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martes, 24 de abril de 2012

¿PERO, QUÉ DEMONIOS ES ESO DE CREER EN DIOS?

Tema de presentación y discusión en la tertulia sobre teología y religión del Hotel Ramiro I de Oviedo. Podemos discutirlo en forma de comentarios si os apetece.
 
Nadie ve a Dios. Nadie sabe demostrar la existencia de Dios de la misma manera que se demuestra la existencia de los átomos, de las estrellas gigantes, etc..Dios es algo que alcanzamos en primer lugar como un sentir, como una fuerte sensación subjetiva, íntima; una relación a nivel espiritual en la que por un lado está nuestra conciencia, nuestra voz propia o identidad personal; y, por otro esa ineludible sensación de que todo el universo donde nos movemos y somos tiene un sentido; es un universo sustentado por un ser que a veces nos llama desde las lejanías cósmicas en forma de una entrañable nostalgia gnóstica, pero que otras veces es lo próximo, lo cotidiano, los prosaicos rostros de nuestros vecinos, la gente de la calle, nuestro trabajo, etc. Dios es infinitamente lejano, pero también, en ocasiones, ineludiblemente presente en nuestra vida corriente. Otras muchas veces se nos olvida su existencia y parece que el mundo se torna absurdo, confuso, despiadado. La gente, a veces, nos resulta aburrida, reducida a una masa que se mueve por egoísmos y miedos manipulables; una historia que a veces es más una pesadilla que un devenir con horizontes de esperanza; una sociedad obsesionada con sus preocupaciones económicas, sus frustrantes enredos políticos. Todo prosaico, tan prosaico.

Y, en este olvido de Dios, nuestro yo se desconcierta, se siente atrevido e insolente para crear sus propias ficciones, sus propios apegos ideológicos, sus propios cortes de manga a todo el orden establecido, tanto divino como humano. Nos hacemos dioses y sentimos el orgullo y regocijo de nuestra insondable soledad; pero pronto se agota ese entusiasmo y todo ello puede devenir en simple angustia, ansiedad, y deseo de pactar cuanto antes con la realidad en sus propios términos de trabajo, de diversión, de ordinarias preocupaciones. Y entonces también retornamos a Dios. Volvemos de alguna manera a sentir su presencia como una profunda sensación que nos devuelve el sentido, el valor moral de nuestras acciones y elecciones. Se restablece la relación y el diálogo con lo  divino. Se restablece el sentido de lo sagrado, y retorna esa seguridad y confianza que siempre está ahí disponible como un trasfondo; “the ground of being” como decía Paul Tillich.

Pero el dilema que tenemos los creyentes problemáticos que nos vemos arrebatados con facilidad a las fronteras existenciales, es nuestra difícil integración a una comunidad de iglesia-sinagoga, o una viable relación con la revelación del Libro, las Escrituras. Nuestra experiencia de Dios quiere abarcar el mundo en su totalidad, nada ha de quedar fuera de Dios y entonces tenemos la sensación de que la Iglesia, la Sinagoga, engloba a todo el mundo y es en ese mundo donde hay que actuar con un fuerte sentido moral, con fuertes convicciones espirituales que en última instancia encontramos en la Biblia, pero al margen de cualquier interpretación particular, sectaria, exclusivista. Nada de los humano nos es ajeno: cultura, política, economía, arte, educación, etc., todo ello resulta creativo cuando lo reinterpretamos bajo la luz de la fe. Estamos en el mundo aunque no nos dejamos absorber por esa fatal inmanencia que nos imposibilita oír a Dios como trasfondo. La Biblia entonces es un texto que se abre a los infinitos textos que continuamente se producen en las conciencias humanas.

