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viernes, 7 de junio de 2024

EL BOSQUE PROFUNDO (EL CUADERNO DE MIRLA RADAKRISNA)

Cuando entro en el extenso bosque denso y húmedo en el territorio donde vivo a veces me encuentro con siluetas que cruzan, sombras que circulan, susurros que se desvanecen, aullidos humanos que languidecen después de un tiempo. A veces. No siempre. Si es una sombra y está demasiado cerca, entonces distingo un claro rostro de bruja o brujo que no logra permanecer lo suficientemente consistente como para poder delimitar una clara fisionomía. En realidad son seres indefinidos que ya no subsisten en ningún cuerpo formado, con forma; sino que te das cuenta que son espectros que pretenden ser pero no son. Que se te aparecen y los ves y te miran y parecen querer apoderarse de tí para encontrar nueva forma, aunque sea robada o prestada, pero no es posible desde el momento que cuesta trabajo saber si esa sombra es algo real ahí afuera o es algo aquí dentro en mi alma. A veces no sé si el bosque mismo habita mi alma o es una entidad natural y real con esos árboles de troncos tan gruesos y centenarios y ese ramaje tan denso, tan tupido donde los pájaros y las ardillas encuentran protección. La humedad penetra mi cuerpo con intenciones de disolverlo y a veces parece lograr sumirme en un indecible sopor, pero por alguna razón fuera de mi comprensión logro permanecer como cuerpo. Aunque a veces dudo si soy un cuerpo.

No cabe duda que en este bosque no sólo habitan los árboles inmemoriales, también viven bajo tierra, en cuevas, en los ramajes de más densidad y altura: seres humanoides cuasi aéreos dotados de alas como de murciélagos. Nuestra vida está sometida a los sentidos, pero los sentidos se pueden atrofiar o dilatar en mayor y mayor sensibilidad y entonces comienzas a ver lo que tus vecinos o amigos no ven. Para ellos el mundo es consistente, algo real y dado, de sentido común y costumbres tan asentadas que viven confiados a pesar de sus contínuas desavenencias. Quizás lo que nos forma como cuerpos que se distinguen unos de otros es algo siempre en flujos de inestabilidad, de vaporosidad o viscosidad informe que va logrando encontrar forma creando sus tiempos y sus ritmos, sus extensiones y sus límites y circunscripciones; pero al mismo tiempo bajo el persistente peligro de ruptura y disolución, de fusión y confusión con algo que nos habrá de transformar o mutar... Dios mío, pero es posible que también un cuerpo y alma se vayan transformando lentamente en gradación inesperada hacia los espectros de las sombras, las siluetas, los aullidos.
Dudo. Tengo dudas. Este bosque me abruma. He de volver a mi triste mansión de viuda achacosa y solitaria del antiguo barrio de Huécanarsk donde casi siempre está lloviendo y el fuego del hogar ha de permanecer siempre encendido.

jueves, 6 de junio de 2024

APUNTES EN EL CUADERNO DE MIRLA RADAKRISNA

Curioso. No logró espantarme. Su lenguaje corporal y su modo de actuar intentaban espantarme. Pero no me espanté, no huí, no respondí al desafío. Sólo miraba, contemplaba. Contemplaba la escena, el escenario, el momento. Luego la función se acabó. Todas las funciones acaban. Todo sigue prolongándose en el tiempo. Habrá más escenas, más escenarios, más funciones. Intentará camelar, convencer, o espantar.


Creo que me he vuelto muy indiferente hacia muchas personas. Ya no me causan interés. Las encuentro aburridas. Puede haber excepciones. Cada vez más raras. Mis paseos solitarios me dan el misterio que busco. Hoy he descubierto que si falta una brizna de hierba en un prado o un pájaro desaparece, o un cabello de tu cabeza deja de existir sin razón alguna, entonces el universo ha de colapsar. No puede faltar nada, pues esa hierba y ese pájaro o ese cabello de tu cabeza son eslabones fundamentales para que el universo se sostenga. De no ser así todo colapsaría y todo dejaría de ser. Algo sustenta el universo.

