Makloter.- Una vez hiciste un viaje por los Estados Unidos de casi 6,ooo kilómetros, pero nunca hablaste de tal viaje. Solo comentaste el viaje en sí, pero nunca supimos cómo fueron los detalles de ese viaje. ¿Qué pasó?
Mineklarop.- Sí, fue un viaje largo y extraño. Un viaje que me hizo pensar en la insignificancia de las cosas y en la seguridad absoluta de que hay un algo más allá del tiempo y espacio que a veces percibimos. Cuando cruzábamos desiertos y parajes solitarios con aquel Chevrolet Camaro me sentí muy raro: era como un fantasma perdido.
Makloter.- ¿Cómo empezó?
Mineklarop.- Empezó en el aeropuerto Dulles de Washington. Allí alquilamos el coche y a la salida nos esperaba. Li-Tao; una amiga nuestra del pasado que ahora nos iba a conducir a su casa. Habríamos de seguirla. Así que la seguimos y yo me tuve que acostumbrar al coche con rapidez para poder seguirla por las autopistas. Rebeca y Susana iban sentadas detrás. Li-Tao era de Hong Kong pero ya llevaba mucho tiempo en los Estados Unidos. Se había casado con Joel, ahora un ingeniero físico de Nebraska, que trabajaba para el Gobierno, pero que nunca podía hablar sobre lo que hacía porque era información clasificada. Tenían dos hijas. Li-Tao era bibliotecaria del condado de Williams County.
Makloter.- Curioso, ¿de qué los conocías?
Mineklarop.- Los conocía de Austin, Texas, cuando Rebeca y yo estudiábamos en la Universidad de Texas y vivíamos en Coledridge, unos apartamentos para estudiantes casados. Un día caluroso de verano yo salí con una pelota de tennis a jugar al frontón aprovechando la pared lateral del bloque de apartamentos. Pensaba que la no haber nadie en el piso de arriba pues podría aporrear la pelota contra la pared sin problemas. Así que pum, pam, pum, por media hora o algo más. Luego me metí en casa y me tumbé en el sofá. Pero al cabo de un tiempo alguien llamó a la puerta. Pum, pum, y al abrir era Joel a quien no conocía de nada que me avisaba que él era el nuevo vecino y que aquellos golpes de pelota contra la pared les molestaba bastante. Yo, un tanto colorado, le pedí perdón y les di la bienvenida. Más tarde conocimos a Li-Tao. Eran una pareja curiosa. Él era hijo de granjeros de un rancho solitario de las llanuras de Nebraska y era alto y rubio de constitución fuerte y apetito voraz. Su familia era de origen escandinavo por parte de padre y madre. Ella era pequeña de estatura, regordeta y china. Repito, eran una pareja muy curiosa y chocante. Con el tiempo las dos parejas nos hicimos buenos amigos.
Makloter.- Y decías que ahora seguías a Li-Tao….
Mineklarop.- Sí, la seguimos por un tiempo por autopistas y avenidas y calles hasta llegar a un complejo de chales adosados tipo town houses muy cerca de un lago precioso. Nos instalamos en su casa y allí habríamos de estar un par de días o algo más, no recuerdo. Lo que si recuerdo era que aquella misma noche esperaban la visita de amigos y gente invitada y habrían de celebrar un pic-nic. Estupendo. Todos a comer en un pic-nic. Hacia las ocho de la tarde fueron llegando parejas chinas que hablaban chino entre ellas e inglés cuando decían algo general que nos incluyera a todos. Eran gente muy delicada y educada. Todos traían algún plato para contribuir al pic-nic y eran recetas de comida china. Al cabo de un tiempo llegó alguien especial que todos apreciaban. Era el padre Ambrose.
El padre Ambrose era un sacerdote católico chino que había adoptado ese nombre de origen latino. Ambrose abrazó a todo el mundo repartiendo sonrisas y frases amables y bondadosas. Recordé entonces que Li-Tao era una china católica fuertemente militante de su iglesia y que un día años atrás cuando ambos matrimonios coincidimos en Washington ella nos dijo apuntando a un mapa de China que la ambición de la misión católica china era convertir a un porcentaje importante del país. Un grande porcentaje. De aquella Joel se declaraba agnóstico y recurría a la ciencia para desprestigiar la religión aunque su familia había sido luterana y él se había criado como tal, sin embargo él pasaba de toda religión y tomaba a su mujer un poco en broma, algo así como quien es condescendiente con las gracias de un niño sabelotodo. Joel y yo solíamos bajar al sótano de la casa habilitado como sala de estar con buenos baffles de música y allí escuchábamos blues bebiendo cerveza y hablando del mundo. Rebeca y Li-Tao se quedaban arriba hablando de sus cosas: trabajo, ropa, precio de las cosas, etc.
Todo eso había cambiado en unos años. Ya antes de la llegada de los chinos al pic-nic Joel nos había contado su conversión al catolicismo. Había ocurrido durante un viaje de vacaciones a Florida. Entonces por sugerencia de su mujer fueron a ver un rostro de la Virgen que se aparecía en la fachada acristalada del edificio de un banco. Joel pudo ver aquella imagen y sufrió una conversión instantánea, de esas que obligan a uno a ponerse de rodillas y pedir perdón infinito por todas las miserias del mundo y las propias. Luego sacó unas fotos que probaban aquella visión y Rebeca y yo intentamos descifrar el rostro como de la Virgen que pudiera ser la Virgen, pero que también podría haber sido otra cosa, pero en ese momento concluimos al unísono que efectivamente era la Virgen María. Joel a partir de aquel momento se hizo un católico devoto. Algo tuvo que ver también su estado depresivo al perder el contrato de trabajo tan importante que había tenido con el Gobierno y que lo dejó por un tiempo literalmente en el paro y en una situación muy incierta ante su futuro. Gracias a la Virgen todo se solucionó de manera satisfactoria y ahora los dos tenían buenos trabajos y un par de niñas sanas y robustas.
Makloter.- Ese pic-nic de chinos católicos me intriga…
Mineklarop.- Eran católicos con fuerte inclinación misionera y muy dedicados a su iglesia. nada que ver con los católicos que uno ve en España. Antes de participar en el pic-nic el padre Ambrose se puso ropas de misa y allí celebramos todos el culto católico en el jardín trasero del chale. El sermón era parte en chino y parte en inglés y todo estaba enfocado en la sagrada misión de convertir a los chinos al catolicismo. Luego comimos las salchichas y las costillas regadas de buena cerveza. Era ya de noche.
Makltoter.- Y esta fue vuestra primera etapa de ese viaje.
Mineklarop.- Sí, nos quedaban miles de kilómetros en el horizonte. Habríamos de llegar a California y dar la vuelta. Yo estaba delirante de placer. De nuevo el nomadismo, de nuevo la carretera, los pueblos, los sitios extraños.
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