Cuando fui a ver los gatos de mi amigo Hrtewutiop me di
cuenta que me sostenían la mirada como seres altamente conscientes de su
condición felina. Hrtewutiop llevaba tiempo preocupado por algo que le estaba
corroyendo las mismas vísceras. Algunos conocidos me llegaron a decir que se
había afiliado a alguna secta extraña de las que solían instalarse en nuestra
ciudad. Los inmigrantes Ghasdt que procedían del otro lado de las altas
montañas de Bnscvmop solían traer consigo extrañas creencias y extraños cultos
a dioses enanos con caras de gato.
Un día fui a visitar como de costumbre a mi amigo Hrtewutiop.
Su mujer estaba muy enferma y cuando hablaba sus palabras se deslizaban en un
continuo delirio tras significados que nos transportaban a mundos completamente
desconocidos, pero que la señora de Hrtewutiop parecía estar describiendo con
perfecta precisión. Nos hablaba de un mundo plagado de seres viscosos que vivían
en profundas cavernas comunicadas todas ellas por un laberinto de galerías. Afuera,
en la superficie, el clima era un continuo frío gélido que hacía la vida al
aire casi imposible; tan solo unos extraños felinos de desarrollada inteligencia
lograban sobrevivir en clima tan hostil. Luego nos informaba con ojos
completamente distorsionados sobre una galaxia remota donde se estaban
produciendo fuertes cataclismos y tremendas distorsiones de tiempo y espacio. Decía
que algunos planetas de tan remota galaxia se estaban produciendo verdaderos
horrores biológicos con superinteligencias capaces de vislumbrar los más recónditos
misterios del universo. Misterios, decía ella, que podían hacer enloquecer al más
cuerdo de los humanos. Y, según podía comprobar, también ellos tenían cara de gato
Pero lo peor de todo era que estos monstruosos seres ya eran capaces de interferirse en nuestras
mentes terrestres y desarrollar delirantes ideas sobre viajes vertiginosos a
insondables abismos cósmicos. Bsraghata, que así se llamaba la mujer de Hrtewutiop,
acababa luego cayendo en un rígido paroxismo que pronto la sumergía en un profundo
sueño. Yo, esa tarde, me sentí completamente confuso y busqué una pronta disculpa para salir de la casa. Pero cuando abandonaba la casa por el camino de las jaulas de gatos, uno de ellos me habló en una lengua desconocida, pero precisa en su pronunciación.
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