martes, 4 de junio de 2024

¿ACASO HUBO ALGUNA VEZ ALGUNA REALIDAD? OIGA, DÉJEME EN PAZ DISFRUTANDO DE MI VIDA

Vamos a especular sin poner freno a la imaginación. Un movimiento en tiempo/espacio o un proceso energético como es cualquier objeto o ente,-- porque una cosa no es algo estático, sino un proceso hacia su descomposición o desintegración o mutación o transformación hacia otras cosas, por lo menos en nuestro paradigma de experiencia--, está imbricado, absolutamente ligado en forma de sucesos que se extienden hacia un infinito de sucesos y procesos y acontecimientos todos necesarios sin que sepamos por qué son necesarios, pero su imbricación e inevitable relación unos con otros,

sean estos físicos, mentales, oníricos, existentes o conceptos del entendimiento, hacen de ellos algo necesario ocupando un lugar o no-lugar en un infinito que ni tan siquiera nos podemos imaginar, aunque sí posiblemente abstraer de un modo matemático. Considerándolo todo bajo una inmanencia absoluta, nada falta ni nada sobra y todo está en su justo sitio para ello mismo, otra cosa es lo que nosotros percibimos y sufrimos desde nuestro paradigma humano.
Incluso si la física cuántica nos hace ver que en sus dimensiones ya no sirven las categorías de tiempo y espacio, de causa y efecto, que una cosa no puede ser ella y otra al mismo tiempo, principio de no contradicción, etc., todo ello sigue estando imbricado, relacionado, en función de algo ahora ya inimaginable, fuera de nuestras coordenadas de razón, entendimiento, intuición o imaginación. Sobrepasa de un modo abrumador nuestro horizonte cognitivo humano.
Si habitamos en un absoluto plano de inmanencia las diferencias pierden todo estatus de mayor o menor valor, de más o menor inteligencia, de perfección o imperfección, de racionalidad o irracionalidad, de moral o inmoral o amoral, de bien o mal. Todo el universo se funde en una absoluta igualdad de energía en un juego sin sentido. Todo suceso inmerso en la experiencia humana, toda estupidez, toda crueldad, toda acción desinteresada, toda obra noble, toda lucha social o en pro de algún grande objetivo histórico o de punto Omega de un cosmos, no son más que un puro fluir de flujos en juego persistente hacia un infinito dentro de una eternidad que a sí mismo posiblemente se contemple (no alcanzamos a saber cómo sería tal "contemplación") como absolutamente estática.


Si hemos podido llegar a visiones de este tipo, ya no sólo es la "decadencia" de un Occidente hedonista y agotado de ideales o valores, también es la decadencia de toda la especie humana a corto o largo plazo, ningún integrismo o fundamentalismo se podrá blindar contra esto. Si este nihilismo forma parte de la misma ciencia como ciencia, es cuestión de tiempo que toda ideología, religión dura o blanda, sistema político de una u otra forma acaben en la pura y dura decisión totalitaria de supervivencia bajo el crudo poder de un Gran Estado burocrático o tecnocrático muy consciente de su fría misión de supervivencia a toda costa. Sería la vía libre del mayor cinismo manipulador, programador de mentes bajo ilusiones vanas, paraísos artificiales, realidades virtuales donde la confusión de realidad e irrealidad ya se habrá producido y posiblemente sea la vía de salida a toda una humanidad que comenzará a fundirse en lo virtual sin jamás poder ya encontrar o saber si en algún momento hubo realidad

lunes, 3 de junio de 2024

EL SUICIDIO DE HEMINGWAY

 Salió de su casa. Arrancó su Wolkswagen Beetle y se dirigió por la autopista 20 en dirección Shreveport (Lousiana). Vivía en Mesquite, ciudad colindante con Dallas y ahora iba derecho a su trabajo de mantenimiento en Highland Mall, un centro comercial de gigantescas proporciones. Entraba a las seis de la mañana y salía a las diez. Eran cuatro horas importantes que ayudaban a pagar la renta y al mismo tiempo seguir el horario del Eastfield College para acumular las horas crédito para entrar en la universidad estatal en Austin: la prestigiosa University of Texas en Austin. Robbie, su mujer, enseñaba en la Mesquite Elementary School. Para entrar a las seis había que levantarse a las cinco de la mañana. Un buen café reavivaba la mente y lograba conducir con cierta frescura matutina que en invierno podía ser dificultoso por el hielo que a veces se formaba en las autopistas, sobre todo en sus pasos levadizos de cambio de sentido.


Aquella mañana era una mañana como todas las demás. Es curioso cómo la rutina se instala en cualquier estado de una vida y todo parece afianzarse en lo infinitamente repetitivo. Parecía que había pasado toda su vida en Dallas haciendo ese trabajo y esa rutina. No era que él pensase tal cosa mientras llegaba al centro comercial y aparcaba en el gigantesco parking, no; era que aquella situación le parecìa natural, cuando todo era extraño en un país dónde estaba abriéndose un futuro totalmente incierto. Pero su mente asimilaba las situaciones como aceptada normalidad. Vivía el presente como algo ya dado y no elegido. Extraño.