Pero por otro lado sentimos la nostalgia de la pequeña comunidad refugiada en su exclusivismo, en su literalismo bíblico; en su fuerte división del mundo como el Egipto de los antiguos hebreos inmerso en su idolatría, sus falsos dioses, su condenable inmoralidad. La Iglesia, la Sinagoga, la comunidad de creyentes viviendo como una gran familia que espera el fin de los tiempo bajo la sabia interpretación de unas escrituras que son inerrables en cuanto que hablan de una historia sagrada real y objetiva que no podemos cuestionar. El mundo ahí fuera en el caos. Nosotros los creyentes refugiados en nuestras iglesias locales al calor de la Biblia.

Este es el dilema. Queda por saber ¿por qué surge la fe en unas personas y no en otras? ¿Por qué unos nos vemos inmersos en la viva existencia de Dios y otros no? ¿Por qué unos musulmanes y otros budistas o judíos? No tenemos explicación. Lo que sí podemos decir es que hay un trasfondo de experiencia profunda subjetiva en la fe que la razón no alcanza a explicar. A veces pensamos que la fe más que un objeto de aprehensión racional o afectivo, es más un milagro que acontece y una vez que acontece es ya irresistible a lo largo de toda la vida. Para nosotros no hay conflicto entre razón y fe. No lo puede haber. La fe escapa a toda razón, a todo intento de reducción; en ese sentido se puede decir que la fe es absolutamente irracional en cuanto que es inalcanzable con la razón. Pero la razón y ciencia pueden ser perfectamente asumibles por la fe. Bajo el punto de vista de la razón son imposibles los milagros o la demostración de la existencia de una trascendencia; y, eso es absolutamente cierto bajo un punto de vista racional y ningún creyente debería objetar nada al conocimiento científico en cuanto tal, dentro de sus paradigmas, pero la fe se mueve en otro lenguaje religioso, mito-poético, donde la trascendencia es posible, donde Dios es vida y afecto. En nuestro caso la ciencia, la razón y la fe se complementan con absoluto respeto y sin ningún tipo de conflicto.

5 comentarios:

  1. Es curioso su concepto de Dios, Sr. Nesalem. Ud. habla de un ser sin cualidades, ni siquiera lo presenta como creador del Universo. Todo se reduce a una sensación suya, Ud. tiene la sensación de que existe un ser espiritual muy grande, y eso es todo.

    Pero un ser sin ninguna cualidad es lo más próximo a la nada que podemos concebir. Desnudando a Dios de cualidades, evita Ud. decir nada que pueda ser critcable a la luz de la razón. Muy prudente por su parte.

    Con su firme voluntad, Sr. Nesalem, mantiene Ud. contra viento y marea una ilusión, la ilusión de una presencia, un constructo mental que le da fuerzas porque el hecho mismo de poseer esa ilusión lo considera Ud. evidencia de una relación especial entre Ud. y el Universo, evidencia de haber sido "elegido" y distinguido entre los demás mortales.

    Esta sensación de superioridad (¿de qué otra manera podría llamarse la sensación de haber sido escogido entre millones por la Divinidad in person?) cierra el círculo "virtuoso" que se refuerza a sí mismo: mantengo esa ilusión > me siento un privilegiado por elegido > mi EGO se eleva por los cielos > felicidad y fuerza que me ayuda a vivir > ergo, esa ilusión es buena y, por ello, hasta puede ser cierta > ergo, mantengo esa ilusión y así sucesivamente.

    Es una manera muy heterodoxa de vivir la religión. La religión de siempre, la de toda la vida, por supuesto.

    De todos modos, difícilmente encontrará Ud. acomodo en ninguna iglesia. El 99% de creyentes cristianos seguramente incorporan a su fe creencias concretas y sólidas que Ud. pasa olímpicamente por alto, empezando por la de Creador del Universo. Encontrarían su Dios demasiado abstracto y descarnado.

    Le deseo sinceramente que disfrute Ud. mucho de su fe, por lo menos en la misma medida en que yo disfruto de mi ateismo.

    Cuetu

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  2. Religión de toda la vida, por supuesto.

