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lunes, 8 de julio de 2013

UN DÍA AL BORDE DE LAS GRANDES PRADERAS DEL GRAN ESPÍRITU


En Pedernales Falls estuvo cerca de la muerte cuando, sentado en un flotador de cámara rueda de coche, se dejó llevar por la corriente del río que formaba una
bajada rápida . Había bastante gente bañándose, no estaba solo; pero la llegar al final de la corriente, esta acababa en caida libre por unos instantes y después de la caida se vio atrapado por fuertes remolinos de agua que no le dejaban salir a flote. No podía salir y tampoco hacía pie. Le faltaba el aire y la angustia era suprema. Se sentía al final de su resistencia. Pero por algún rebote o corriente, pudo salir en el último instante. Se vio envuelto en un arrebato de angustia desesperada pues todavía no podía hacer pie y las aguas se movían con fuerza. Nadó como pudo y por fin pudo hacer pie en un roca aunque de mala manera. Alguien lo vino a auxiliar en ese momento. No había pasado desapercibido su trágico final de caida en Pedernal Falls; a unos 80 kilómetros de Austin en dirección a Fredericksburg.

Era un día de verano texano: un día claro, despejado, de aire seco y bastante calor. De otra manera, bañarse en el río Pedernales era una delicia. El agua estaba templada y mantenía un color verde claro. Se podía nadar con tranquilidad en sus remansos y las orillas eran ya un paisaje seco, casi semidesértico y con ondulantes colinas pobladas de mesquite y diferentes arbustos. Todo aquel entorno de Pedernales Falls era un área recreativa; más abajo el río cruzaba el rancho del que llegó a ser presidente de los Estados Unidos en sustitución de John Fizgerald Kennedy: Lyndon Byron Johnson: hoy día museo abierto al público. Una buena oportunidad para dar un repaso a la historia americana en un entorno de emblemático arquetipo texano, ya que toda la casa además de conservar todo el decorado de entonces sirve también de fotograma de toda la era Johnson.

Al norte de Pedernales Falls, y una vez cruzado el pueblo de origen alemán; donde todavía se habla alemán y se pertenece a la iglesia luterana y se come comida germana en sus restaurantes de aspecto ranchero e
informal; pues cruzando Fredericksburg y a unos 30 km, está la Enchanted Rock: una roca toda ella de granito; roca sagrada de los indios de la zona antes de la llegada del hombre blanco. Hemos subido esa roca varias veces y hemos recibido la visión y mirada del Gran Espíritu. Una mirada que abarca un paisaje árido y pedregoso de extensión ilimitada.

Dicen que después de la muerte te recibe el Gran Espíritu y te muestra entonces las nuevas grandes praderas que has de colonizar en esa nueva tierra con los grandes pueblos libres de piel cobriza.

(Dos años más tarde se prohibieron los baños en Pedernales Falls debido a el número de personas ahogadas en años anteriores.) 

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