El éxodo ha de comenzar. Hemos de cruzar el desierto. Hemos
de preparar los carros con los animales, las tiendas de campaña. Hemos de rebuscar
las cuevas, las fisuras, las grietas y colarnos por ahí para escapar. Se trata
de escapar a un lugar de nadie, a un territorio de nadie. ¿Dónde está ese
territorio?
Quizás en la imaginación. ¿Pero hasta qué punto nuestra
imaginación no ha sido ya dañada, invadida, allanada, codificada; destruida,
aletargada, enloquecida? Quizás podamos vislumbrar el desierto en la imaginación
y con esa visión poder avanzar y escapar. Quizás sea ya demasiado tarde. Quizás
ya nadie pueda pensar en ese desierto, descubrir ese desierto preludio de un
territorio de nadie.
Podemos ver los grandes montes de Akaloptrw allá a lo lejos.
Podemos ver la gran ciudad de Hbsgfrtq ardiendo en la lejanía. Ha llegado el Apocalipsis
y todo amenaza ser destruido. Mi hermana se había dedicado toda una mañana en
destruir una farmacia y con una porra de hierro había roto, destruido, hecho
añicos, dispersado; miles de frascos, miles de medicinas; cientos de cajones,
cientos de cajas pequeñas y grandes. Mi tío Gsvhay se había dedicado a romper
cristales de los escaparates de los bancos; había entrado en el banco del
barrio y roto con un motosierra todo lo que pillaba delante; luego había dejado
la motosierra y con una desbarbadota trifásica que había enchufado en la pared
descerrajó todo lo que pudo: máquinas, ordenadores, cajas fuertes, etc.. ; todo
hasta que una bala le atravesó los pulmones y allí paró todo.
La Gran Ciudad de Hbsgfrtq ardía por los cuatro costados. Se
quemaba todo lo que se podía. Las hordas sin orden avanzaban por la ciudad. Los
perros estaban hambrientos y mordían en manadas. La policía y el ejército
disparaban a discreción.
Pero nosotros habíamos recurrido al Éxodo, un nuevo éxodo;
un nuevo desierto; una nueva Ley: lejos, lejos, fuera de toda jurisdicción jurídica
y política. Fuera de la política.
He ahí la gran cueva de Rtsfduiox. Ella nos llevará a otro
pleneta en otra dimensión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario