recién hecho me estimula las ganas de comer, me hace revivir. Al final había conseguido dormir más de lo que pensaba. Mary Louise me invita a sentarme. Tengo la sensación de haber vivido toda mi vida en esta casa. Son gente entrañable que me hacen perder todo recelo y desconfianza. Vivir es encontrar las personas sencillas que te hagan sentirte tú mismo. Tomo el primer sorbo de café y al momento el predicador llega con un par de bolsas de papel llenas de groceries (alimentos). Una vez todos en la mesa el predicador dirige una oración a Dios dando gracias por los alimentos y pronto nos ponemos a comer y charlar. ¿La noche? Bien, bien ... he dormido como un lirón. Me queda un largo camino hasta el downtown. Me guiaré por los grandes rascacielos, el skyline, y seguiré las grandes calles o avenidas en línea recta. (Para mis adentros: Tengo gana de llegar a donde pueda ser reconocido o pueda inventarme una nueva vida o pueda resucitar muertos o pueda dar un vuelco al tiempo y retornar al pasado rompìendo así con las leyes de la no contradicción, porque a lo mejor el pasado no ha muerto y sigue ahí en espera de ser reinterpretado o revivido o ¿o?...).
    "Amigo Munro", me dijo el predicador, "considerate nuestro amigo. Cuando puedas vuelve a vernos o si tienes un problema no dejes de llamarnos o enviarnos un mensaje. Veo que no tienes cell phone. Bueno, intenta comprar uno. Hoy día no existes si no tienes uno de esos bichos tocándote las narices." Apunta un número en un papel y me lo entrega.
    "Gracias, os estoy muy agradecidos", dicho con grande y sincero afecto. Entonces Mary Lousie me entrega una bolsa de plástico con varios sandwiches para meter en la mochila.
    Una vez acabado el desayuno me preparo para irme. Creo que es el momento. El predicador me dice que no tome la avenida que tira a la izquierda. No es recomendable atravesar esa zona. Hay problemas con algunas bandas.
    Les doy un fuerte abrazo y me pongo en camino.
    Efectivamente, una vez cruzados dos cruces y subida una cuesta, he ahí los rascacielos a lo lejos. The skyline. The downtown.

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  17. POR DIOS. SOLO TRATO DE SITUARME

    Después de unas horas de caminar me apetece comer una buena hamburguesa con coca cola. La noche anterior había logrado incluso soñar. Y soñé en que iba caminando por una extraña ciudad mezcla de muchas ciudades e incluso tiempos. Pero al cruzar una zona de edificios medio abandonados o incluso en ruinas, una voz me llamaba. Era la voz de una mujer. Intenté ir adonde parecía surgir la voz, pero fue imposible llegar. Y la voz paró. Luego seguí cruzando aquella ciudad de sueños. Ya había estado en esa ciudad más veces. También había escuchado esa voz de mujer en otras ocasiones sin jamás conseguir llegar a ella. ¿Quién era? Aún en sueños uno ha de preguntarse quién puede ser esa mujer que pide ayuda. Ayuda ¿para qué? La próxima vez que se repita un sueño parecido intentaré llegar al origen de la voz, descubrir el nombre propio de la voz.
    Por fin diviso una hamburguesería y entro con ganas de zamparme una buena hamburguesa con queso y bacon y coca cola y patatas fritas. No hay mucha gente y el sitio es tranquilo. Todos miran o consultan su smartphone. Procuraré no comprar uno. Procuraré no conectar con la red. Internet. Una vez conectado podría descubrir mi pasado o usar mis cuentas corrientes. Podría descubrir si mis anteriores amigos siguen vivos y dónde y qué coño pasó con aquella tormenta. ¿Pero en realidad pueden pasar cosas así?
    Suena a película de bucles en el tiempo. Un tema muy explotado. Los loops en el tiempo. Pero hubo excursión y la excursión la organizamos unos amigos. Habíamos hablado de visitar una cueva más allá de un pueblo que Mirla pensaba era una cueva con cierto misterio. Pero todo esto ocurría en otro continente. En la vieja Europa. Hablando español. Increíble. Es imposible que estas cosas ocurran. Que haya habido una extraña mujer medio hippie o medio bruja que haya sido testigo de tal mágica o milagrosa mutación del tiempo. La tormenta. Imposible. Todo eso ha sido otro sueño. Mi realidad es esta. Pero no sé de dónde vengo. Solo conecto a través de recuerdos sobre esta realidad americana pronunciada en inglés, pero entre ese pasado de recuerdos y el presente que estoy viviendo ahora se produce una insólita discontinuidad. Es el mismo país, son la misma gente, pero hay un hiato que no logro rellenar o dar sentido.
    Como la hamburguesa con placer. Me he hecho un lío. Debería de comprar un smartphone de última generación.

