Salida de Marraketch. Somos Ana y yo. No se ha formado grupo para Marruecos al Completo así que vamos solos en una buena furgoneta de Travel Plan. El guía es un señor mayor que habla francés y casi nada de español. Es un hombre de apariencia suave y afable.Vamos en dirección a Casablanca y luego Rabat. No hace mucho calor. Al salir de Marraketch pudimos comprobar que la ciudad tiene zonas más modernas tipo europeo. Pero sigue siendo una súper imposición en una sociedad todavía tercer mundista y pobre. Hay indicios de que se está formando una clase media. Para ir a Casablanca hay una autopista, pero el guía nos dice que para ver pueblos y paisaje es mejor seguir la carretera general que está en buenas condiciones. Y así es: es una carretera con poco tráfico y que cruza pueblos y alguna ciudad mediana. Cuando se cruza algún pueblo todo son tiendas abiertas como puestos de mercado que venden de todo en forma de colmado o cacharrería o carnicería al aire. La vista nunca cansa en este país. Nada es monótono para el turista porque todo cambia y varía con variedad de muchas especias de muchos frutos secos, de chilabas y gorros o sombreros bereberes; de orfebrería de verduras. Y muchas mujeres cubiertas y mucha gente joven ociosa y seguimos viajando y se puede ver una agricultura industrial mezclada con campesinos medievales de carro y burro y otros son nómadas que ponen una tienda de plástico para vivir mientras trabajan en un sitio, para luego desmontarla y trabajar en otro. Son gente que vive al día.
Curiosamente la policía coloca el radar a cada poco y hay bastantes puestos de control. Se ven bastantes multas pero la conducción resulta agresiva. Llegamos a Casablanca y la ciudad nos sorprende por lo grande que es (7 millones según el guía aunque oficialmente sean 3,5). Las casas todas son blancas y comemos en un restaurante mirando a una playa tan grande como la de Gijón. El clima es suave y húmedo. Comemos un buen pescado y luego visitamos la Gran Mezquita de Hassan II. Es una obra colosal que mira al mar. Es todo un derroche de mármol y arte musulmán. La construyó pidiendo un donativo (obligatorio, según el guía) de todo el pueblo marroquí y fue para celebrar la invasión del Sahara español. Hay zonas de Casablanca de estilo colonial francés que le dan un sabor muy europeo. Hay zonas industriales. Hay muchos barrios y cábalas de chabolas. Algunos barrios cuidan su arquitectura y dignidad y otros son sucios y desvencijados. Salimos en dirección Rabat a 70 kms al norte y en la costa. Vemos el mausoleo de Mohamed V donde está enterrado el Padre de la Independencia. No nos dejan entrar en la mezquita porque en Marruecos está prohibido al infiel entrar en las mezquitas, porque según ellos los franceses impusieron esa norma y el Parlamento de Marruecos todavía no la ha cambiado. En ese mausoleo está enterrado provisionalmente Hassan II hasta que le lleven a su mezquita de Casablanca,
Llegamos al hotel Rabat y el guía nos invita a salir por la medina de esta ciudad después de cenar. Salimos y vemos que hay miles y miles de personas paseando y llenando los parques y las plazas y el zoco y las estrechuelas calles llenas de mercadillos y tienduchas y miles de personas apiñadas y vendiendo fritangas y pinchos morunos y cus cus y cosas raras. De repente el guía nos dice que le robaron 60 dinares del bolso (Ana entiende que son 600 dinares y sabe más francés que yo. Él dice que se descuidó y que le robaron el dinero del bolsillo. Le damos 100 dirhams que no quiere coger pero acaba cogiéndolas (11 euros). Yo ya me mosqueo con este guía suave y educado. Podría ser, pero ¡hum! Ya estamos un poco mosqueados que haya sido él a quien han robado. Podría ser. Qué sé yo.
Es hora de dormir. Mañana salimos para Tánger donde estaremos dos días y luego bajamos a Fez.
Un saludo,
Vital
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