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Llegaba el final de la historia y ahora Ardano daba rienda suelta a sus recuerdos. Ya era de noche y pronto tendríanos que irnos. Ardano siguió.
Llegaba el final de la historia y ahora Ardano daba rienda suelta a sus recuerdos. Ya era de noche y pronto tendríanos que irnos. Ardano siguió.
Uno de los amigos de la Escuela de Oficialía era miembro de
la Capilla Evangélica de Gijón y alguna vez asistía a sus cultos. Me resultaba
interesante la experiencia religiosa protestante; sus himnos, sus lecturas de
la Biblia, su seriedad moral. Incorporé así la Biblia como libro de lectura y
aprendí de alguna manera a practicar la libre interpretación; el placer de saber
que tu fe religiosa depende de la lectura de un libro; el mundo de Revelación
contenido en un libro. Pero esto no era lo normal en un chico de 15 años en una
ciudad como Gijón. Lo que para mi resultaba adecuado y de acuerdo con mi forma
de ser y de crecer no era lo que otros juzgaban lo correcto. Mi personal
reforma protestante chocaba con mi familia y hubo algún roce que otro con mis
padres y mi hermano mayor. Mi tía Chinda era católica ferviente, no así el tío
Cormarán y mi primo Nervo a quien le daba igual si iba o no iba a la iglesia y
menos a qué iglesia. Yo era su primo con quien salía y se lo pasaba bien los
domingos y punto. Estas experiencias las iba comunicando en francés a Mavi; le
hablaba de mis lecturas, de mis amigos, de mis paseos solitarios pensando en
ella. También de mis exploraciones protestantes y mi lectura de la Biblia. Mavi
me decía que había un templo protestante en Caen y que tenía alguna amiga que
lo era. También me hablaba de la sinagoga judía de la ciudad y de las
persecuciones que habían sufrido. En sus cartas a veces venía también alguna
postal de Caen y me parecía una ciudad curiosa, una ciudad que anhelaba
visitar, que ejercía cada vez más atracción sobre mí. Por lo demás su vida era
lo que era la vida normal y corriente de una chica francesa de su edad:
instituto, amigas, diversiones, deportes, etc.
Durante este tiempo dibujaba diferentes tipos de mándalas en
diferentes formas. Los mándalas son dibujos simbólicos contenidos en espacios
circulares, triangulares, cuadrados, etc. Había dibujado varios con diferentes
simbolismos y representaciones que me resultaban curiosas. Yo no era consciente
de la importancia que los mándalas tenían en las culturas budistas e
hinduistas; o, más tarde en la psicología de Jung; pero para mí eran una forma
de expresión que me hacía descansar la mente. Uno de ellos lo utilizaba a
manera de sello personal. Estaba formado por dos triángulos—uno de ellos
contenía a otro colocado de forma inversa que de esta forma se lograban crear
cuatro triángulos internos. Dentro de ese triángulo interior central invertido
dibujaba una especie de montaña por la que subía un camino hasta alcanzar el
sol brillante. En los otros tres triángulos internos colocaba tres letras
simbólicamente importantes para mi. TPD. Le envié a Mavi el mándala y se lo
expliqué. Tenía una curiosa explicación. Luego lo utilizábamos los dos al final
de nuestras cartas como un sello sagrado. Cual fue mi sorpresa visitando Caen
en el año 2012 de la era común cristiana, cuando visitando la sinagoga judía de
Caen y justo enfrente, cruzando la calle, hay un monumento de conmemoración de
la 3ra División de Infantería Británica inaugurado en 1984 y que curiosamente
utiliza el mismo simbolismo de los dos triángulos. Me resultó curioso porque
nunca había visto tal combinación de los triángulos en ningún sitio con
excepción de mis cartas. Era mi símbolo personal, mi mándala que estaba
relacionado con esa ciudad de Mavi, pero que jamás podía imaginar esa misma
triangulación iba a presidir un importante monumento de Caen y que yo había
llegado a tiempo para poder verlo. Era una extraña coincidencia. Quizás las
coincidencias tienen una profunda significación.
Y vinieron por fin en julio del 66. Llegaron de nuevo “los
franceses” aquel año. Tenía los números de mi calendario tachados día a día
hasta que por fin llegó el día señalado. Su primera visita antes de instalarse
en el camping fue a casa de mis tíos Cormarán y Chinda. Nada más llegar fui a
ver a Mavi al piso de estos y nos saludamos con timidez. Su madre dijo algo
como: “Bueno, después de tanto escribiros ya tenéis oportunidad de veros.” Los
dos temblábamos de emoción. A partir de ahí recuerdo poco. Es curioso que
recuerde ya poco. Sé que nos volvimos a juntar toda la familia en los
roquedales del Rocadrán, a unos metros del camping. Hablamos algo
esporádicamente, pero no había tiempo ni lugar para hablar solos, para
intercambiar confidencias. Lo que si recuerdo bien es que al día siguiente los
franceses empezaron a ir a un sitio y a otro fuera de Gijón o si quedaban en
Gijón yo no tenía la mínima oportunidad de ver a Mavi por algún tipo de
compromiso que normalmente manejaba la familia de Cormarán. Sé que a mi madre no
le gustaba la manera en que se estaba manejando el tiempo de “los franceses”,
quizás intuyera —a las madres no se les escapan detalles de las vidas de sus
hijos—que yo estaba quedando a un lado; y, sé también que ella de alguna manera
quiso hacerme ver que entendía lo que estaba pasando y que yo estaba, más bien
inconscientemente, siendo excluido de toda aquella visita de los franceses. Algo
habló con su prima francesa sobre esto que yo pude escuchar disimuladamente. El
caso es que el fin de semana lo pasaron también fuera y así fue pasando el
tiempo y toda mi expectativa, expectación, emoción e ilusión por Mavi se fue esfumando.
Parecía ser que tendríamos que esperara otro año, pues éramos todavía demasiado
jóvenes para poder influir sobre el curso de los acontecimientos de los mayores.
Y así fue cómo llegó el momento de partida del Citröen
Berlina de la familia de Mavi y mis ilusiones cayeron definitivamente por
tierra en aquella ciudad de Gijón del año 1966. Al parecer tenían que hacer una
visita a otros familiares de Aragón. La otra familia, la familia de los Gómez,
quedó por una semana más. Una de las hijas de los Gómez era Dalia. Era tres o
cuatro años mayor que yo resultó ser una persona maravillosa con todos; su
carácter afable y su peculiar manera de tratarnos, de salir con todos, de venir
por nuestra casa sin problemas; dio lugar a una sincera amistad con ella y a
mantener un recuerdo que aun hoy sigue vivo.
La burbuja de aquel enamoramiento se esfumó tal como había
venido. No sé si seguí escribiendo algo más o si ni tan siquiera nos llegamos a
escribir más. Simplemente no me acuerdo. La vida siguió su curso y otras
historias estaban ya en camino.
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