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  18. EL GUARDA

    He sido capaz de cumplimentar los pasos digitalizados para escoger el menú. Una vez disfrutado de tal menú en tal franquicia, salgo de nuevo a caminar. El calor ahora es asfixiante. No obstante la avenida que estoy siguiendo está bordeada por árboles y los árboles logran dar sombra sobre la estrecha acera que estoy siguiendo. A un lado y otro son casas unifamiliares de diferentes tamaños, algunas antiguas de madera y con porche donde cuelga un columpio. Otras tienen la bandera americana sobre la puerta principal. A veces cruzo un parque donde hay gente preparando algún picnic a la sombra. Veo ahora una iglesia bautista de arquitectura neoclásica y me desvío un poco para verla e incluso, si es posible, para entrar, ver el interior. Me aproximo, doy una vuelta al edificio, y de repente un guardia de seguridad me para y me pide explicaciones del por qué estoy ahí deambulando sin justificación alguna. Yo trato de explicarle mi amor al arte, a la arquitectura religiosa, pero el guardia me exige abandonar el lugar cuanto antes. Un guardia con esposas y pistola al cinto. Un cinturón recubierto de balas.

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  19. El centro comercial de la zona comienza a vislumbrase después de alejarme de la iglesia.

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  20. EL GRAN CENTRO COMERCIAL

    Hay más templos además del templo bautista que ahora abandono por obra y gracia del querubín armado. Y no muy lejos comienza a divisarse el templo de consumo. Otro templo. Las mercancías y el templo. Jesús echó a los mercaderes del templo, pero los mercaderes han transformado el templo y lo han hecho a su imagen y semejanza. Jesús puede entrar también al templo. Puede pasear por él y disfrutar el aire climatizado y los miles de productos en venta y los refrescos y bocadillos y hamburguesas. Puede indignarse si quiere, mientras sea respetada la propiedad y todo permanezca en orden, todo el mundo, profetas o no, pueden pasear por el Gran Centro Comercial. Los cines proyectan todavía películas con pop corn y coca cola.
    El templo del alma es el cuerpo. O quizás el templo del Espíritu Santo es el cuerpo. Y entonces hay que cuidar el cuerpo. Para que esté limpio. Para que esté bien alimentado. Puro. Y entonces el Espíritu Santo puede habitar. Pero te has equivocado de limpieza. Se refiere la Escritura a la limpieza moral no la higiene per se. Todo ello es invisible. La fe es invisible. El Espíritu Santo es invisible. Jesús es invisible. Es el absurdo de la fe. Es lo que hace de la fe algo absurdo y contra razón. Es lo que hace de la fe fe. Fe no es razón y sí contra-razón: Lutero, Kierkegaard.
    Me acerco al Gran Centro Comercial. Es toda una fortaleza. Hormigón. Hierro. Cristales. Las puertas se abren sin que nadie me excluya de entrar al templo. Todo lo contrario: soy bienvenido al templo de consumo y siento el aire climatizado aliviar el calor y el sudor. Miles de personas llenan los pasillos. Las tiendas despliegan una variedad increíble de colores, gustos estéticos, regulación del espacio; el olvido del tiempo. Cuerpo místico visible. El tacto puede recrearse en todo. La vista. El oído se alivia con música de fondo agradable. Se puede vestir el cuerpo. Dar al cuerpo lo que necesita. El templo da al cuerpo lo que necesita. Ropa, alimentos, bebidas, muebles, todo lo deseable en la casa, el coche, la familia bien vestida. Valores visibles.
    Todo se hace presente al instante a través de las pantallas. El mundo físico, el mundo abstracto, música, arte, religión; cultura a raudales. Espíritu. Pleno espíritu con cuerpo o virtual o invisible hasta que nosotros mismos lo queramos encarnar, dar forma. Incluso la realidad del Gran Templo se está transformando en mera virtualidad que posiblemente acabe con la misma estructura material que lo hace posible.
    Soy feliz deambulando por la fortaleza, por el Gran Templo. Me he sentado a tomar una cerveza fresca. He elegido una cerveza entre muchas marcas nacionales, estatales, europeas, mexicanas, japonesas. Pero de repente me doy cuenta que estoy solo. Absolutamente solo.

