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domingo, 28 de octubre de 2012

EXCESO DE CONCIENCIA


Salía de casa con ganas de ir al centro cultural del barrio de Gsfdtrw. Me estaba pudriendo en casa y los nervios me estaban llevando a una situación maníaco-depresiva de increíbles consecuencias. Mis cuatro mujeres no me dejaban en paz con sus celos y sus manías. Mis trece hijos hacían demasiado ruido con sus televisiones particulares y sus videojuegos y no digamos los ordenadores siempre en páginas guarras sin control alguno. Decidí ir al centro cultural de Gsfdtrw a recobrar mi dignidad, mi propia identidad perdida hacía ya muchos años; mi sentido de la historia y del arte mundial. Dos de mis mujeres eran también socias pero nunca les apetecía venir conmigo a ningún acto. Las otras dos eran más de centro estético-deportivo y allí cultivaban sus cuerpos con el mayor placer narcisista.

Pero a la salida de casa me encontré con una pandilla de macarras dispuestos a robarme cualquier cosa. Al principio trataron de intimidarme y de tantearme qué tipo de arma llevaba. Dos vecinos más salían al mismo tiempo por otros portales portando dos lanza-gases tipo Yud-23 y eso sirvió para despistar la acción de la pandilla que tan solo llevaban puñales y escopetas de caza. Yo llevaba conmigo, bajo el sobaco, una pistola Megrad-X-09 capaz de despedazar al primero que se acercara. Salimos los tres vecinos y nos dirigimos corriendo a las paradas del urbanón; una especie de autobús flotante. Atravesamos así los malditos barrios de Hgstralop y Mcbnsfasw donde sus habitantes practican el canibalismo y adoran diosecillos dementes que llevan a cabo los deseos de enfermiza venganza de estos habitantes. El urbanón abrió entonces su escudo protector transparente y sobrevoló los tejados de los edificios de estos barrios mientras podíamos ver cómo allá abajo sus habitantes viven una vida propia al margen de cualquier ley civilizada. Al cabo de un tiempo llegamos al Centro Cultural de Gsfdtrw y allí me dirigí a la sección de libros impresos. Me gustan los libros impresos ya que con ellos toco todavía la materia portadora del saber milenario.

Pero al centro Cultural venimos todos cuando nuestra ansiedad familiar o personal nos hace la vida imposible y entonces hemos de disminuir el volumen de conciencia a base de charlas con laberínticas teorías francesas sobre nuestra civilización; o exhibiciones de cuadros y esculturas que nos adormecen los espacios ociosos y malignos de nuestras conciencias. Allí veo a mi vecino Hsgfat que ahora es el quinto marido de Kagaftalia, mi antigua compañera de universidad, que comparte así mismo su matrimonio plural con dos mujeronas y dos boxeadores profesionales. Y allí está el solitario misógino-misántropo de Zaposrtaw que odia todo lo que ve y así dice ser el hombre más feliz del planeta. Iré antes a la cafetería a tomar mi tercer café del día.

jueves, 11 de octubre de 2012

LA HUIDA


Partimos por la noche en burro. Nos metimos por caminos iluminados por la luna hasta llegar, después de muchas horas, a Palnhsut. Nadie nos conocía en este pueblo. Todos dormían. Lo cruzamos sin tan siquiera lograr que un perro nos ladrara. Fuimos subiendo por la carretera del monte Jksbhl y pronto pudimos divisar el Gran Valle de Mbxcastw bajo la luz de la luna llena. Un paisaje fantasmagórico. La niña Hgstar lloraba de cansancio pero enseguida logró dormirse a lomos del burro y sujetada por su madre.

Huíamos del mundo que habíamos conocido. Huíamos del peligro. ¿Qué sería de nosotros? Mi padre nos decía que más allá del Gran Valle de Mbxcastw vivían gentes de nuestra tribu que nos ayudarían a empezar una nueva vida. Mi madre quería olvidar nuestro pasado en el territorio de Csdfop, donde habíamos nacido todos; pero Csdfop casi nos extermina. La persecución había sido brutal. Nos libramos por casualidad. Era hora de empezar una nueva vida en otros territorios donde nuestra tribu no fuera perseguida.

Fuimos bajando poco a poco por la carretera hacia el Gran Valle de Mbxcastw. Mi padre comenzó a cantar una antigua canción de nuestro pueblo que todos sabíamos. Pronto todos susurrábamos la canción mientras mi hermana Hgstar dormía.

BACKWARDS IN TIME

Logré abrir una puertuca metálica que me conducía al interior del viejo edificio. Habían pasado muchos años. Demasiados. Pasé al interior y allí pude ver el espacio ya abandonado de lo que había sido mi escuela. No parecía que el edificio se había dedicado a otra cosa a lo largo del tiempo de su abandono. Pude encontrar mi aula. Podía ver a mi maestra con cara de cocodrilo y siempre malhumorada arrastrando las zapatillas por el pasillo intermedio que separaba dos hileras de pupitres. Podía ver el sitio donde me sentaba, vacío, sin nada. El cuarto olía a humedad y aire viciado.

El mismo barrio donde estaba la escuela era un lugar abandonado. Todas las casas estaban abandonadas o medio derruidas. Pero la antigua ciudad también estaba abandonada; tan solo habitada por tribus nómadas ocasionales que hacían fuegos por la noche aprovechando la madera abundantemente existente.