Hizo su trabajo de reparaciones varias de cambio de tubos de neón, de limpieza de pasillos y superficies con una pulidora de cera tan voluminosa como un pequeño tractor, luego, las superficies maquetadas con fibra sintética imitando césped requerían de otro aparato con limpieza de vapor y otras sustancias químicas. A veces había que ir al taller a reparar alguna máquina sencilla que luego habría de atornillar o colocar en alguna pared o dependencia. Con él  trabajaba un tal Red que siempre venía cargado de fumar hierba bien temprano, había dos negros que se separaban a limpiar otras zonas o piso superior, también estaba un chicano y un indio apache absolutamente silencioso. Pero compartiendo la misma tarea estaba un anglo larguilucho algo más joven que él. Era un hombre trabajador, un tanto reservado pero de buen trato. A las 8:30 paraban por un cuarto de hora teórica para tomar un café y quizás desayunar un plato de huevos revueltos con bacon o puré de patatas. 

Esa mañana pararon como siempre para el coffee break y el anglo larguilucho cuyo nombre era Craig, comenzó a hablar de literatura americana. Quizás porque él ya le había dicho antes de un modo informal que estaba matriculado en un curso de literatura en el Eastfiled College y que tenía que leer a Hemingway entre otros. Entonces Craig le preguntó por Hemingway y lo que pensaba de él, de su estilo, etc. El larguilucho se veía que sabía de Hemingway y entre sorbo y sorbo de café se fue explayando sobre su estilo y sus libros y su vida. Él entonces le mencionó el trágico suceso de su suicidio por un disparo. Como si el disparo se hubiera producido en ese instante el anglo Craig guardó silencio y se le quedó mirando de un modo algo perturbado produciéndose en ese momento cierta tensión psicológica tan inesperada como inquietante, pero como pronto había que volver al trabajo él aprovechó para echar una meada al váter cercano. Se puse a mear en uno de los urinarios y de repente sintió cómo dos manos de acero le agarraban el cuello con furía demencial. Dio la vuelta un tanto conmocionado y de nuevo las manos se colocaron como unas tenzas a estrujar su cuello y con la bragueta abierta y las vergúenzas al aire se trató de defender de tal terrible agresión en la soledad del baño público de la primera planta. Al tiempo que el larguilucho Craig le intentaba estrangular le repetía a gritos y desesperado que por qué había mencionado el suicidio de Hemingway, ¡por qué!, ¡por qué! gritaba y él buscando aire hasta que por pura intuición y reflejo ya condicionado en su tiempo de servicio militar en la Compañía de Operaciones Especiales, hizo uso de una salida de estrangulación que le salvó la vida. No fue difícil. Al verse libre salíó corriendo y se dirigió a la oficina del supervisor de la mañana. Le contó lo sucedido y pronto le puso a disposición de seguridad, mientras el supervisor le explicaba que el tal personaje estaba a prueba después de haber estado a un largo tratamiento psiquiátrico, pero que era evidente que el tipo todavía no estaba curado ni restablecido. Pasado un tiempo se dirigió al parking arrancó el motor de su Wolkswagen Beetle y se fue como una exalación al Eastfield College a seguir los cursos de graduado para adquirir las horas crédito necesarias para matricularse en la University of Texas at Austin.


https://atrionesalem.blogspot.com/2024/05/los-cuadernos-malditos-de-mirla.html?sc=1717444934974#c4663307047538520511