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  21. "Andas por esos mundos como yo. No me digas que no existes, existes, nos hemos de encontrar..." (Alfonsina Storni)

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  22. RESONANCIAS

    Es sublime descubrirse absolutamente solo. Me levanto. Pago la cerveza. Sigo deambulando por los amplios pasillos entre la gente. Es posible que se agote el deseo de permanecer en este centro comercial, pero antes he de explorar más. Me decido a comprar un smartphone y conectar con más realidades. Facilitar así mi orientación en esta ciudad. Pero descubrirse uno mismo como un ser absolutamente solo es sublime. Soy aun más feliz. Con el smartphone en la mano comienzo a buscar páginas. Diferentes páginas. Cuándo es una realidad determinada y cuándo es otra. Se agotan con facilidad. Muchas aburren nada más abrirlas. Otras te invitan a seguir explorando sus contenidos. Y los contenidos de los contenidos que se dividen así mismo en más contenidos sin dejar de ser páginas que te han de llevar a más sitios.
    El centro comercial no me agota, no se agota. Tampoco me preocupa dónde he de pasar la noche. He visto dos moteles no muy lejos del shopping mall. Si me administro bien puedo resistir un par de noches más en moteles baratos. Me pongo a leer en un banco. Estoy relajado. Me doy cuenta que yo mismo no hago más que desgajarme en diferentes páginas o realidades archivadas en recuerdos. No soy más que páginas que llevan a otras páginas. Páginas agotadas que no dan más de sí, pero sin perder su poder de asociación con otras páginas más intensas, más oscuras o más clarividentes; más alegres o más tristes. Y ahora aparecen las personas. Algo me lleva a centrarme en las personas que han circulado y siguen circulando por mi vida. Desde niño. Fíjate en esas personas. Fíjate en sus ojos, sus expresiones, sus palabras. Qué decían. Cada una de ellas un mundo o un universo que se abre o se cierra. Y eso al mismo tiempo que veo a las personas que circulan a mí alrededor en este momento como sombras ajenas a mi vida. Cada uno mira a su mundo. Mundos invisibles. Incorpóreos. Orientados a no desintegrarse. A no perderse bajo ninguna circunstancia. Pero ahora noto que alguien me mira. Me observa. Sí. Está sentada en una mesa de la heladería que tengo enfrente. Es una mujer de rasgos indios. De ojos grandes. Sí. Creo conocerla de hace mucho, mucho tiempo; pero no ha dejado de ser ella misma. Se ha establecido contacto. Conexión. Intensidad. Dos mundos. Dos realidades. Dos páginas. Dos pantallas han encontrado vida, fusión, intensidad. De nuevo la resonancia. Las almas que resuenan y se encuentran.

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  23. LA MUJER

    Fuí directamente a la mujer y le pregunte: "Perdón, excuse me, ¿eres Debbie Hart?" La mujer quedó un tanto confusa. "Verá, yo también creí que usted era alguien conocido de hace mucho tiempo. En realidad me suena mucho su cara, pero perdone, no estoy segura. En realidad me llamo Helga. Quizás nos estemos confundiendo. Una de esas coincidencias. Ya sabe. ¿Cómo se llama usted?" "Me llamo Munro y si usted hubiese sido Debbie Hart pues tendría que haberla situado en Austin, Texas, allá por los años 80. Lo cual dice que ya ha llovido. Habría llovido tanto para usted como para mí."
    La mujer se me quedó mirando con muestras de curiosidad. "Pues fíjese usted, si usted hubiese sido quien yo pensaba, tendría que estar situado en Washington D.C. a finales de esos mismos años. Usted hubiera sido un profesor compañero mío en aquel inmeso Central High School. Se parece usted tanto, pero aquel compañero se llamaba Lewis Metz. Obviamente nos hemos equivocado, pero no deja de ser una curiosa coincidencia."
    "Oiga, yo fui profesor en un high school de Houston por aquellos años cuando ya todo estaba informatizado." dije yo con cierta empatía. Parecía ser una buena mujer.
    "Válgame Dios, vaya si me acuerdo. También en mi high school nos teníamos que poner al día en informática con aquellos antiguos programas...je, je... dígame, ¿qué hace ahora?... parece como si estuviese de excursión con esa mochila."
    "Me dirijo al centro, al downtown, estoy de vacaciones y he pensado en recorrer la ciudad caminando. Me pareció necesario poder recorrer esta ciudad andando."
    "Usted parece más joven de lo que debe de ser", dijo ella, Helga.
    "Si no le resulto muy impertinente quisiera invitarla a una cerveza en ese bar de al lado." Ella se quedó dubitativa. Me siguió observando. Sentía gran curiosidad.
    "Bueno, por qué no. Aunque la verdad no tengo mucho tiempo. Me espera mi hija en media hora a la salida."

