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viernes, 13 de abril de 2012

MALDITO CUATRERO DE FRONTERA

Vivía en la frontera. La frontera entre la ciencia y religión.
Entre el mito y la realidad. Entre la razón y la imaginación. Siempre en la frontera.

Ya cuando era niño le entusiasmaban las películas y los relatos de fronteras. La frontera entre los indios apaches y la civilización del hombre blanco; la frontera entre Israel y los filisteos; la frontera entre las aldeas profundas de las montañas y los pueblos o ciudades. La frontera entre el desierto árido, inhóspito, letal; y los oasis verdes y frondosos. La frontera entre el mar y las costas.

Más tarde fue también el vivir en el “entre”. Asumió el protestantismo no conformista como ideología mutante de frontera y estuvo siempre entre una iglesia y otra; entre una denominación y otra; entre una secta y otra y todas aparecían como territorios ya poblados, habitados, delimitados; pero sin llegar a ser nunca Estado, nunca unión de iglesia y Estado; todos afortunadamente separados por algo, por alguna oportuna diferencia de matiz teológico, doctrinal, interpretativo. Afortunadamente separados unos de otros, pero lo suficientemente unidos para reconocerse como un pueblo mutante, en extraña e inestable relación con el resto del mundo. Y, él, siempre en la frontera: ni unos ni otros, siempre “entre” y feliz de estar en lo posible con todos.

La frontera entre el arte y la política, entre la producción estética y la producción industrial de las fábricas y talleres. También las fronteras políticas y sus sectas e ideologías. Ni a gusto con las izquierdas, pero tampoco con las derechas; a caballo entre un liberalismo individualista amante de la visceral independencia, y el tentador apegado a la tradición lejana y nostálgica de relatos milenarios de pueblo tribal bajo un dios celoso. Entre el politeísmo disgregador de experiencias, y el más intransigente monoteismo.

Evidentemente, un personaje de esta calaña no puede gozar de la confianza ni estima de nadie. Puede que hasta resulte un estorbo. Un personaje sin lealtad de partido, de iglesia, de secta, de nación, de rancho, de familia, de tribu, de territorio delimitado por el Gran Estado, el Gran Cónclave, el Gran Sínodo, el Gran Secretariado, el Gran Comité Central; ese elemento no es más que un cuatrero, un fugitivo, un forajido, un vagabundo errante, un mutante... quizás hasta un loco perdido en su imaginación nómada, irresistiblemente nómada. Condenadamente nómada.

Fronterizo. Esquivo. Mutante.¡Maldito cuatrero fronterizo!!

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