    Porque, puestos a sentir la presencia de un Ser, podríamos fàcilmente intuir que ese ser es malo, terriblemente malo. El sufrimiento y muerte de miles de seres inocentes durante toda la existencia humana prueba esa maldad. Y no hay excusa posible. De hecho, la Biblia nos presenta un ser indudablemente malo, y asumido como malo y terrible por sus súbditos.

    Pero someterse y rendir adoración a un ser malo es una actitud indigna. Es un Islam acrítico; y ya sabemos que la palabra "islam" significa en árabe "sumisión". La actitud normal ante un ser así tendría que ser de rebeldía, de protesta, de maldición y execración. Pero no; curiosamente, Ud, Sr. Nesalem, mantiene la misma actitud adoratriz de las religiones de toda la vida: someterse sumisamente a un tirano cruel y sediento de nuestra sangre.

    Sería comprensible una religión en la que sus adeptos, después de llegar a la conclusión por su fe de la existencia de un Dios, planteasen que la actitud correcta ante Él no fuese la sumisión servil, sinó la rebelión y la execración perpetua. Por ejemplo. Se reunirían en templos de execración para proferir sus maldiciones y insultos al Señor.

    Esa religión sería lógica y natural. Pero no. Parece que Ud, Sr. Nesalem, no va por aquí. va por el camino de siempre, el de la adoración bobalicona, la sumisión servil, el temor reverencial ante un sátrapa inhumano. Mal veo yo este tipo de religiones de sumisos de toda la vida.

    Cuetu

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  3. También podría concebirse una religión en la cual (previa la fe en la existencia de un Dios) se postulase que la actitud digna y virtuosa de un hombre religioso sería la execración y rebelión contra un Dios en tanto que Dios malo. Que ese Dios valoraría y salvaría a los humanos que, precisamente, mantuviesen esta rebeldía y execración de Su figura. ¿Por qué no? Los designios de un Dios son inescrutables. Quizá los salvos fuesen los rebeldes, y no los sumisos y serviles. Quizá ese Dios, en sus Designios sobre el Universo, quiere crear una raza de almas críticas y rebeldes, rechazando a los que le rinden pleitesía con todo y saber que es malo, muy malo.

    Pero no. No va por ahí. Nos quedamos siempre en las religiones de siempre, basadas en la actitud pía, sumisa y adorante. Como en la Prehistoria. Nada nuevo bajo el Sol, Sr. Nesalem. Nada nuevo.

    Cuetu

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  4. ¡Caramba, Sr. Nesalem! ¡Qué idea acaba de ocurrírseme! IGLESIA DE LA EXECRACIÓN DE DIOS. Crear oraciones e himnos de execración y maldición de Dios, y construir el TEMPLO DE LA EXECRACIÓN. Unir todos los creyentes (aunque yo sea ateo, es igual) que juzgan que la maldad de Dios ha de ser execrada y maldecida, nunca tolerada sumisamente, y que, por esta vía, se consigue la salvación del alma. Porque Dios salva a los que se rebelan contra Él y Su maldad, lo execran y lo cubren de maldiciones. Pues sí. És una buena idea. LA IGLESIA DE LA EXECRACIÓN DE DIOS.

    Cuetu

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  5. ¡Hum! Buen argumento para un buen relato de teología salvaje. No se olvide Sr. Cuetu que ciertas sectas gnósticas maldecían al Jehová del A.T. como un dios loco y chiflado que había creado un horrible aborto que es este mundo. Recuerde que hay un libro titulado Dharmat de un escritor maldito y olvidado, escrito en una lengua montaraz llamada bable, que se basa en esas tradiciones gnósticas. Veo que todavía no lo ha leído. En su momento pasó como un libro raro en esa región de frías y húmedas brañas donde hablan ese idioma primitivo, pero ese libro deambula por esos paisajes gnósticos con ese dios llamado Seklas; dios de locuras y tinieblas. Recomendable para noches de nostalgia cósmica lovecrafiana.

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