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  24. LA MUJER II

    (VIENE DE ARRIBA)

    Nos sentamos ante dos jarras pequeñas de cerveza. "La verdad es difícil hablar con alguien en estos shopping mall. Tampoco es muy recomendable. Pero usted dice que ha sido profesor. ¿Qué le llevó a tal profesión?"
    "Buena pregunta. Ni yo mismo lo sé. Una fuerte curiosidad por saber cómo sería posible transmitir conocimientos a los chavales. Siempre había creído que lo mejor que uno puede hacer es comunicar a los demás lo que sabe y saber encontrar esas técnicas o esas formas de transmitirlo. Todo un desafío."
    "¿Y le fue bien?" insistió ella, Helga.
    "Bueno, ya no estoy en la enseñanza pública. Dejé ese trabajo y ahora hago cosas por mi cuenta enseñando idiomas. Me gusta más así que estar sujeto a la disciplina institucional de un high school. He perdido en seguridad y beneficios, pero he ganado en independencia y libertad.
    "Curioso", dijo ella con un bella sonrisa, "yo sigo enseñando y la verdad, después de tanto tiempo, me gusta mucho lo que hago. Enseño historia. Pero hay algo en usted que me ha hecho pensar que no es la primera vez que nos hemos encontrado. Son recuerdos lejanos. Borrosos. Es curioso. Perdone si me dejo llevar por mi imaginación."
    "Eso mismo me ocurrió a mí. La vida nos ofrece sorpresas que a veces no sabemos dar explicación."
    Eché un trago de cerveza y de repente me sentía como en una burbuja dentro de la misma burbuja que es lo que era el centro comercial.
    "Entonces este encuentro puede tener un sentido más profundo que quizás ni usted ni yo podemos entender. Simplemente sentir, pero sin entender." Dijo ella tomando un largo sorbo de la jarra.
    "Pudiera ser así", replique yo un tanto confuso. "Las intuiciones lejanas se adelantan a la conciencia racional, dirían algunos. ¿Dónde estudió usted?"
    "En la Mason University. Pero a los 18 años estuve dos semestres en la SMU de Dallas. O sea que yo también conzoco Texas, pero me pasó todo muy rápido. Fue una manía de mi padre que era de Dallas y quería que conociese la ciudad y a mis tíos. En seguida volvía a Virginia."
    "Curioso. Yo estuve un año en SMU, pero no me acuerdo de usted. Hice unos cursos de American Lit. Años 83-84."
    "Curioso" dijo ella sorprendida. Yo estuve en el 84. Mire, tengo que dejarle. Tengo que caminar un trecho para llegar a la puerta donde me espera mi hija." Llama al camarero y quiere pagar la cuenta, pero yo ya me adelanto. "Ha sido toda una sorpresa. Todo una curiosa sorpresa," insistió ella, "pero no puedo hacer esperar a mi hija. Quizás lo pueda encontrar en otro momento y en algún otro sitio con más tiempo."
    "Bueno, estaré alojado en un motel cercano. Mañana seguiré hasta el centro caminando. Por la mañana desayunaré en aquel donuts place. Ha sido un placer y una sorpresa." Le di la mano y se fue. Era una mujer elegante y bastante guapa. Sabía que nunca más la volvería a ver.

