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lunes, 13 de diciembre de 2010

PAKO EN LONDRES

Pako estaba en la ciudad de Londres. Tenía que cruzar un semáforo y la avenida era muy ancha. Fue cruzando la avenida y se dio cuenta que no llegaba a cruzarla antes de que se pusiera en rojo de nuevo. Entonces quedó en medio de la avenida en la mediana. Se agarró a un semáforo y esperó a que el tráfico de la otra mitad pasara. Pero, mientras que esperaba, se dio cuenta que delante suyo la avenida se transformaba en una especie de bajada demasiado inclinada, tan inclinada que si resbalaba podría bajar rodando con posibilidad de quedar herido. Miraba hacia abajo con sorpresa y lo que veía era la avenida con su tráfico pero como si surgiera de otro sitio fuera de su alcance. Pasó el semáforo y llegó al hotel.

Cuando Pako llegó al hotel, antes de entrar, descubrió que un hermano profesor de universidad, había encontrado una cartera llena de billetes de €50 y €100. Luego fueron llegando amigos y se preguntaban de quién sería la cartera. Alguien la había perdido. Pero al abrirla vieron que también había un pasaporte español muy viejo con un nombre indescifrable. En una de las partes de la cartera figuraba un número de teléfono y una especie de letras fluorescentes que decían “llamar al xxyyy”. Entonces Pako llamó y alguien con voz joven respondió. Pako explicó que había encontrado aquella cartera cerca del hotel XX y que querían devolvérsela cuanto antes pues había mucho dinero dentro. El joven entonces respondió:
 —Oiga, ¿sería tan amable de traérmela al barrio de ZZZ que es donde yo vivo? Es que ahora estoy algo ocupado y seguro que no le da más coger el metro y dejármela en el sitio que yo le diga.
Entonces Pako cabreado les dice a todos lo que le estaba respondiendo el joven español.
    ¡¡¡Vaya jeta que tiene ese cabrón!!! — respondieron todos.
    Sí, vaya cara— dijo Pako—Ahora verás lo que le digo.
    Oye, como no vengas aquí a por ella esta cartera se va a ir al carajo.
Pako estaba indignado y se dirigió al hotel. Los chavales españoles vivían en la puñetera vagancia y desidia y les importaba todo un carajo, pensó Pako un tanto malhumorado.

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