Marraketch. Cogemos un taxi que hay que negociar por 20 dirham (11 dirhams= 1 euro) si es minitaxi y por 50 si es grande. Seguimos por la avenida Mohammed VI y llegamos a la Plaza Djemaa-el-Fna. Esta plaza esta en la Medina y en la medina empieza también el bazar. Es un bazar muy enrevesado que al contrario del bazar de Estambul es más popular, más marroquí que para los turistas. La plaza es todo un mosaico humano de exotismo. Hay encantadores de serpientes, cuentacuentos extravagantes, vendedores de todo tipo de fritangas y artesanías; aguadores vestidos de rojo con extraños sombreros, mucha gente en motocicleta cruzando por todos los sitios. El trasfondo es de música árabe o bereber. Los edificios son de una o dos plantas y no sobresale nada superior a esta altura. Sacar fotos es un problema ya que cualquiera en esta plaza que te vea que le sacas una foto te viene a pedir dinero. Iba a sacar una foto a un puesto que vendía dentaduras postizas y el señor que lo llevaba me cogió del brazo, me sentó y me puso una tenaza en la boca con una muela postiza. Todo preparado por si la foto. Ana sacó la foto y oh! sorpresa, nos pedía 30 dirhams por la foto y de repente vinieron un par de señorones ociosos que estaban a la vera del vendedor y nos pedían todos 30 dirhams. Les dimos 10 y nos fuimos.
El bazar es todo un laberinto de callejuelas de vendedores con chilaba o sin ella. Uno tiene que evitar la tentación de preguntar porque sino te envuelven o te enrollan y siempre se compra algo. Yo sigo siendo un ceporro regateando pero ya me voy acostumbrando aunque es una práctica que odio y detesto. No lo puedo evitar. Soy muy occidental para esas cosas. Me parece humillante. Pero merece la pena dejarte llevar por el ambiente, por la gente tan racialmente variada, por un tiempo que parece de otra época; por la manera de vestir. Hay muchas mujeres que visten a lo occidental (más que en Estambul), y hay otras que se cubren de diferentes maneras.
En el barrio francés llamado Gueliz, se respira un ambiente más de clase media. Los jóvenes siguen más las modas europeas y visten mejor. Las calles enseñan escaparates de marca y los cafés son más elegantes. Hay edificios a la europea con pisos de lujo. Hay un MacDonald y Zara está al lado. No obstante el tráfico sigue siendo caótico. Pero lo extraño es que todo se mueve y no hay atascos y no vimos ningún atropello- Bicicletas, motocicletas, motocarros, calesas, autobuses, coches, camiones. Todo forma una corriente caótica llena de tropiezos con peatones incluidos que se arriesgan a cruzar el asfalto, pero todo fluye bajo un olor denso a gasolina.
Por cierto: los autobuses son de la empresa ALSA y llevan el letrero ALSA CITY.
Mañana más.
Un saludo,
Vital
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