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  25. IGMAR

    Cuando me quise retirar del local para seguir deambulando por el centro comercial siento que alguien me toca por el hombro. Cuando doy la vuelta veo a Igmar, la loca de Igmar, la Igmar de siempre que jamás se separaría de mí, como yo tampoco me podría separar de ella.
    "Bendito de Dios, ¿adónde vas y que haces? ¿Acaso crees que te puedes apartar de mí vayas adonde vayas? Persistes en vivir la normalidad y buscas reinventar esa normalidad en personas que no tienen nada que ofrecerte. ¿Acaso crees que esa mujer representa algo que tú necesitas? Es todo un espejismo. Quimeras que nos montamos porque en realidad no queremos vivir libres, sino esclavizados. Tenemos miedo de la libertad."
    "Pero Igmar de los demonios, ¿qué haces aquí? No tendrías por qué estar aquí. Tu mundo está en otra parte. Ahora es mi hora de estar solo. De vivir solo e inventarme la vida como quiero. Me han ocurrido cosas muy extrañas y estoy en camino de algo singular. He de llegar al downtown. Mi intuición me empuja al downtown, al centro de esta ciudad y ese downtown cada vez parece más lejano."
    Igmar de nuevo con sus ojos vivaces, despiertos. Su rostro directo, ojos directos que miran al alma y la despiertan.
    "Te he venido siguiendo, desde que has decidido ir a ver la cueva y has empezado esta aventura. Yo también sé traspasar bucles en el tiempo y superar tormentas voraces que te desplazan a nuevos territorios y todas esas cosas. Jamás podemos renunciar a lo que somos y por eso nos ocurren cosas. Quienes están empeñados en ser esclavos pues no saben nada de milagros ni bucles maravillosos. Esta aventura es de dos, no de uno. Venga, vamos a comer algo antes de buscar un sitio donde pasar la noche."
    "Bueno, y ¿ahora adónde me llevas? Igmar de mi alma", dije yo colocando de nuevo la mochila y aliviado por verla aquí a mi lado.
    "Te llevo a un sitio muy sencillo, esa pizzería que ves ahí enfrente".

    (CONTINÚA ABAJO)

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  26. MORDISQUEANDO PIZZA

    "Estoy sorprendido. No quería que aparecieras, pero siempre apareces cuando más lejos pareces estar. Además eres real, muy real. Es increible que te pueda tocar y eres cuerpo y cuerpo de mujer. Hermosa. Guapa. Viva. Resucitada." Cojo un trozo de pizza y lo empiezo a masticar.
    "¿Crees que es un milagro que esté aquí? Bueno de alguna forma lo es. Supe que habías desaparecido por los demás que te echaron de menos después de la tormenta. Es nuestra forma de ser. Espantósamente absurdos. Somos espantósamente absurdos. La gente odia el absurdo. No logra asimilar lo absurdo de todo y cree que vive en una realidad hecha y derecha. Luego ocurren estas cosas y no saben hacer otra cosa que darte por desaparecido. Bueno de nuevo ya somos dos desaparecidos. Recuerda que ya hemos estado aquí una vez más en el pasado. Si has decidido volver es por alguna razón importante que yo no me quiero perder."
    "En realidad no tengo ni zorra idea de lo que estoy haciendo. Estoy siguiendo una absurda intuición. Quienes vivimos el absurdo nos acostumbramos a ello sin más. Si quieres que te diga la verdad, me encanta que estés aquí. Sería absurdo preguntarte cómo has llegado aquí."
    Irma empieza a beber su coca cola y me mira con ganas.
    "Digamos que estoy aquí porque sí. Formo parte de tu universo y tu formas parte del mío. Estamos condenados a deambular por el mundo. Posiblemente hasta que nos agotemos en cuerpo y alma. Dame un beso. Dame un fuerte beso. Por ahora no hay agotamiento posible."
    "Tenía pensado pasar la noche en un motel cerca de aquí, pero parece que tú conoces un sitio mejor. O al menos eso quise entender."
    Igmar puso las dos piernas sobre la silla. Llevaba unos pantalones negros con cierta holgura.
    "Sí, te tengo que enseñar los recovecos de este shopping center. Verás gente que hacía tiempo creías que habían desaparecido de tu vida. pero no. Están aquí. Los verás de nuevo."

