Últimas horas en Malta. Tomando café en Sliema. Pronto taxi para aeropuerto. No apetece irse. He cogido cariño a estas islas. Me había olvidado de ese país siempre crispado y desconfiado llamado España. Buscaré los rincones amables de esa Asturies verde o los barrios obreros industriales para perderme. Falar asturiano cola xente ye posible, pero l'asturianu non tien esi orgullu de llingua propia y natural de los malteses. Somos pueblu un tantu ambivalente colo nuestro, un tanto diglósicos pero cada vegada más conscientes de la nuestra llingua. Quiciavis non seya tarde. Pue que seya tarde. No quiero retomar la crispación y la mala lleche de la eterna guerra civil española. Víctor Guerra, el gran historiador de la masonería, me invitaba a ser apátrida, romper con las patrias en Malta, aprovechar el viaje para romper identidades....hum. Quizás Víctor me está invitando a instalarme en ese humanismo abstracto-simbólico de la masonería que no dejaría de ser otro idealismo.
Bueno, queda por hablar de San Pablo y su naufragio en Malta. Lo haré desde Xixón.
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