En el escaparate me puse a ver libros. Los libros eran títulos
sugestivos la mayoría. Los libros me crean cierta ansiedad: quisiera leerlos
todos. Quisiera comprarlos todos. Quisiera tener el tiempo del mundo para
leerlos todos. Qué placer el de la lectura en solitario en la cama sabiendo que
al día siguiente no hay que madrugar. El dialogo silencioso del texto con mi
mente, con mi conciencia. Qué placer leer ese libro que te abre nuevas vistas con
una taza de café fresco por la mañana, sabiendo que no hay que ir a trabajar.
Se puso a llover y seguí mi paseo por la ciudad bajo el
paraguas.
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