Había llegado allí después de cruzar los territorios agrietados y desérticos de la región a través de una carretera llena de baches y medio cubierta por hierbajos medio secos. Reconocía montañas lejanas, pero lo demás me resultaba un lugar inhóspito, casi desconocido. Salí de la escuela y rodeé el viejo edificio. De repente oí que alguien me gritaba a cierta distancia. Miré y vi a un hombre bajo de estatura y vestido con ropa sucia que me estaba apuntando con una escopeta de caza. Me dijo que me fuera, que me podía matar tranquilamente y llevarse el coche. Se conformaba con que dejara mi cartera en el suelo. Así hice temblando de miedo; seguidamente me subí al coche y me fui por donde había venido como una centella.

Nunca más volvería a las ruinas de mi pasado. La decadencia de un pasado fantaseado. Las traiciones de una mente que cree encontrar anclaje en los fantasmas.

Apreté el acelerador y fui descubriendo las enigmáticas sensaciones del presente a través de la desolación.

sábado, 6 de octubre de 2012

TERRITORIO INDEFINIDO


Lo desconocido siempre nos produce miedo e inquietud. Aquella muchacha me había invitado a ver a sus amigos. El país era muy extraño. Nunca había estado en aquel país; ni siquiera sabía que existía. A veces descubrimos cosas sorprendentes cuando dejamos que la mente vuele hacia lo ignoto. La muchacha era de una belleza sencilla. Su mirada inspiraba absoluta confianza.

Un par de horas antes me había sentado entre un círculo de gente que cantaba rodeando una pequeña hoguera. Alguien tocaba la guitarra y los cánticos eran tristemente alegres. Luego todos nos quedamos callados y fue circulando una jarra de cerveza. Alguien comenzó a recitar un largo poema épico de épocas remotas. Me sentía muy a gusto. Hacía tiempo que no me sentía tan a gusto. Luego alguien comenzó a narrar una historia que se iba enlazando con otras historias en diversos tiempos y espacios. Luego fue de nuevo la guitarra y los cánticos. Extraño país aquel. Gente muy peculiar.

Me había decidido a visitar aquel territorio desconocido porque mirando los mapas me llamó la atención una gran mancha sin ninguna población en uno de los países más extensos de la tierra. Era un lugar fronterizo. Una frontera indefinida quizás. Indefinición. Territorio indefinido. ¿Incodificable?

Una vez acabada la velada del círculo la gente se disolvía, se desparramaba por el bosque que nos rodeaba. Una muchacha que vestía con una falda larga de diversos colores se me acercó y me dio la bienvenida en inglés. Al ver que estaba confuso y que no sabía qué responder me dijo que la acompañara. Me preguntó por mi nombre, pero nada más. Luego me dijo que fuera con ella a ver a sus amigos. Su expresión era de una sinceridad trasparente. Alguien que automáticamente inspira confianza.

Después de caminar por una media hora llegamos a una especie de campamento. Me cogió entonces la mano y me fue presentando gente. Todos sonreían. Todos me daban la bienvenida. La muchacha me llevó a una gran cabaña. Había varias personas: hombres y mujeres de distintas edades. Había también niños. Pero ya era tarde y cada pareja o familia se retiraba a su cama. La muchacha me invitó a compartir el sueño mágico de aquella noche con ella.

Al día siguiente me levanté. No oía a nadie. Miré afuera y no había nadie. La cabaña estaba vacía y parecía que había estado vacía por muchos años a juzgar por las telarañas y el olor rancio. Me vestí y me di cuenta que estaba en medio de un bosque absolutamente desconocido en un territorio indefinido.

jueves, 4 de octubre de 2012

IMPISH WORSHIP


Ruidos. Más ruidos. Voces. Más voces. Abrí los ojos y me vi en medio de una marabunta humana en medio de un estadio de fútbol. Volví a cerrarlos. Silencio. Más silencio. Abrí los ojos y me vi sobrepasando las antiquísimas montañas de Rtsdfgwekl, cerca del templo del asquerosos diosecillo llamado Kropporkorr. He decidido  a partir de ahora permanecer siempre con los ojos abiertos. No obstante, antes de marcharme, he de ofrecer mi sangre al malvado Kropporkorr. Solo un poco de sangre a este maligno ente viscoso de poderes inauditos.

Luego sobrevolé el pavoroso lago de Bnmsd.

LA TRIBU


La luna está roja y hace un viento gélido en la tundra. La tribu sigue caminando hasta llegar a la hondonada. Allí levantan sus tiendas de piel de oso rodeados de lobos blancos. Dentro de un año llegarán al desierto tórrido tras pasar por la civilización de los humanos. Ningún humano sabe detectarlos. Tan solo los perros y los gatos huelen e intuyen su origen.

También la vieja bruja de Gorlicklop

lunes, 1 de octubre de 2012

SUBIR EL TRAMO DE ESCALERA

Subir el tramo de escalera. Un cuerpo que sube un tramo de escalera en dirección al ático. Un cuerpo que se mueve. Piernas que se doblan e impulsan hacia arriba. Esfuerzo. Paredes. Peldaños. Una puerta que se abre. Luz de neón. Congélese todo en un instante eterno. Todo ello congelado en un instante eterno. Así eternamente. La pierna apoyando sobre el escalón y el cuerpo impulsando hacia arriba. ¡Congelen! La vista. Los ojos que ven lo que pueden ver. Los oídos que oyen siempre algo. Perciben los sonidos. Siempre hay algún sonido. Algo se mueve, algo vibra. Pero congélese todo. Ahí un instante congelado para toda una eternidad.