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  27. ESCALERAS ABAJO

    Las cosas empezaban a desarrollarse de otra manera. Acababa de ocurrir el milagro: Igmar. Igmar aparece en momentos como estos. No me hago muchas preguntas y me dejo llevar por la promesa de que ella me va a enseñar otras cosas, otro mundo quizás donde no haya que pensar tanto las opciones o verse en el contínuo dilema de escoger.
    "Sígueme", me dijo. Fuimos por uno de los pasillos más concurridos, entramos en una tienda de gran superficie. Fuímos sorteando perchas con ropa, estanterías con diversos productos, expositores con herramientas de múltiples usos; pequeña maquinaria de jardinería, sección de armas, alfombras, electrodomésticos y por último aparatos electrónicos de telefonía, televisiones, informática...
    Parecía un juego. Un mundo de colorido. Una apetencia y deseo de jugar con todo ello. Estábamos disfrutando. Me iba olvidando del tiempo pasado pues ahora parecía que solo había futuro.
    Fue entonces cuando Igmar se metió en una especie de probador que desenbocaba sin embargo a un almacén enorme y medio iluminado. Ahora circulábamos entre grandes estanterías metálicas con cajas enormes. Apenas se veía ningún empleado. Igmar saltaba de vez en cuando. Se ponía de espaldas mirándome y riéndose.
    "Venga, hombre. Ya casi estamos llegando. Pareces un muermo siempre triste. Piensas demasiado y eso no es bueno. Fíjate lo que hemos hecho en tan poco tiempo. Nadie registra lo que estamos haciendo salvo que hayas configurado ese aparato en situación."
    "No. Lo acabo de comprar y apenas lo he mirado. No quiero mirarlo por ahora." En ese instante Igmar abrió una puerta metálica y fuimos a dar a una escalera de hormigón que bajaba a sabe Dios dónde. Seguimos bajando. Igmar bajaba dando saltos. De dos en dos escalones. Creo que fueron tres plantas subterráneas lo que acabamos bajando.
    Entonces seguimos otro pasillo con luces mortecinas como si de un refugio se tratara. Y allí abrió otra puerta metálica y entramos en una especie de salón con sillas y butacas y gente que estaba sentada hablando agradablemente y bebiendo refrescos.
    "Ya llegamos", dijo Igmar. "Bienvenido al Refugio Galilea."

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  28. UNDERGROUND

    Refugio Galilea. Miembros 5. Dos acaban de llegar. Somos 7. Misión: no sabemos. Cerramos la puerta. Oye, cierra la puerta. Pon la cafetera para calentar el café. La luz es ténue. Es luz de neón. Nos refleja con poca intensidad. El cuarto huele a cera plástica y a productos de limpieza. Detergentes. Jabones. Hay estanterías con dichos productos y piezas de repuesto para las máquinas de limpiar. Limpieza. Se trata de uncuarto almacén para el personal de limpieza.
    Uno de los miembros del Refugio Galilea es personal de limpieza. Nos cede su almacén de un modo semiclandestino. Vuelven las clandestinidades. Clandestinos. Underground. Fundas un mundo underground. Un submundo. ¿Qué puede salir de ahí?

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  29. MUTANTE

    Uno de los cinco se puso a hablar con la taza de café en la mano. Nos dijo que lo que íbamos a hacer era algo incierto que ni tan siquiera sabía cuáles iban a ser las consecuencias. Que quizás todos estábamos allí por una razón, pero que era una razón que se le escapaba. Explicó lo que venía viviendo hace días y había cosas tan extrañas e inesperadas como las que veníamos viviendo los demás. Pues los demás también se pusieron a hablar y contar y todo resultaba igualmente de chocante. Realidad chocante. Curiosos término, me dije a mí mismo. Interesante saber que no estaba solo. Que iba a vivir estas cosas con otros. Que Igmar iba a estar en todo esto. Pero al mismo tiempo una sensación de profunda soledad me asaltaba. Una posible desconfianza de la realidad que estaba viviendo. Siempre cabía la posibilidad de ser todo una simulación o una programación implantada en la misma mente. O una revelación de infinitas realidades posibles y entonces tu yo deja de tener sentido una vez disuelto en la infinitud de los espejos o planos de nuevas realidades a vivir. Potencialmente todas estaban ahí. Los siete estábamos mirándonos unos a otros. Daba la sensación de que todos estábamos pensando algo parecido. Veníamos ¿de dónde? Destino: X. A partir de ese moemnto y cuando abriésemos la puerta todo sería nuevo y todas las opciones serían posibles también. Mi destino era el downtown, pero ¿sería capaz de llegar al centro? No podía pensar de esa manera. Si seguía pensando de esa manera estaría perdido. Los mutantes. Quizás fuera ya uno de esos mutantes en pleno autoreconocimiento. Entonces habría que actuar, seguir el flujo de actuación y ir resolviendo situaciones a medida que iban apareciendo.

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