Mirábamos al valle tras el ventanuco de la cabaña. El
reverendo Warton había venido a visitar a mi abuelo que estaba en enfermo en la
cama. La Sra Warton nos había traído una tarta de manzana. Luego salimos a
jugar con la nieve y Chuby, nuestro perro, venía ladrando. Oíamos los aullidos
de los coyotes en las blancas montañas. Al día siguiente iríamos con Daddy a la
granja de los menonitas. Los menonitas nos regalaban miel y huevos y eran muy
buena gente.
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