MALTA. MDINA Y RABAT

Dice la estadística de población que Malta tiene quinientos y pico mil habitantes, pero según voy mirando el paisaje urbano y el reducido paisaje natural o agrícola, mientras vamos en autobús de Valletta a Mdina, más bien me parece que está ciudad-Estado tiene millones de humanos que la pueblan. La población flotante en verano debe de ser impresionante. Ya lo es en mayo con riadas de turistas principalmente italianos, pero también ingleses y otros.

Mdina (antigua capital de Malta) es para esperar a la noche calida y estrellada profunda maltesa, para recorrerla en silencio y respirar el hálito que rezuman sus murallas, sus calles doradas y estrechas; entrar en su catedral y absorber esa obsesiva materialización de lo espiritual que el catolicismo ha trabajado durante siglos en formas artísticas más bien enrevesadas o sus sublimaciones de santidad humana y angelical, al mismo tiempo que las mazmorras inquisitoriales trabajaban la purificación del pecado bajo la siniestra autoridad de los severos guardianes de la moral, la fe y la limpieza de sangre.

Iglesias construidas por la orden de Malta, los Hospitalarios convertidos en orden militar. La isla de Malta fue su feudo, su fortaleza siempre amenazada por el poder sarraceno turco. Duradero y edificante fue su reinado hasta su claudicación ante Napoléon. Cuando vuelva a casa ya tengo pendiente esta interesante historia, en cierta manera paralela a la de los Templarios.

Observamos que apenas hay señales de tráfico en estas islas. Hemos estado observando un intenso cruce de dos calles importantes en Gźira y nos pareció milagroso la forma cómo evitan chocar unos contra otros sin tener nada señalizado. Los milagros existen....

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