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domingo, 10 de julio de 2011

EN NOTO HAY UNA EXTRAÑA CÁRCEL

Pues cogimos un autobús para Noto y el calor nos derretía. Un pueblo de la Sicilia profunda que si embargo a medida que recorríamos la calle principal parecía más un pueblo dormido del oeste americano. Teníamos el programa de piedras que ver. Piedras-iglesias, piedras-edificios del siglo XVII, pues cosas más antiguas fueron destruidas por un terrible terremoto en el año 1693 cuando la isla tembló como un flan. Noto quedó literalmente en ruinas y entonces bajo gobierno español y Borbón, se construyeron iglesias barrocas y una catedral que es una obra de arte, pero que una noche de 1996 la cúpula cayó bajo un estrépito que despertó al pueblo y con ella se destruyó uno de los tesoros más emblemáticos del arte barroco siciliano. Allí estuvimos y la experiencia de estar en una catedral de suelo de piedra blanca y paredes también blancas produce una sensación de estabilidad láctea; una paz espiritual con sabor a café con leche. Bueno, algo inexplicable pero con efectos placenteros para las almas atormentadas y derrengadas.

Luego vimos un edificio muy grande con muchas ventanas parecidas a las celosías de un convento pero con diseño modernista. Como no había letrero alguno fuimos recorriendo el perímetro de dicho inmueble que se iba alargando y con algunas partes con visos de haber sido un monasterio en otras épocas. Misterio. ¿Qué era aquello que no se anunciaba, que no daba la cara, que no mostraba nada relacionado con la cultura, con la religión, o con Hacienda? ¿Sería un cuartel militar a juzgar por los garitos que fuimos viendo colocados a nivel de calle en las esquinas, pero los tales garitos estaban vacíos y eso añadía más intriga a la cosa? Dimos una vuelta y otra sin descifrar el misterio hasta que de pronto vimos a un señor con uniforme de pantalón recogido en botas militares y en la camisa por atrás pudimos leer: Polizía de Instituzione Penintenciaría. El susodicho salía por una puerta tan minúscula como discreta. Solucionado: era una cárcel. Una cárcel en medio de un pueblo, pero una cárcel. Curiosos.

Llama la atención de Noto (20,000 habitantes), la cantidad de iglesias con valor arquitectónico abandonadas o pendientes de reconstrucción por falta de un plan presupuestado o una voluntad política de llevarlo a cabo. Vimos varias y el arte barroco nos dejó perplejos por su retorcida y quejumbrosa belleza de acento siciliano. Caminamos durante horas a pleno sol por calles vacías habitadas por gente aletargada por el calor. Supongo que la mayoría eran familias campesinas que quizás nos estuvieran observando tras las vidrieras. Quién sabe quienes eran esas familias y cómo se llaman y qué historias nos podrían haber contado. Dos botellas de agua de litro más tarde que nos mantuvieron vivos durante el calor, y ya siendo las 6 de la tarde nos fuimos acercando de nuevo a la calle principal. Pero ahora estaba ya reviviendo con gente que iba saliendo de sus casas para dar el paseo del sábado con sus señoras, sus niños; las parejas de jóvenes y sobretodo los viejos. Llamaba la atención el gran número de viejos jubilados que se iban desparramando por las calles y el parque situado en la Porta Reale con sus tenderetes que iban abriendo poco a poco y que vendían almendras, pistachos, cacahuetes y chufas; sobretodo chufas, pues Noto es la patria de las chufas.

Al final el pueblo parecía un pueblo en fiestas lleno de bullicio. En una iglesia céntrica se celebraba una boda y la gente estaba vestida de tiros largos con flores en los ojales y los hombres un lado y las mujeres en otro y los chavales también emperifollados esperando a los novios. Los coches aparcados eran BMV’s y Mercedes y algún que otro Fiat. Por lo general los sicilianos suelen conducir coches de gamma pequeña o pequeñita- Los sicilianos suelen hablar en alto o a voces en ocasiones y los viejos jubilados no paraban de hablar y todos se conocían y bromeaban y las parejas de jóvenes se tanteaban vestidos a la moda del año 2011 de Nuestro Señor Jesucristo que fue quien inconscientemente inauguró esta curiosa época histórica. Antes de coger el autobús de vuelta a Siracusa me metí en otra iglesia rodeada de grupos de jóvenes. Me llamó la atención y quise saber por qué tanto joven a la entrada de una iglesia. Pues al entrar vi que los bancos estaban llenos de gente de todas las edades esperando a escuchar la misa del sábado por la tarde. Cosa ya insólita en España donde las iglesias están medio vacías y los cuatro que van son gente ya mayor.

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