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martes, 2 de julio de 2013

LAS ALMAS BUENAS


L'homme blanc que n'habite pas l'esprit des ancêtres ignore que la forêt se nourrit de ses propes morts.
 Bernard Clavel: Maudits Sauvages

Fui al bosque profundo de la colina húmeda y fría
Y la niebla me envolvía
Las almas buenas vivían por aquellos parajes de silencio
Y siempre que llegaba caminando con mi mochila
Sentía el poder de dichas criaturas

Los árboles me recibían sin preguntarme nada
Me dejaban acercarme sin dar ninguna señal de recelo o fastidio o rechazo.
Las hierbas cedían ante mis pasos sin decir nada
Los pájaros me observaban con curiosidad lejana
Las nubes circulaban impregnándome de su húmedo aliento
Pero sin mostrarme puerta alguna que me impidiera pasar a su reino de inocencia
El aire frío me recibía como sabía
Lamiéndome el rostro como un animalillo mostrando cariño

Seguí el camino que me llevaba a la cumbre
Lentamente, sin prisas
Nadie me apuraba
Las hojas todas eran sonrisas
Y las piedras me miraban desde su imperturbable reposo
Dejaba que los pensamientos circulasen hasta agotarse
Los únicos rebeldes a cualquier soledad que los delatara

Llevaba conmigo el mundo en el pensamiento
Y las almas buenas lo veían revoloteando en continua lucha y conflicto
Quería vomitarlo y desparramarlo por el bosque
Para que los pájaros lo comieran poco a poco
Picoteando las pegajosas letras; deshaciendo las descarriladas frases
Y las confusas imágenes y las caóticas pulsiones.
Nadie mejor que mis bondadosas almas de pájaro
Para dejar mi espíritu en la quietud del silencio
Una vez deshilvanado y descompuesto el discurso del mundo

¿Quién era yo?
Todo el bosque pareció reverberar mi profundo sentimiento
Todos al unísono repitieron la misma pregunta en forma de vano aliento

¿Quién era yo?
La niebla me cubrió en su máxima espesura a pocos pasos de la cumbre
Y el viento sopló con fuerza suprema sobre mi figura
Las almas buenas me dieron entonces el don de la nueva mirada.

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