domingo, 2 de junio de 2024

HUME Y LA COSTUMBRE Y EL ALUCINANTE VIAJE DE MARY Y FRANK EN LA MENTE DIVINA

MARY: Según Hume, dependemos de la costumbre, no de la necesidad, Frank. Eso quiere decir que cuando crucemos ese túnel quizás nunca más podremos salir de él, o a lo mejor el túnel se hunde cuando estamos pasando, o aparecemos en otro planeta al salir, o en lugar de salir en coche salimos en bicicleta pedaleando en pleno centro de Nueva York. Eso es lo que quiere decir Hume con su filosofía: nada está garantizado en este mundo. El hecho de que las cosas se comportan como se comportan es que se repiten todos los días de la misma manera, pero no porque haya unas leyes escritas en la naturaleza que las garanticen; sino porque la repetición y la costumbre de ver las cosas comportarse de esa manera nos inducen a creer que son leyes inexorables e inmutables. Pero en realidad vivimos en un mundo que jamás sabemos de forma segura y absoluta qué es lo que va a pasar el próximo segundo.
FRANK: Bueno, Mary, ya hemos cruzado el túnel y no ha pasado nada. Para el caso patatas, si esa costumbre se cumple todos los días y años y años, entonces me da igual que sean leyes necesarias o costumbre que hemos adquirido al ver repetirse las cosas de una forma esperada. Hume era muy inteigente, pero no nos sirve para la vida diaria, la vida real.
MARY: No te creas Frank, es mejor vivir con la intuición de que todo puede pasar. De repente podríamos salir volando con este coche al trasmutarse toda la realidad y veríamos allá abajo la ciudad de Tokio en cincuenta colores; o sin darnos cuenta podríamos estar viajando al pasado y hacernos más jóvenes, y ver a la gente que conocimos y la abuela Merlia seguiría viva esperándonos con el te y las pastas en la mesa.... según Hume esa trasmutación extrema bien es verdad que no se podría predecir, pero nada, absolutamente nada, está garantizado que suceda como esperamos. La vida queda abierta a la más extrema contingencia.
FRANK: Tenía un amigo, Mary, que pensaba que en realidad vivíamos dentro de la mente de Dios; y, en esa mente todo lo que estaba sucediendo era Dios mismo actuando a cada instante, pero al ser Dios todo ello: montañas, gente, un pueblo, el mar, etc., cada movimiento, cada insignificancia, cada palabra que estamos pronunciando ahora, cada pensamiento o premonición, cada recuerdo, pues todo ello adquiría una importancia suprema en el todo de Dios (si se puede hablar de todo, es un hablar), ya que ese aire que sopla ahí afuera, o esa montaña, da lo mismo, son absolutamente necesarios para la cohesión de todo el universo-mente divina. Nada tendría una superioridad ontológica sobre cualquier otra cosa: un sapo sería tan necesario como un planeta, una sombre tiene la misma razón de ser que un recuerdo, una lagartija, es tan importante y absolutamente necesaria como una compleja ecuación matemática o el sol. Sería una absoluta inmanencia divino-mental donde nosotros, tú y yo ahora conduciendo este coche, pues sostendríamos el todo absoluto de tal universo, como el neumático de una rueda o la mirada que yo proyecto ahora sobre ti.
MARY: ¡Wow! Sensacional, Frank. ¡Vaya amigos que tienes!
FRANK: Pero eso incluye, y a eso iba Mary, que en cada momento o instante de la mente divina donde estamos incluídos, nada está fijo en un orden absoluto tal como nuestra mente lo entiende. Esa necesidad de que cada cosa o acontecimiento por muy insignificante o soñado o fantasioso que nos parezca hace posible tal universo, ya que si esa sombra o ese gusano existen es porque todo el universo mental de Dios lo necesita de un modo absoluto para que todo funcione en una eternidad. Sería un espacio mental donde no hay juicio moral alguno, donde todo es tan importante y absoluto como cualquier otra cosa. Crímenes, torturas o cosas bellas producto del amor más desinteresado estarían en el mismo plano de igualdad en esta pura inmanencia divina. Y esto es lo inquietante. Mi amigo decía que era la única manera de entender el llamado problema del mal: no hay mal ni bien. Simplemente HAY.
Y ahora acabo con una sorpresa que lo liga con lo que tú decías de Hume y la costumbre y la absoluta contingencia de la misma existencia. Es imposible desde nuestra mente (dentro de la mente divina), saber lo que Dios piensa en cada instante, y lo que en Dios significa absoluto, y lo que todo esta metáfora de la mente divina ES en realidad. En cualquier momento el universo podría transformarse en otro universo, en otra dimensión de leyes inverosímiles e inconcebibles para nosotros, aunque para Dios sería siendo su universo...uff...me entran escalofríos. Podría ser verdad lo que dices Mary sobre Hume y la costumbre en lugar de la necesidad: ahora mismo este coche podría volar o nosotros convertirnos en hierbajos, o aparecer en formas inimaginables en diferentes universos, ahgg. Paro. Sigue conduciendo con cuidado.

ME VINO ESTA IDEA DE REPENTE MIENTRAS DISFRUTABA DE UNA RIQUÍSIMA TORTILLA CON CHORIZO DE LEÓN REGADA CON BUEN VINO DEL BIERZO

ME VINO ESTA IDEA DE REPENTE MIENTRAS DISFRUTABA DE UNA RIQUÍSIMA TORTILLA CON CHORIZO DE LEÓN REGADA CON BUEN VINO DEL BIERZO
La razón solo puede vivir lo que puede ser demostrable o evidente. Los ojos del alma ven y viven lo que no es demostrable ni evidente y en el mismo plano de existencia que lo evidente y lo demostrable de la razón.