Buscar este blog

miércoles, 13 de febrero de 2013

CUANDO ERA UN MALDITO PROFE PROGRE E INEXPERTO


Llegué a la oficina del director para pasar una entrevista un día lluvioso y algo frío para Houston. Llegaba con cierto temor e inseguridad pues se trataba de la primera vez que iba a dar clase en un high school. Una vez hecha la entrevista y con resultados favorables, al día siguiente ya empezaba a impartir las clases de español. Aquella tarde me recogí temprano en el motel y comencé a preparar mi introducción. Se trataba de sustituir a una profesora que ya lo había dejado a mitad de curso. No me acuerdo de las razones. Algunos profesores en USA abandonan así el curso y la profesión para meterse en otra cosa, pues ser profesor en un instituto de secundaria es un trabajo de bastante estrés y de infinita paciencia que algunos jóvenes docentes no pueden soportar. Se queman. Entonces lo mejor es abandonar a tiempo y cambiar de profesión. La enseñanza universal requiere estrategias universales de contentamiento de la mayoría; y la mayoría es siempre mediocre por definición; y, lo mediocre, exige ser mediocre por encima de todas las cosas. Las mayorías ejercen su poder de voto, de presión, de derecho a graduarse con el mínimo esfuerzo. Y el poder político educativo, local, estatal y federal pues han de vigilar que una gran mayoría se sienta contenta con su título de graduado de secundaria. Los profesores han de hacerse conscientes de ello; o, si no, les habrá que forzar a hacerse conscientes de ello culpabilizándoles lo máximo posible. La selección de los inteligentes se hará de una manera más discreta, más adelante; quizás cuando las universidades vayan seleccionando al alumnado que más les interese y relegando a los más mediocres—se ve en la titulación, en el High School y su reputación que ya consta en una lista—a las universidades menos cualificadas y más baratas. Un imperio valora la calidad y el potencial de inteligencia de los mejores y para ello se requiere selección.

¿Cómo preparar la primera clase? ¿Qué les iba a decir? Si uno hubiese sido un superhombre pues nada de eso hubiera sido un problema. Pero yo miraba los libros de texto y trataba de ensayar cómo habría de empezar mi primer día en mi estrenada profesión. Sabía, por mis clases de práctica, lo que era llevar clases; pero jamás como responsable de ellas. Ahora habría de probar mi valía o minusvalía en esta profesión. Al día siguiente fui e intenté enseñar.

Cuando entras de nuevo a dar clase a chavales de edades entre 14-17 años no te haces idea de lo difícil que te lo van a poner porque ellos ya detectan con buena precisión tu inseguridad; tu falta de tacto; tu entera preocupación por ti mismo; como si hubiera otro yo más por encima del yo normal que te estuviera juzgando y te hiciera fuertemente consciente de tu voz, de tus gestos, de cómo estás cayendo a los chavales, etc. Una clase tras otra fueron pasando y yo fui sobreviviendo. Pero el problema no fueron los primeros días precisamente, si no los posteriores.

Y la culpa de mucho de ello eran mis ideas, mi identidad progre-izquierdosa basada en aberraciones marxistoides-deconstruccionistas que utilizadas y practicadas en el ambiente académico pues resultaban perversamente atractivas como armas de crítica demoledora de mitos y poderes; pero que llevadas a una realidad de aula con chavales dispuestos a arrebatarte el poder a la mínima debilidad o intento de “dialogar” la opresión pedagógica o la “deshumanización” de la clase tradicional; pues los palos caían sin tregua. Los seres humanos concretos en su versión adolescente de capitalismo avanzado de consumo y familias débiles o casi inexistentes, pues actuando como grupo su máximo placer y diversión era ver al profesor pasarlo mal, hacerle de rabiar cuanto más y mejor. Y el majadero profe progre-izquierdoso pues tratando de “comprender” la supuesta frustración de unos adolescentes que en el fondo él creía que se "resentían del sistema" y tan solo buscaban su "libre expresión" como personas. Todo eran intentos de poder acoplar mi fatua teoría con aquella endemoniada práctica; y, un día tras otro en la soledad de la ciudad de Houston y viviendo en un apartamento la soledad más absoluta, sin conocer a nadie; yendo a comer solo a una pizzería cercana o a visitar el centro comercial Gallería.

Las tardes las pasaba en una biblioteca pública tratando de encontrar una estrategia o metodología lo más antiautoritaria posible, basada en la realidad del español de la calle más que en el libro de texto basado en drills y drills y drills repetitivos. Aquellas preparaciones me consumían la tarde en una lenta y exasperante agonía de miedo al fracaso en un sistema educativo con 25 horas lectivas semanales y trabajo añadido como tutor de cada clase y llamadas por teléfono a casa de los chavales desde mi apartamento. Todo eso se esperaba del profe normal. Recuerdo la continua ansiedad cuando entraba a las 8 y fichaba en el reloj y luego a la primera clase y la segunda con la inseguridad de no saber si iba o no a funcionar mi preparación y si no funcionaba la tortura por parte de los alumnos iba a estar asegurada y mi inglés con acento y mierda para todo aquello; siempre de prisa, siempre preocupado, estresado; siempre con la frustración de descubrir que mis ideas me fallaban, que el mundo era otra cosa y no aquellas lindas y sesudas teorías del marxismo-feminismo-deconstruccionismo y de liberaciones sin límite. Descansaba poco y empezaba a saber lo que era el insomnio.

Era necesario que patinara. Que empezara a patinar. Aun así tardé mucho más en llegar a darme cuenta de la puñetera realidad concreta de las personas y su extremada complicación en lo referente a relaciones personales o de grupo. Era un puñetero ingenuo. Los progres astutos, como más adelante pude comprobar en España, saben adaptarse perfectamente bien al sistema y vivir del cuento lo mejor posible.

1 comentario:

  1. Señor Nesalem: Recuerdo aquellos años, aquella búsqueda de un camino, de una varita mágica que nos diera un modo de vivir. Y la búsqueda, a veces era tan traumática como enfrentarse a esa realidad que usted describe. Parecerá una tautología lo que digo, pero según recuerdo aquella búsqueda en Houston, Virginia, Austin, estaba salpicada de individuos que creaban verdadero insomnio, precisamente por tener algo de borregos.

    ResponderEliminar