Así respondía el Cohelet con algún viso de no disimulada amargura:
Unos eran mezquinos y envidiosos; su placer era humillarle
Unos eran mezquinos y envidiosos; su placer era humillarle
Otros sólo querían verle convertido a sus cerradas ideas y
razonamientos
Otros eran generosos y más amplios de miras; su interés era
reconocerle como era
Otros eran personas ocasionales: la vida en sus diversas modalidades
A través de los primeros la vida le resultaba odiosa
A través de los primeros la vida le resultaba odiosa
A través de los segundos encontraba que la vida le sofocaba en
círculos cerrados sin horizontes
A través de los terceros recuperaba la confianza y la nobleza
en el hombre
A través de los cuartos aprendía a navegar por el mundo con
precaución y arte.
Y así aprendió a:
-Evitar a los primeros. El reflejo que obtenían de él siempre les
resultaba odioso.
-Escuchar a los segundos sin jamás entrar en su juego.
-Procurar rodearse de los terceros: son los que hacían de la
vida una abierta aventura.
-Aunque jamás podrá librarse de los cuartos, ya que ese es su inexorable destino y rodaje."Luego recostó su cuerpo avejentado sobre su mugriento camastro con los huesos doloridos y sus insoportables dolores de lumbago.
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